Jornada de bingo, bachata y billar en un centro de ocio de la tercera edad: ¡°Menos novios, hacemos de todo¡±
En el centro municipal de mayores Juan Mu?oz en Legan¨¦s, localidad con uno de los porcentajes m¨¢s altos de mayores de 65 de la Comunidad de Madrid, los jubilados tratan de ¡°recuperar la autoestima¡± y ¡°huir de la soledad¡±
Pedro Espa?a juega al bingo con fichas rojas y amarillas, sin intenci¨®n de hacer honor a su apellido. En su lucha particular contra el paso del tiempo sigue utilizando tres cartones a la vez: con 80 a?os, sabe que ese tr¨ªo de cartulinas desgastadas, que alinea perfectamente sobre la mesa, significan que la cabeza ¡°todav¨ªa funciona¡±. El d¨ªa que tenga que bajar a dos, o a una, empezar¨¢ a asumir la p¨¦rdida de facultades y a pensar que, esta vez s¨ª, se ha hecho mayor. Espa?a acerca la oreja al altavoz y repite los n¨²meros como si estuviera repasando tablas de multiplicar: ¡°58, 61, 15, 43, 24¡¡±. No...
Pedro Espa?a juega al bingo con fichas rojas y amarillas, sin intenci¨®n de hacer honor a su apellido. En su lucha particular contra el paso del tiempo sigue utilizando tres cartones a la vez: con 80 a?os, sabe que ese tr¨ªo de cartulinas desgastadas, que alinea perfectamente sobre la mesa, significan que la cabeza ¡°todav¨ªa funciona¡±. El d¨ªa que tenga que bajar a dos, o a una, empezar¨¢ a asumir la p¨¦rdida de facultades y a pensar que, esta vez s¨ª, se ha hecho mayor. Espa?a acerca la oreja al altavoz y repite los n¨²meros como si estuviera repasando tablas de multiplicar: ¡°58, 61, 15, 43, 24¡¡±. No est¨¢ solo. Otros 36 jubilados le acompa?an con el mismo af¨¢n de echarle un pulso a la vejez.
En el centro municipal de mayores Juan Mu?oz en Legan¨¦s, Jose Mar¨ªa Anaya, de 76 a?os, es el rey del bingo. Conoce de memoria todas las partidas que proyecta una televisi¨®n vetusta que pronto ser¨¢ sustituida por una de plasma. Por ello prefiere encargarse de poner orden en la sala. Tambi¨¦n es el guardi¨¢n de los dulces que se le entregar¨¢n al ganador. Con camisa azul y chaleco de punto, estilo profesor de instituto, dirige con entusiasmo el juego: ¡°?Atentos que es la decisiva! No lo repito m¨¢s. ?Silencio, silencio!¡±.
Sin embargo, cuesta estar callado cuando en casa solo espera un silencio eterno hasta el d¨ªa siguiente. Yasmin, Rosa, Consuelo y Regina siempre se sientan juntas en la esquina derecha de la sala. ¡°Estoy en primero de jubilada, volviendo a nacer¡±, dice Consuelo Fuentes, 65 a?os, a quien le queda solo un n¨²mero para cantar bingo por primera vez en su vida. A su lado, Yasmin Sada, de 67, no goza de tanta fortuna. ¡°Vengo para no inutilizarme, para salir de la depresi¨®n de estar metida en casa. Huir del silencio, de la soledad¡ y de la pandemia tambi¨¦n, que nos ha hecho envejecer el doble¡±, explica la mujer, natural de Venezuela.
¡°Ma?ana bachateamos. Menos novios, hacemos de todo con tal de no estar en el sof¨¢¡±, cuenta Rosa. El rey del bingo se levanta de un respingo porque el juego repetido la partida anterior y Vitoriano Rodr¨ªguez canta victoria por segunda vez consecutiva con la boca peque?a ante la estupefacci¨®n del resto. Anaya, que no comprende qu¨¦ fallo ha podido cometer, opta por un remedio casero: apagar y volver a encender el televisor.
Seg¨²n un estudio de la Universidad Aut¨®noma, los vecinos de Legan¨¦s fueron en el a?o 2005 los m¨¢s longevos de Europa. En la actualidad, este municipio del sur de Madrid tiene, junto a Alcorc¨®n, el porcentaje m¨¢s alto de mayores de 65 a?os (22,43%) de la Comunidad. En Legan¨¦s conviven unas 42.260 personas de la tercera edad. Muchas son emigrantes de zonas rurales de Extremadura, las dos Castillas o Andaluc¨ªa que se establecieron en localidades como esta durante los a?os setenta, propiciando la ¡°g¨¦nesis del fen¨®meno metropolitano y la conexi¨®n de los espacios urbanos de las grandes ciudades con los municipios de su entorno¡±, seg¨²n explica en su tesis Migraciones Juan Manuel Romero Valiente, profesor de Geograf¨ªa en la Universidad de Huelva.
Ana Mar¨ªa Peinado, de 63 a?os, natural de ?vila, es profesora voluntaria de lectura en el centro. ¡±Legan¨¦s est¨¢ hecho de gente de pueblo que vino de fuera y tiene sus recuerdos en el campo¡±, dice. Por ello ha propuesto la novela El camino de Miguel Delibes. Los ojos del protagonista, Daniel Mochuelo, compensan la vista cansada de los asistentes con ¡°una mirada infantil de las cosas, a la vez profunda y reflexiva sobre las ra¨ªces y la vida de antes¡±.
En el cap¨ªtulo 5, la Guindilla mayor se escandaliza cuando su hermana, la Guindilla menor, se enamora de don Dimas, el banquero. ¡°Es que no ¨¦ramos libres. Es incre¨ªble lo que le cuesta al ser humano evolucionar. ?Qu¨¦ es eso de ¡®perder la vida antes que la honra¡¯! ?Que viva el amor y punto!¡±, exclama Isabel Zamora, de 67 a?os.
En la sala de billar franc¨¦s una peque?a imagen de San Nicasio ¡ªpatr¨®n del municipio¡ª decora con austeridad la pared amarilla. Solo el ruido de las bolas chocando entre s¨ª y alguna tos seca aportan algo de sonido ambiente a la reuni¨®n. Esta ma?ana, la cuadrilla ha recibido una noticia devastadora: su amigo Pepe, uno de los camaradas m¨¢s fieles, falleci¨® en la tarde de ayer despu¨¦s de haber estado jugando a mediod¨ªa en el centro.
¡°He so?ado con ¨¦l toda la noche, las partidas que ech¨¢bamos. Hay que ver la falta que nos hacemos sin darnos cuenta. Todos queremos seguir hasta que se pueda. Por mucho que te quejes nadie se quiere ir de la vida. Pero mira Pepe. Por la ma?ana vienes, te despides, y ya no vuelves¡±, explica Eugenio Sanz, que cumple hoy 82 a?os y por el pudor de la p¨¦rdida no se lo ha querido decir a nadie. Pero no para de vibrarle el m¨®vil. Manolo, l¨ªder de la banda a sus 83 a?os, no tarda en percatarse de lo que sucede: ¡°?Pero si t¨² cumpl¨ªas a?os, Eugenio! ?Anda, cel¨¦bralo! Que no sabes los que te pueden quedar¡±, exclama antes de que un abrazo grupal recupere el ¨¢nimo colectivo.
La memoria
¡°Igual que el colegio en la infancia, estos centros son el pulm¨®n de muchos mayores¡±, dice la psic¨®loga Alicia Jim¨¦nez, de 42 a?os, que imparte el taller de Memoria por las ma?anas. ¡°Es su oportunidad de no quedarse atr¨¢s, de hacer lo que nunca pudieron y tener una red social¡±. Seg¨²n la especialista, los dos a?os de pandemia son para ellos ¡°una mochila llena de piedras¡±: ¡°El proceso natural se ha acelerado y se sienten m¨¢s mayores de lo que son, est¨¢n m¨¢s deteriorados a nivel f¨ªsico, ps¨ªquico y cognitivo¡±. En los talleres que imparte no se buscan ¡°grandes resultados¡± sino ¡°peque?os logros¡± que sirvan para resolver tareas cotidianas y reforzar la autoestima. ¡°Necesitan sentirse ¨²tiles¡±, resume la psic¨®loga.
El alzh¨¦imer sobrevuela las cabezas de los m¨¢s de 300 mayores que acuden a diario al Juan Mu?oz. Un fantasma que nadie se atreve a nombrar. ¡°Es la palabra prohibida¡±, aseguran Carmelita Mart¨ªn, de 77 a?os y Loli ??iguez, de 83 a?os, mientras toma un caf¨¦ por 90 c¨¦ntimos. A su lado, Adolfo Corregidor recoge el bizcocho casero que ha tra¨ªdo para compartir. Le tiemblan las manos, la voz, pero ¡°nunca la cabeza¡±. ¡°Tengo que mantenerme activo para cuidar de mi mujer, con principio de esa cosa ¡ªalzh¨¦imer¡ª que todos tememos¡±, confiesa. Fue maestro de escuela y con 86 a?os escribe art¨ªculos semanales que reenv¨ªa a sus contactos de Whatsapp. En el ¨²ltimo, ¡°Alegr¨ªa¡±, reflexionaba sobre c¨®mo ¡°la risa es el consuelo de la humanidad¡±.
Al salir por la puerta, un escalofr¨ªo sacude su cuerpo. Se vuelve, se observa de arriba abajo y al fin sonr¨ªe. Una vez m¨¢s ha olvidado su chaqueta de pana colgada del perchero. ¡°Yo tambi¨¦n me hago mayor¡±, se despide.
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