La chica se hac¨ªa llamar Amara Sterk, y hoy probablemente est¨¦ muerta.
Desde que tuvo lugar esta conversaci¨®n, a inicios del pasado febrero en Nusaybin (sureste de Turqu¨ªa), el Ej¨¦rcito ha tomado la ciudad y aplastado sin contemplaciones la revuelta kurda, dejando a su paso una ciudad arrasada, cuyas im¨¢genes parecen extra¨ªdas de la guerra en la vecina Siria.
En verano de 2015, tras el buen resultado electoral obtenido por los nacionalistas kurdos del partido HDP y la ruptura del proceso de paz que manten¨ªan el grupo armado PKK y el Gobierno turco, los rebeldes kurdos optaron por abandonar su estrategia de guerra de guerrillas y llevar el conflicto a las ciudades. Barricadas y trincheras fueron levantadas en barrios de localidades como Varto, Nusaybin, Diyarbakir o Cizre para impedir a la polic¨ªa entrar en ellos.
Los j¨®venes que se hallaban a su cargo alegaban que se trataba de un movimiento popular y espont¨¢neo para protegerse de las detenciones indiscriminadas que llevaban a cabo las fuerzas de seguridad y para reivindicar el autogobierno local, una de las demandas incluidas en el programa de los nacionalistas kurdos. El objetivo real, en cambio, era reproducir los cantones aut¨®nomos creados por los kurdos en Rojava (norte de Siria)? aprovech¨¢ndose de la buena imagen internacional de que gozaba el PKK gracias a la lucha de sus milicias contra el Estado Isl¨¢mico en Siria ¨Ccon la heroica resistencia en Kobane- o en Irak ¨Cdonde fueron cruciales para proteger a los yazid¨ªes de ser completamente exterminados por los yihadistas.
Cuando este periodista visit¨® Nusaybin a inicios de febrero, varias personas reforzaban las trincheras y barricadas en cuatro barrios liberados y constru¨ªan t¨²neles con un martillo neum¨¢tico y una excavadora. De vez en cuando pasaba en moto un hombre de unos 30 o 40 a?os ¨Cprobablemente un representante de la guerrilla- dando instrucciones a adolescentes armados como Amara Sterk, que se encargaban de patrullar las calles (pese a que el PKK se ha comprometido a no utilizar menores de edad ante las denuncias de organizaciones contra el uso de ni?os soldado). Se preparaban para el inminente asalto final del Ej¨¦rcito turco, tras varias ofensivas anteriores que se hab¨ªan cerrado en tablas. Y llegar¨ªa apenas un mes despu¨¦s.
La estrategia de barricadas y trincheras le supuso al PKK una serie de victorias militares en una primera fase del renovado conflicto. La experiencia adquirida en Siria e Irak, luchando contra el Estado Isl¨¢mico ¨Cgrupo del cual copiaron t¨¢cticas de guerra urbana y en el manejo de explosivos-, le permit¨ªa, con apenas un centenar de militantes atrincherados en cada localidad, mantener atareadas a numerosas unidades de las Fuerzas Armadas: en lo m¨¢s duro del asedio a la Ciudad Vieja de Diyarbakir, el sonido de las ambulancias trasladando heridos y cad¨¢veres de soldados y polic¨ªas turcos desde la l¨ªnea del frente a los hospitales era incesante. Pero el Gobierno islamista de Turqu¨ªa termin¨® por dar carta blanca al Ej¨¦rcito y a las Fuerzas Especiales de la Polic¨ªa y la Gendarmer¨ªa, movilizando incluso a efectivos en la reserva que hab¨ªan participado en la guerra sucia de la d¨¦cada de 1990. Y las revueltas fueron aplastadas sin misericordia.
La grozni kurda
En la autov¨ªa que se dirige hacia la frontera de Irak, se encuentra Cizre, una ciudad polvorienta, conservadora y pobre, a la que s¨®lo un meandro del r¨ªo Tigris separa de la vecina Siria. Es una localidad construida a retazos por los kurdos desplazados de las zonas rurales a ra¨ªz de la pol¨ªtica de tierra quemada empleada por el Ej¨¦rcito turco en los noventa contra el PKK. De barrios de aluvi¨®n y casas levantadas deprisa con materiales baratos.
Malvive del comercio, de la agricultura, de un par de mustios talleres industriales. Y del contrabando. ¡°Ahora el contrabando se ha vuelto imposible, no puedes meter ni tres cartones en la ciudad porque est¨¢ rodeada de checkpoints de los militares y la polic¨ªa¡±, lamenta un vecino. ¡°Y no es que los destruyan¡ ?se los fuman ellos!¡±, a?ade con rabia. En Cizre parecen fumar todos, hasta los ni?os, sin que a nadie le importe mucho. Fuman sin parar, como si no hubiera un ma?ana. Y quiz¨¢s no lo haya.
Los combates se han detenido en Cizre, ya s¨®lo hay atentados y escaramuzas en sus alrededores, pero a Ahmet le cuesta conciliar el sue?o. Cuando cierra los ojos escucha todav¨ªa el sonido de la artiller¨ªa y se le aparecen im¨¢genes vividas meses atr¨¢s. ¡°Por ejemplo la del im¨¢n caminando delante nuestro mientras ¨ªbamos a la mezquita y una bala que le alcanza en el hombro. O la de mi primo, sentado aqu¨ª junto a la ventana, frente a m¨ª, cuando la bala de un francotirador turco le revent¨® la cabeza¡±, relata.
El Gobierno turco impuso en Cizre un toque de queda durante las 24 horas del d¨ªa a mediados de diciembre y el Ej¨¦rcito siti¨® la ciudad para acabar con los insurgentes kurdos, que hab¨ªan tomado varios barrios. ¡°Durante los primeros dos meses de asedio, los tanques no entraron en la ciudad, sino que bombardeaban desde las colinas que la rodean. Luego descendieron y penetraron en Cizre¡±, se?ala Ahmet.
Mehmet presenci¨® los tres meses de asedio desde el interior de Cizre, aunque envi¨® a sus hijos y su mujer fuera de la ciudad y ¨¦l se mudo a la casa de un amigo en otro barrio despu¨¦s de que su edificio fuese alcanzada por un ob¨²s.
¡°Durante todos estos meses s¨®lo hubo un par de negocios abiertos unas horas al d¨ªa, pero ir a comprar comida significaba arriesgarse a que te pegaran un tiro. Al levantarse el toque de queda regres¨¦ a ver mi casa, hab¨ªan robado todo lo que pudieron y le hab¨ªan prendido fuego¡±, asegura: ¡°Pero esto son s¨®lo los da?os materiales, los psicol¨®gicos son peores.
Un primo m¨ªo muri¨® calcinado en un s¨®tano en el que se hab¨ªa refugiado y su padre se ha vuelto loco. Otro t¨ªo m¨ªo est¨¢ desaparecido y ni su cad¨¢ver hemos hallado. Varios ni?os de trece y catorce a?os de mi barrio tambi¨¦n han desaparecido¡±. Algunas familias, tras semanas preguntando por el paradero de sus allegados, han recibido simples bolsas llenas de huesos calcinados.
¡°Ni siquiera los m¨¦dicos hemos podido recuperarnos de lo vivido¡±, asegura un empleado del Hospital de Cizre, que pide el anonimato. El edificio fue convertido en cuartel de las fuerzas especiales de la Gendarmer¨ªa y no permit¨ªan a los doctores visitar los hogares dentro del cerco militar: ¡°Durante meses no hemos podido vacunar a ni?os, ni atender a las embarazadas, muchas de las cuales han sufrido abortos causados por el p¨¢nico y el estr¨¦s. La gente ha sufrido traumas terribles, pero no hay psic¨®logos para atenderlos¡±.
Varios testigos consultados por este diario explicaron que al regresar a sus hogares los hallaron saqueados y cubiertos de pintadas racistas como ¡°Pagar¨¦is por venderos al PKK¡± o ¡°Probar¨¦is la fuerza de los turcos¡±. ¡°En mi piso dejaron la ropa interior de mi mujer esparcida, un sujetador colgando de la estanter¨ªa y condones usados por el suelo. ?Qu¨¦ hicieron all¨ª?¡±, se pregunta otro vecino de Cizre mostrando las fotos de su hogar en el tel¨¦fono m¨®vil.
En mi piso dejaron la ropa interior de mi mujer esparcida
La destrucci¨®n sufrida por Cizre durante las ¡°operaciones antiterroristas¡± ordenadas por el Gobierno no tiene precedentes en la historia del conflicto kurdo y ha llevado a algunos a comparar esta localidad con la chechena Grozni o las ciudades sirias. Por ello, el Ejecutivo islamista se ha apresurado a enviar las excavadoras y los trabajos de reconstrucci¨®n avanzan r¨¢pidamente. ¡°No quieren que queden pruebas de lo que ha ocurrido aqu¨ª¡±, opina Ahmet.
Pero el ambiente b¨¦lico sigue respir¨¢ndose en una ciudad donde los combates a¨²n se leen en las cicatrices de numerosas fachadas y que contin¨²a tomada por polic¨ªas y gendarmes fuertemente armados y cuyos blindados patrullan las calles continuamente. ¡°Nos registran a cada paso y siguen yendo de casa en casa a detener a sospechosos. ?Qu¨¦ hemos hecho nosotros para merecer esto? Nuestra ¨²nica culpa ha sido votar al HDP (Partido de la Democracia de los Pueblos)¡±, se queja Mehmet y recuerda que pr¨¢cticamente todas las localidades que han sido sometidas a toque de queda en los ¨²ltimos meses son aquellas donde esta formaci¨®n kurda obtuvo entre el 70 y el 95 % de los votos: ¡°Si no hubi¨¦semos votado al HDP, no habr¨ªan enviado los tanques. Pero seguiremos vot¨¢ndolo¡±.
Para Raci Bilici, presidente de la Asociaci¨®n de Derechos Humanos (IHD), todo esto forma parte de una ¡°guerra psicol¨®gica¡± destinada a desmoralizar a la poblaci¨®n y sembrar el miedo entre los kurdos. De los m¨¢s de 2.000 muertos que ha provocado el conflicto en apenas 14 meses, entre 330 y 700 ¨Cseg¨²n los diversos c¨¢lculos- son civiles. ¡°Hemos recabado pruebas de numerosas ejecuciones extrajudiciales contra combatientes apresados y tambi¨¦n contra civiles. Los detenidos han sido sometidos a torturas y al menos tres personas han muerto en las c¨¢rceles. Y tambi¨¦n hemos registrado desapariciones forzadas¡±, explica. Bilici denuncia que los jueces y fiscales turcos se han negado a investigar las muertes pese a la petici¨®n de los familiares. Tambi¨¦n se queja de que el Gobierno hizo aprobar al hemiciclo una ley que dificulta procesar a los militares implicados en las operaciones en el sudeste. Incluso la Comisi¨®n de Venecia, vinculada al Consejo de Europa, ha declarado que los toques de queda impuestos durante meses sobre una treintena de localidades kurdas no se ajustan a la legislaci¨®n turca ni a la europea.
?C¨®mo reaccionar¨ªa Alemania si unos terroristas declarasen una zona aut¨®noma en la Baja Sajonia?
¡°?C¨®mo reaccionar¨ªa Alemania si unos terroristas declarasen una zona aut¨®noma en la Baja Sajonia y dijesen a las autoridades que no pueden entrar? Francia ha tomado duras medidas contra los sospechosos de terrorismo y lo mismo ha hecho B¨¦lgica. Cada pa¨ªs hace lo que debe en la lucha contra el terrorismo¡±, ha defendido el portavoz de la Presidencia de la Rep¨²blica, Ibrahim Kalin.
?Vuelta a la normalidad?
En torno a medio mill¨®n de personas se han visto desplazadas en el ¨²ltimo a?o por el conflicto. Si bien, al contrario de lo ocurrido en los a?os noventa, la mayor¨ªa de los que huyeron no han emigrado a las regiones occidentales de Turqu¨ªa sino que han permanecido en las provincias kurdas. Poco a poco, han ido regresando a sus lugares de origen, pero en muchos casos sus hogares no eran sino escombros. Seg¨²n datos del Gobierno turco, hasta mayo m¨¢s de 6.500 edificios hab¨ªan sido completamente destruidos, pero la cifra podr¨ªa ser mayor ya que la prensa local cifra en 3.000 las casas que se encuentran en estado de ruina s¨®lo en la localidad de Nusaybin.
A todos apena ver borrados los paisajes de la infancia y juventud. La plaza donde uno se sentaba a comer pipas que ha sido reformada, el descampado donde pegaba patadas a un bal¨®n que ahora ocupa un centro comercial. Se puede imaginar pues cu¨¢n hondo ser¨¢ el sentimiento de p¨¦rdida de los habitantes de la Ciudad Vieja de Diyarbakir. Sus casas de piedra negra o de ladrillo, con los amplios patios donde corretearon por primera vez, donde nacieron sus hijos y quiz¨¢s tambi¨¦n sus padres, han sido borradas de un plumazo. Primero por la artiller¨ªa del Ej¨¦rcito y los explosivos del PKK, despu¨¦s por los buld¨®cer del Gobierno.
A Leyla Astam ni siquiera le han permitido regresar a ver lo que queda de su casa, pero quienes s¨ª han podido entrar a la zona de obras, cercada por polic¨ªas fuertemente armados, afirman que ¡°no queda piedra sobre piedra¡±. Los vecinos aseguran que, de vez en cuando, las excavadoras a¨²n todav¨ªa hallan cad¨¢veres mientras desescombran la zona.
El Ejecutivo turco anunci¨® que reconstruir¨¢ el ¨¢rea arrasada por los combates ¨Cque incluye patrimonio de cientos de a?os de antig¨¹edad- y que convertir¨¢ Diyarbakir en un ¡°nuevo Toledo¡±. Para ello, ha expropiado por decreto la pr¨¢ctica totalidad de la Ciudad Vieja ¨Cun ¨¢rea de 1,6 kil¨®metros cuadrados en el que se aglomeran unas 50.000 personas- pero, por el momento, ning¨²n plan ha sido compartido con los afectados ni con el Ayuntamiento. ¡°Yo no quiero que me metan en un edificio de viviendas sociales, ni que me den otra casa, aunque sea con jard¨ªn. Yo lo que quiero es recuperar mi casa. ?Mi tierra!¡±, se desga?ita Astam.
¡°Como siempre, los m¨¢s afectados son las mujeres y los ni?os, a los que se ha arrancado de su entorno social. Durante ochos meses no ha habido escuela ni han estado abiertos los centros m¨¦dicos, que han sido convertidos en estaciones de polic¨ªa¡±, recalca Azize Kaya, del centro de apoyo a mujeres AMIDA: ¡°Esta zona ten¨ªa una arquitectura particular que llevaba aparejada un determinado modo de vida: casas unifamiliares con un patio donde se plantaban verduras y se criaban peque?os animales. El nuevo proyecto deshumanizar¨¢ esta zona y destruir¨¢ su tejido social¡±. Por si fuera poco, la Ciudad Vieja de Diyarbakir era el mercado de la provincia y cada d¨ªa acog¨ªa miles de personas que acud¨ªan a hacer la compra. Ahora, cientos de peque?os negocios han quebrado tras acumular meses sin ingresos, ya que las ayudas del Estado no son suficientes.
Cambio de t¨¢cticas
Con la llegada de la primavera, cuando la mayor¨ªa de las revueltas en las ciudades kurdas hab¨ªan sido aplastadas por el Ej¨¦rcito, el PKK modific¨® su estrategia tras darse cuenta de que hab¨ªa sido un fracaso. ¡°La t¨¢ctica de la Guerra Revolucionaria Popular, que b¨¢sicamente consiste en trasladar los combates a las ciudades, era algo que el PKK llevaba tiempo planeando. Cuando intervino en la resistencia de Kobane (Siria), el apoyo al PKK se increment¨® y entonces la organizaci¨®n pens¨® que la gente de los barrios kurdos de Turqu¨ªa podr¨ªa levantarse contra el Gobierno de igual modo que los kurdos de Siria luchaban contra el Estado Isl¨¢mico. Fue un error¡±, sostiene el periodista kurdo Mahmut Bozarslan.
¡°Esta estrategia aumenta las bajas de las fuerzas de seguridad, s¨ª, pero tambi¨¦n las propias y las de los civiles. Y la gente, al final, ha reprochado al PKK que les lleve el conflicto a sus calle. El apoyo al AKP (partido islamista en el gobierno) ha descendido entre los kurdos, pero tambi¨¦n se ha visto da?ada la imagen del HDP y del PKK, por eso la organizaci¨®n ha cambiado de estrategia¡±, opina Ilyas Akengin, director del diario Tigris Haber de Diyarbakir.
En su lugar, los militantes kurdos regresaron a la t¨¢ctica de los atentados, contra objetivos militares y policiales, pero tambi¨¦n civiles. Y ya sea directamente o a trav¨¦s de organizaciones afines: como los Halcones de la Libertad del Kurdist¨¢n (TAK), formalmente una escisi¨®n del PKK pero se sospecha que sigue controlado por el mando de la guerrilla kurda; y el Movimiento Revolucionario Unido de los Pueblos (HBDH), una alianza de grupos de extrema izquierda y el PKK activa en el noreste de Turqu¨ªa.
Zonas de actuaci¨®n y ataques
- Zona donde los kurdos pretenden la autonom¨ªa
- ?reas de combates entre grupo del PKK y las fuerzas de seguridad turca
- ?reas de actuaci¨®n de HBDH y grupos de extrema izquierda aliados al PKK
- Localidades con toque de queda o sitiadas
- Ataques del PKK y grupos afines
- Ataques del Estado Isl¨¢mico
Se trata de ataques cada vez m¨¢s osados y letales, en gran medida gracias al creciente mercado negro de armamento que ha supuesto la guerra en Irak y Siria.? En los atentados de los ¨²ltimos meses, el PKK ha utilizado inmensas cantidades de explosivo ¨Cen algunos m¨¢s de una tonelada- y en mayo el grupo armado kurdo derrib¨® un helic¨®ptero turco con un misil guiado port¨¢til tierra-aire (MANPAD), un arma que hasta ahora no se encontraba en sus arsenales. Los militantes kurdos aprovecharon la permisividad policial durante los a?os de negociaciones con el Gobierno para hacer acopio de armas. De hecho, el propio presidente Erdogan reconoc¨ªa hace unos meses que, durante el proceso de paz, instruy¨® a los delegados del Gobierno a no actuar contra el PKK, y, por ejemplo, en 2014 s¨®lo se autorizaron 8 operaciones contra la organizaci¨®n armada pese a que los mandos militares destacados en la regi¨®n pidieron permiso para actuar en 290 ocasiones. ¡°El PKK ha utilizado especialmente ciertas zonas de roca volc¨¢nica del este de Turqu¨ªa para excavar t¨²neles y crear dep¨®sitos donde esconder inmensas cantidades de explosivos¡±, afirma una fuente de seguridad: ¡°Seg¨²n mis estimaciones, tienen material suficiente para seguir atentando durante cuatro o cinco a?os m¨¢s¡±.
Acci¨®n-reacci¨®n
El fracaso del golpe de Estado del pasado 15 de julio fue ampliamente celebrado por los kurdos pues parte de los militares sublevados eran los mismos que llevaban meses dirigiendo la represi¨®n en el sudeste de Turqu¨ªa. Sin embargo, eso no significa que el conflicto en la regi¨®n kurda haya remitido. El presidente Erdogan no s¨®lo ha excluido al HDP kurdo de todas las iniciativas unitarias organizadas por los partidos turcos, sino que ha espoleado la persecuci¨®n judicial contra los representantes pol¨ªticos kurdos. Actualmente 181 alcaldes y concejales nacionalistas kurdos se encuentran en prisi¨®n, as¨ª como 301 dirigentes locales de partidos kurdos. Adem¨¢s, 56 de los 59 diputados del HDP se han visto despojados de su inmunidad parlamentaria y se enfrentan a un total de 510 procesos judiciales, que podr¨ªan llevarlos a la c¨¢rcel.
Por si fuera poco, 24 alcald¨ªas kurdas han sido intervenidas, acusadas de prestar apoyo al PKK ya que autom¨®viles de estos ayuntamientos han sido usados como coches bomba y maquinaria municipal utilizada para cavar trincheras (los alcaldes se defienden alegando que los militantes del PKK les roban los veh¨ªculos a punta de pistola). Uno de los municipios afectados es el de Cizre, cuya alcaldesa, Leyla Imret, ya fue apartada de sus funciones en septiembre de 2015. Su sustituto, Kadir Kunur, ejerci¨® hasta el pasado 10 de septiembre, cuando al acudir al Ayuntamiento lo encontr¨® rodeado por la polic¨ªa y se le anunci¨® que hab¨ªa sido sustituido por un interventor nombrado por el Ministerio de Interior. Ese d¨ªa, internet y la telefon¨ªa m¨®vil fueron interrumpidas en las 24 localidades afectadas, para evitar que los nacionalistas kurdos organizasen protestas. ¡°Es un intento de criminalizar nuestro partido, tild¨¢ndonos de terroristas. Pero ya enviaron inspectores a examinar los presupuestos municipales y vieron que las acusaciones de financiar el terrorismo que nos hac¨ªan eran infundadas¡±, esgrime Kunur: ¡°La poblaci¨®n est¨¢ muy tensa, porque ven que no funciona el estado de derecho. Ahora ya no se nos puede enga?ar como en los noventa, ahora tenemos redes sociales y medios independientes¡±.
Ahora ya no se nos puede enga?ar como en los noventa, ahora tenemos redes sociales y medios independientes
¡°Hay un odio no visto en a?os. Tanto del HDP hacia el Gobierno, como de los turcos hacia los kurdos. Ha habido cientos de muertos en ambas partes lo que obstaculiza la reconciliaci¨®n¡±, lamenta Bozarslan. Es un odio larvado que impide cualquier acercamiento, como reconoce uno de los damnificados en Cizre: ¡°El padre al que la han matado al hijo, o el hijo al que le han matado al padre, ?c¨®mo va a olvidar?¡±. Sus palabras se entrecortan al paso de dos blindados que cruzan la calle. De uno sobresale un joven gendarme en uniforme de camuflaje, que se aferra a la ametralladora como a un seguro de vida.