Una segunda oportunidad en la Espa?a vaciada tras ser vendida como esclava sexual por su padre
Los municipios despoblados por el ¨¦xodo rural ofrecen alquileres baratos y educaci¨®n gratuita a familias vulnerables para revitalizar los pueblos
La ¨²nica forma en que la nigeriana Elizabeth Anighoro, de 25 a?os, contemplaba mudarse a m¨¢s 5.000 kil¨®metros de su natal Ben¨ªn era viajando a Par¨ªs para convertirse en dise?adora de modas. Nunca pens¨® que el 7 de septiembre de 2023, se convertir¨ªa en la habitante n¨²mero 340 del pueblo toledano de Parrillas. Han pasado 8 a?os desde que cruz¨® a pie uno de los desiertos m¨¢s hostiles del planeta y escap¨® de una red de traficantes que la quer¨ªa prostituir. Ahora, a menos de dos horas de Madrid, agradece que su m¨¢xima preocupaci¨®n sea desempacar las cajas de la mudanza. Su familia es una de las 300...
La ¨²nica forma en que la nigeriana Elizabeth Anighoro, de 25 a?os, contemplaba mudarse a m¨¢s 5.000 kil¨®metros de su natal Ben¨ªn era viajando a Par¨ªs para convertirse en dise?adora de modas. Nunca pens¨® que el 7 de septiembre de 2023, se convertir¨ªa en la habitante n¨²mero 340 del pueblo toledano de Parrillas. Han pasado 8 a?os desde que cruz¨® a pie uno de los desiertos m¨¢s hostiles del planeta y escap¨® de una red de traficantes que la quer¨ªa prostituir. Ahora, a menos de dos horas de Madrid, agradece que su m¨¢xima preocupaci¨®n sea desempacar las cajas de la mudanza. Su familia es una de las 300 que ha realojado la Fundaci¨®n Madrina desde 2016.
La joven de pelo rizado y nariz ancha no puede contener la emoci¨®n ante la primera impresi¨®n del nuevo hogar y deja escapar una sonrisa. Lo escruta todo con sus ojos bien abiertos, mientras recorre la casa amplia y luminosa, sorteando cajas amontonadas con su beb¨¦ Michael en el brazo izquierdo y su hija sujetada del derecho.
La casa por la que Anighoro pagar¨¢ 200 euros al mes tiene dos habitaciones, acabados reformados, cocina bien equipada y un patio con juegos infantiles. Ha sido favorecida entre una decena aspirantes para firmar un contrato con el Ayuntamiento, que busca revitalizar este municipio castigado por el ¨¦xodo rural. Una pr¨¢ctica ya frecuente entre las administraciones de la Espa?a vaciada es ofrecer alquileres baratos, educaci¨®n gratuita y otras prebendas a familias numerosas para atraer nuevos pobladores.
Juli¨¢n Lozano G¨®mez (76 a?os), alcalde de Parrillas, cuenta que el proyecto que trajo hasta aqu¨ª a Anighoro ¡°comenz¨® con familias necesitadas que tuvieran varios hijos para garantizar la supervivencia del colegio¡±. El centro educativo estuvo a punto de cerrar en 2019 con solo dos alumnos, pero hoy cuenta con 18 estudiantes ¡ªcon los hijos de Elizabeth ser¨¢n 21¡ª y una infraestructura reformada con estudio de fotograf¨ªa, impresora 3D y tablero t¨¢ctil.
La despoblaci¨®n tiene a la mitad de Espa?a en riesgo de extinci¨®n: cerca de 5.000 municipios, de los 8.125 que hay en el pa¨ªs, tienen menos de 1.000 habitantes, seg¨²n la Federaci¨®n Espa?ola de Municipios y Provincias. Son localidades como Parrillas que sufrieron un descenso precipitado y continuo de su poblaci¨®n a partir de los a?os 50, debido a la migraci¨®n hacia las ciudades. En este pueblo de Toledo viv¨ªan m¨¢s de 1.600 personas en 1950, hoy no queda ni una cuarta parte, seg¨²n cifras del INE.
Anighoro fue vendida como esclava sexual por sus padres, quienes la enviaron a Espa?a bajo la mentira de que iba a entrar a la universidad. Persiguiendo el espejismo de convertirse en una dise?adora de modas, atraves¨® caminando el abrasador desierto del Sahara hasta Marruecos, antes de cruzar la frontera terrestre con Ceuta. ¡°Como era peque?ita me escondieron en el volante de un coche¡±, recuerda. Ten¨ªa solo 16 a?os.
Tras querellarse en contra de sus traficantes, se convirti¨® en testigo protegido y fue trasladada a Madrid. En la capital, entr¨® en el hogar de madres de la Fundaci¨®n Madrina donde recibi¨® asistencia psicol¨®gica y legal para resolver su estatus migratorio. Fue all¨ª donde se enter¨® de la muerte de su hermana a manos de su padre. El hombre la asesin¨® porque hab¨ªa quedado embarazada y no podr¨ªa venderla como hab¨ªa hecho con Elizabeth. La joven ¡°estaba en shock¡± al recibir la noticia, seg¨²n recuerda Conrado Gim¨¦nez (60 a?os), presidente de Madrina, quien, conmovido por la situaci¨®n de la joven, le hizo una promesa que mantiene hasta hoy: ¡°A partir de ahora, yo voy a ser tu padre¡±, le dijo el hombre de pelo blanco que hoy carga las cajas de la mudanza.
Para el presidente de Madrina, estos realojos en la Espa?a vaciada trata de una simbiosis perfecta: ¡°Es resolver dos problemas con una ¨²nica soluci¨®n¡±. Mientras la poblaci¨®n vulnerable goza de un lugar seguro para echar ra¨ªces, los pueblos disfrutan de ver el colegio, la iglesia y el bar llenos nuevamente. ¡°El pueblo est¨¢ m¨¢s vivo. No es lo mismo ir a una misa con 4 personas que ir con 18¡å, ejemplifica el alcalde.
Cinco a?os vivi¨® Anighoro en la casa de la fundaci¨®n. All¨ª se qued¨® embarazada y dio a luz a sus ¨²ltimos dos hijos, frutos de amores fugaces que desaparecieron enseguida. Transcurrido un lustro, Madrina present¨® su caso al Ayuntamiento de Parrillas para pedir su realojo. Anighoro se muestra positiva sobre este nuevo cap¨ªtulo de su vida: ¡°Este va a ser un cambio bueno, los ni?os podr¨¢n ir al cole y yo empezar¨¦ a trabajar¡±. De hecho, ya tiene su primer empleo: cuidar¨¢ de los hijos de Karen, otra mujer que como ella fue reubicada en el pueblo, mediante un convenio con el Ayuntamiento.
Karen Mi?¨¢n Palma tiene 33 a?os y siete hijos; el menor de 3 a?os y el mayor de 16. Vive en Parrillas hace m¨¢s de dos a?os. Confiesa que los primeros meses fueron los m¨¢s dif¨ªciles: ¡°Me dio depresi¨®n y ansiedad¡±, recuerda. Acostumbrada a la bulliciosa Madrid, tuvo que aprender a disfrutar de la tranquilidad buc¨®lica de este municipio. Ahora, confiesa, no quiere otro lugar para sus hijos: ¡°Aqu¨ª tienen libertad, pueden jugar en la calle¡±. Primero consigui¨® un trabajo en un bar y despu¨¦s otro como camarera en un restaurante ¡°en el que pagan mejor¡±. ¡°Me he propuesto comprar un terreno o una casa¡±, narra con ilusi¨®n. La llegada de Elizabeth le hace sentir ¡°m¨¢s acompa?ada¡±.
En este pueblo de la Espa?a, Anighoro se siente m¨¢s cerca de construir una vida estable. ?frica no est¨¢ en sus planes, solo quiere ir de visita, pero cuando la guerra haya terminado. ¡°No quiero morir¡±, afirma esta superviviente. De momento, est¨¢ enfocada en desempacar la mudanza y distribuir el mobiliario. M¨¢s adelante, comenzar¨¢ la carrera por cumplir ese objetivo que un d¨ªa le envolvieron en mentiras, pero con el que hoy se atreve a so?ar de nuevo: ¡°Yo voy a seguir con la moda. Yo voy a llegar a Par¨ªs¡±.
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