Primera asamblea del Sindicato de Inquilinas tras la manifestaci¨®n por la vivienda: ¡°El miedo ha cambiado de bando¡±
Los activistas triplican la audiencia a sus encuentros semanales y relanzan la idea de una huelga de alquileres
Este viernes por la tarde, la pregunta en la mente de muchos en el Ateneo La Maliciosa, era si todo el mundo cabr¨ªa en la sala donde el Sindicato de Inquilinas e Inquilinos celebra su asamblea semanal. Minutos antes, tres de ellos reciben a los visitantes en la puerta de esta librer¨ªa del distrito de Arganzuela, muy cerca del barrio de Lavapi¨¦s.
¨D?Es vuestra primera vez?
¨DS¨ª, fuimos el otro d¨ªa a la mani.
¨DEs al fondo a la derecha.
Los interesados dejan atr¨¢s los mostradores donde se exponen sobre todo libros de contenido pol¨ªtico. Son t¨ªtulos como Sobre Cuba, La desigualdad en Espa?a, Los L¨ªmites del Capital, o, en la secci¨®n infantil, La anarqu¨ªa explicada a los ni?os.
La sala Chipko, que tiene el nombre de un movimiento ecologista indio, puede albergar a unas 50 personas, pero claramente no va a caber todo el mundo. Faltan sillas para los asistentes, que se agolpan en la entrada. Usualmente, vienen una treintena de personas a esta asamblea, la de los viernes por la tarde, la m¨¢s importante de la semana, pero este no es un viernes cualquiera. Es el primer viernes despu¨¦s del ¡°¨¦xito rotundo¡± de la gran manifestaci¨®n por el derecho a la vivienda del pasado domingo organizada por 39 asociaciones¨D22.000 asistentes, seg¨²n delegaci¨®n del Gobierno y 100.000, seg¨²n el Sindicato¨D. Valeria Rac¨², la joven de 29 a?os que ese d¨ªa se encarg¨® de hablar por esta asociaci¨®n ante la prensa, hab¨ªa hecho un llamado a los inquilinos para recordarles que la lucha deb¨ªa continuar al d¨ªa siguiente: ¡°Somos tantas y tantos que si nos organizamos tenemos much¨ªsimo m¨¢s poder que ning¨²n casero y que ning¨²n pol¨ªtico¡±, dijo ante un enjambre de micr¨®fonos de los grandes medios. Este viernes, Rac¨² y sus compa?eros disfrutan al ver muchas caras nuevas. El n¨²mero de asistentes les va a forzar a activar el plan B, llevar la asamblea a una plaza cercana.
¡°Nos vamos de excursi¨®n¡±, anuncia Carol Vilari?o, una sindicalista de 26 a?os. ¡°Esto es una s¨²per buena noticia¡±.
Era previsible que se desbordara la sala porque durante la semana no hab¨ªan dejado de recibir mensajes de interesados, por correo electr¨®nico o por redes. Les han escrito desde Madrid, pero tambi¨¦n desde otras ciudades de Espa?a donde personas que acaban de descubrir el sindicato quieren montar un grupo similar. El inter¨¦s ya se hab¨ªa disparado en las semanas previas a la manifestaci¨®n. Cuentan que desde principios de septiembre han sumado unos 10.000 seguidores en X (antes Twitter) hasta los 36.600, y unos 12.000 en Instagram, hasta los 22.400.
Cerca de cien personas, la gran mayor¨ªa con aspecto de tener entre 20 y 40 a?os, se suman a la excursi¨®n. Cinco minutos despu¨¦s han ocupado por completo una escalinata del Parque de Pe?uelas donde toman asiento, junto al jolgorio de ni?os que disfrutan en los columpios de una tarde de oto?o fresca y apacible. Los activistas veteranos se turnan ante el micro para darles la bienvenida. Hablan del sentido de unirse a esta batalla ¨D¡±Esto es una lucha desigual y cuando los caseros ven que una inquilina no est¨¢ sola, de repente no siente que tenga tanto poder¡±¨D y de las fortalezas de su enemigo ¨D¡±Luchamos contra entidades poderosas que tienen el tel¨¦fono del concejal o ministro de turno¡±¨D.
Vilari?o introduce el tema m¨¢s importante de la agenda, la huelga de alquileres. El sindicato lleva mucho tiempo d¨¢ndole vueltas a la idea de promover una acci¨®n masiva de desobediencia civil como forma de ganarle el pulso a los caseros. Su desconfianza de los pol¨ªticos ha ido in crescendo desde que nacieron en 2017, al tiempo que han ganado apoyo ciudadano. Conf¨ªan en que si miles de inquilinos se coordinan simult¨¢neamente para rebelarse contra sus caseros, pagando solo lo que ellos consideren un precio justo, podr¨ªan tumbar los precios. ¡°Sab¨¦is que solo los podemos bajar nosotras porque nadie m¨¢s los va a bajar¡±, explica Vilari?o mientras escuchan atentos sentados. ¡°Sabemos tambi¨¦n que no hay un marco legal para la huelga. Es una cosa que hay que asumir, que ser¨ªa ilegal, pero leg¨ªtima. Hist¨®ricamente hemos tenido que cometer ilegalidades para cambiar y transformar las cosas¡±.
Los activistas no tienen una fecha para esta huelga. Admiten que necesitan ser muchos m¨¢s para tener efecto. Vilari?o habla de 20.000 durante su discurso. Otros creen que basta con llegar a unos pocos miles. El sindicato tiene, seg¨²n sus cifras, m¨¢s de 1.300 afiliados, que pagan cuotas de hasta 20 euros al mes. Para aprovechar la oleada de inter¨¦s, el d¨ªa despu¨¦s de la manifestaci¨®n comenzaron a elaborar una base con los datos de nuevos simpatizantes. Estos rellenan un formulario online bajo el lema: ?nete a la huelga de alquileres. Este viernes ya hab¨ªa m¨¢s de 300 inscritos.
Durante la semana, la huelga ha sido el tema estrella de los sindicalistas. Les ha llenado de j¨²bilo que se hablara de ello en la tertulia pol¨ªtica del Hormiguero: ¡°Ahora est¨¢n proponiendo hacer huelga de alquileres, o sea, no pagar el alquiler¡±, dec¨ªa la escritora Rosa Belmonte. ¡°?Pero qu¨¦ pa¨ªs salvaje es este?¡± En un tuit, el Sindicato les respondi¨®: ¡°Cuando os atrev¨¢is a un debate salvaje, nos tir¨¢is un DM (mensaje directo)?¡±
Para los sindicalistas, estos comentarios en ¨¢mbitos que consideran hostiles son una se?al de su nueva influencia. Corral La Torre, una estudiante de 29 a?os habla por muchos cuando dice: ¡°Despu¨¦s de la mani brutal, hay ganas. Salimos todos con la sensaci¨®n de que tenemos el poder. El miedo ha cambiado de bando¡±.
Sin embargo, los sindicalistas todav¨ªa tienen que vencer su propio miedo a la huelga. Vilari?o pide a los asamble¨ªstas que se dividan en grupos de unas diez o quince personas para que se presenten y hablen de qu¨¦ les frena para dejar de pagar. Se habla del miedo a cruzarse con su casero en la fruter¨ªa, o a que les eche la Polic¨ªa, o a que les dejen de renovar el contrato... Un vecino con barba canosa que pasea por el parque, se detiene para contemplar a los grupos haciendo pol¨ªtica en la calle y recuerda los tiempos del 15-M en los que ¨¦l particip¨®. ¡°Esto de la vivienda tiene muchos intereses creados¡±, dice. ¡°Es muy jodido¡±.
Mientras observa los corros de discusi¨®n, Rac¨² celebra el ¨¦xito de asistencia: ¡°Que cien personas est¨¦n pensando esto un viernes a las ocho de la tarde es un toque de atenci¨®n¡±, dice. ¡°Cada nuevo paso va a ser un toque m¨¢s grande hasta que un d¨ªa digamos, ¡®ma?ana ya no pagamos¡±. No tienen nuevas manifestaciones en Madrid en el horizonte, pero van a seguir con inter¨¦s el apoyo de las nuevas protestas en otras ciudades: en Valencia este s¨¢bado, en M¨¢laga el 9 de noviembre y en Barcelona el 23 de noviembre. Por ahora, mientras eval¨²an cu¨¢nto m¨²sculo han ganado y cu¨¢nto m¨¢s necesitan, los sindicalistas disfrutan de su momento dulce.
¡°Es que si somos miles no hay maderos suficientes para sacarte de tu casa¡±, grita uno al micro, y el resto aplaude.
?Tiene m¨¢s informaci¨®n? Escriba al autor a fpeinado@elpais.es o fernandopeinado@protonmail.com
Suscr¨ªbete aqu¨ª a nuestra newsletter sobre Madrid, que se publica cada martes y viernes.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.