Ruth Porta, brillantez para el servicio p¨²blico
Pas¨® por el Ayuntamiento y la Asamblea de Madrid, por el Senado y por varios ayuntamientos de la comunidad madrile?a. Se granje¨® la gratitud de sus jefes, el cari?o de sus compa?eros y el respeto de la mayor parte de los adversarios
Ruth Porta Cantoni, fallecida a los 66 a?os, pod¨ªa haber dedicado su vida a cualquier prop¨®sito elevado. Contaba con un patrimonio notable. Era una mujer de inteligencia brillante. Le sobraba capacidad de trabajo.
Pod¨ªa haberse limitado a vivir de las rentas, dando satisfacci¨®n a su inagotable curiosidad cultural, cultivando artes y ciencias con deleite. Pod¨ªa haberse decidido por el dinero, por haber invertido su ingenio y sus dotes d...
Ruth Porta Cantoni, fallecida a los 66 a?os, pod¨ªa haber dedicado su vida a cualquier prop¨®sito elevado. Contaba con un patrimonio notable. Era una mujer de inteligencia brillante. Le sobraba capacidad de trabajo.
Pod¨ªa haberse limitado a vivir de las rentas, dando satisfacci¨®n a su inagotable curiosidad cultural, cultivando artes y ciencias con deleite. Pod¨ªa haberse decidido por el dinero, por haber invertido su ingenio y sus dotes de liderazgo en el mundo de la empresa. Pod¨ªa haber abierto un despacho profesional de ¨¦xito, resolviendo cuitas ajenas con solvencia y ganancia.
Pero Ruth Porta decidi¨® dedicar su vida al servicio p¨²blico. Porque a la inteligencia y al esfuerzo, Ruth siempre a?adi¨® una generosidad infinita para definir su car¨¢cter. Eso, y unas convicciones firmes a favor de la justicia social.
Tampoco se decant¨® precisamente por la moqueta y el oropel en su vocaci¨®n como servidora p¨²blica. Al elegir oposici¨®n no busc¨® entre los cuerpos tradicionalmente m¨¢s poderosos. Opt¨® por ser interventora, en la administraci¨®n local adem¨¢s, y fue la primera de su promoci¨®n, claro.
Decidida a aplicar su compromiso ideol¨®gico y moral a la transformaci¨®n de la realidad, eligi¨® militar en el partido de los trabajadores y las trabajadoras, el Partido Socialista. Desde abajo, desde la militancia de base y los cuadros org¨¢nicos de la agrupaci¨®n local que le tocaba.
Y su primer cargo p¨²blico ten¨ªa que ser de concejala, si bien en un ayuntamiento se?ero, el de la capital de Espa?a, el de Madrid, nada menos.
All¨ª tuve la suerte de conocerla. Ella era la pen¨²ltima de la lista socialista que los madrile?os eligieron en el a?o 1995; yo era el ¨²ltimo. Un tiempo despu¨¦s, en el 2000, nuestros compa?eros nos encargaron a ambos dirigir ese grupo municipal.
Ruth fue siempre una luchadora. Luchaba contra el adversario en defensa de sus ideas. A veces luchaba contra el aliado, si pecaba de timorato o indolente. E, incluso, luchaba contra el amigo, cuando parec¨ªa ceder a la tentaci¨®n del desfallecimiento o la rendici¨®n. Porque ella nunca desfallec¨ªa y nunca se rend¨ªa.
Y cuando alguien decide enfrentar los obst¨¢culos con lucha, ha de encajar golpes. No fueron pocos los golpes que recibi¨® Ruth. De los de enfrente, cuando les venc¨ªa con razones. Y de los de al lado, cuando les exig¨ªa el mismo nivel de compromiso, de dedicaci¨®n y de eficacia que ella invert¨ªa en cada batalla.
Quiz¨¢s sus mayores enemigos los gan¨® en la guerra contra la corrupci¨®n. Porque ah¨ª los enemigos desprecian argumentos leg¨ªtimos y carecen de l¨ªmite ¨¦tico en la refriega. Sufri¨® los golpes donde m¨¢s le dol¨ªa, en la familia.
Ruth Porta pas¨® por el Ayuntamiento de Madrid, por la Asamblea de Madrid, por el Senado de Espa?a, y por varios ayuntamientos de la comunidad madrile?a. En todos sus destinos se granje¨® la gratitud de sus jefes, el cari?o de sus compa?eros y el respeto de la mayor parte de los adversarios.
Porque otro de los puntales en la personalidad de Ruth fue la lealtad. Lealtad a los valores de su car¨¢cter, lealtad a los principios de su acci¨®n pol¨ªtica, y lealtad a las personas con las que trabaj¨®.
Lealtad en la anuencia y en la discrepancia. Quienes lean esto y trabajaran con Ruth tendr¨¢n que sonre¨ªr forzosamente al recordar las infinitas discusiones a prop¨®sito de cada asunto, de los importantes y de los irrelevantes. Porque Ruth daba todas las peleas. Y, al final, la lealtad con lo decidido y con su gente. Siempre. Sin fisuras.
Ruth estaba llamada a protagonizar el cambio en Madrid. Para ese cometido le votaron los madrile?os, junto al resto de los candidatos del PSOE en aquellas elecciones auton¨®micas de 2003. Fue clave en la elecci¨®n de quien esto escribe como secretario general y candidato. Fue fundamental en el programa, en la campa?a y en el plan de gobierno. Y sufri¨® como todos, como nadie, la frustraci¨®n por aquel gobierno prometedor y no nacido.
Me precio de ser de los socialistas con menos prejuicios machistas, quiz¨¢s. Y el m¨¦rito no es m¨ªo. Nadie que haya trabajado con Ruth Porta puede albergar por un segundo el pensamiento de que las mujeres son el sexo d¨¦bil, el g¨¦nero menor, o la mitad a postergar. Jam¨¢s la vi reclamar trato igual a los hombres. Porque jam¨¢s vi que nadie se atreviera a neg¨¢rselo.
Ha afrontado la ¨²ltima batalla de su vida como todas las dem¨¢s. De frente y d¨¢ndolo todo. D¨¢ndonos otra lecci¨®n de vida. Una m¨¢s. Con los suyos cerca, Enrique y Laura.
A quienes tuvimos la fortuna de compartir camino con ella, nos deja un vac¨ªo infinito.
Nos consuela saber que tuvo una vida intensa y que fue feliz.
Rafael Simancas es un pol¨ªtico socialista espa?ol, actual secretario de Estado de Relaciones con las Cortes y Asuntos Constitucionales.
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