Tiberio Grimberg vive en las afueras de Beka'ot, un asentamiento cercano al valle del Jord¨¢n. Trabaja como horticultor cultivando y regando plantas en su moshav. "Aqu¨ª, en el valle del Jord¨¢n, las vi?as dominan la agricultura", dice mientras se enjuga el sudor sentado en el tractor. Es padre de seis hijos y lleva viviendo en Beka'ot desde la d¨¦cada de 1970. "Encontr¨¦ el futuro en esta tierra. No faltaba el agua y lo que antes era un desierto ahora es verde", explica apaciblemente. "Pero el desierto es como la selva. Es una batalla continua. Y los palestinos la est¨¢n perdiendo".
A menos de un kil¨®metro de all¨ª contrasta la tierra yerma en la que los beduinos, los n¨®madas de la zona, cr¨ªan ovejas y cabras. La tr¨¢gica escasez de agua salta a la vista. "Para conseguirla tenemos que recorrer m¨¢s de 25 kil¨®metros cada d¨ªa con el tractor", se lamenta Abed el Mahdi Salami, de 73 a?os y jefe de una la peque?a comunidad beduina de al-Hadidiyah. "Intentamos construir un sistema de riego para la agricultura y la ganader¨ªa con el dinero de la cooperaci¨®n espa?ola, pero el Ej¨¦rcito israel¨ª lo desmantel¨® por motivos de seguridad", cuenta Abed apesadumbrado mientras muestra los restos de la conducci¨®n. Cerca de su tienda, una bomba de Mekorot, la gran empresa estatal israel¨ª, emite un suave zumbido. "El agua est¨¢ all¨ª mismo, ?lo ve? ?Por qu¨¦ no podemos usarla?"
Hace a?os que la batalla por el agua est¨¢ en el centro del conflicto palestino-israel¨ª. En verano de 2016, la tensi¨®n estall¨® en una aut¨¦ntica crisis cuando numerosos pueblos y campos de refugiados palestinos se quedaron sin agua durante d¨ªas y tuvieron que importar bidones para cubrir las necesidades b¨¢sicas. Aguardaban despiertos en plena noche con la esperanza de que la presi¨®n volviese a las tuber¨ªas.
"En los campos de refugiados, en particular en el sur, hacia Hebr¨®n, pero tambi¨¦n en el nuestro, estuvimos varios d¨ªas sin ver el agua. No hab¨ªa duchas para los ni?os, los grifos eran in¨²tiles, no ten¨ªamos ni una gota para uso sanitario. Era un infierno". Amjad Rfaie es el director del campo de refugiados Nueva Askar. Cada d¨ªa se enfrenta a las peticiones y las quejas de sus habitantes. "Y los israel¨ªes no hacen nada a pesar de las solicitudes para comprar agua a Mekorot pag¨¢ndola. De hecho, redujeron el suministro".
Los palestinos dependen en gran medida de los israel¨ªes para acceder al agua a pesar de que los acu¨ªferos y las cuencas pluviales est¨¦n concentrados en la zona centro-septentrional de los territorios palestinos.
"Hay una profunda brecha en el derecho al acceso al agua entre ambas poblaciones", observa Amit Gilutz, portavoz de B'Tselem, una organizaci¨®n israel¨ª dedicada a defender los derechos de la poblaci¨®n ¨¢rabe en los territorios ocupados.
"Cada nuevo pozo, aunque est¨¦ en territorio controlado por la Autoridad Palestina, necesita un permiso de la Autoridad Civil Israel¨ª (ICA) de la zona. El agua no est¨¢ repartida de forma igualitaria y, en las zonas controladas por el Ej¨¦rcito israel¨ª, las infraestructuras palestinas a menudo est¨¢n deterioradas o literalmente destruidas".
Seg¨²n el Acuerdo Provisional de Oslo de 1995, la distribuci¨®n del agua entre israel¨ªes y palestinos se deb¨ªa dividir al 80% y 20%, respectivamente. La intenci¨®n era que la soluci¨®n fuese temporal, a la espera del acuerdo definitivo que tendr¨ªa que haber creado el Estado palestino y fijado las fronteras de Israel. Hoy en d¨ªa, la situaci¨®n se ha deteriorado gravemente, y los palestinos no tienen acceso m¨¢s que al 14% de los recursos de las cuencas. La gesti¨®n compartida entre ambas entidades pol¨ªticas es m¨¢s complicada que nunca.
"Tenemos toda clase de problemas en la gesti¨®n cotidiana", remacha Imad Masri, director del Departamento de Suministro de Agua y Saneamiento del municipio de Nabl¨²s, la segunda ciudad de Cisjordania, "desde la imposibilidad de perforar nuevos pozos debido a que la Comisi¨®n Conjunta Palestino-Israel¨ª para el Agua" (JWC, por sus siglas en ingl¨¦s) lleva seis a?os paralizada, hasta la burocracia que envuelve a los proyectos de infraestructuras y al Departamento de Aduanas Israel¨ª, el cual bloquea la llegada de componentes para las plantas de abastecimiento. Una bomba encargada a Italia tard¨® m¨¢s de un a?o y medio en llegar, as¨ª que el dep¨®sito se qued¨® seco".
Los territorios palestinos son un complejo mosaico en el que no siempre est¨¢ claro qui¨¦n gobierna y qu¨¦ organismos son responsables de la administraci¨®n. Los campos de refugiados son administrados por UNRWA, el organismo de la ONU creado en 1948 para los refugiados palestinos. La Zona A est¨¢ bajo control de la Autoridad Palestina (15% de Cisjordania), mientras que la Zona B est¨¢ gobernada por la autoridad civil palestina y vigilada por un control militar mixto palestino e israel¨ª. La Zona C, controlada civil y militarmente por Israel, comprende el resto de los territorios palestinos, en los que se encuentran tambi¨¦n los asentamientos israel¨ªes. Representa alrededor del 63% de los territorios y alberga a m¨¢s de 150.000 habitantes palestinos y 326.000 colonos israel¨ªes.
En este caos geopol¨ªtico, la gesti¨®n profundamente politizada de los recursos y las infraestructuras h¨ªdricas son un verdadero nudo gordiano. El escaso mantenimiento por parte de los palestinos, la injerencia militar israel¨ª, la dificultad de coordinar los diferentes niveles administrativos ?todo sutiles estratagemas pol¨ªticas? mantienen alta la tensi¨®n. Mientras tanto, las vidas de decenas de miles de personas sufren las consecuencias a diario.
Las zonas m¨¢s afectadas por la escasez de agua "son las rurales y los campos de refugiados", explica Meg Audette, subdirectora de operaciones de UNRWA, el organismo de Naciones Unidas que se ocupa de los campos de refugiados. "En los campos, las infraestructuras son viejas y el UNRWA no tiene autoridad para construir otras nuevas. ?nicamente podemos controlar la calidad del agua y hacer intervenciones m¨ªnimas".
Seg¨²n Majida Alawneh, directora del Departamento de Calidad del Agua de la Autoridad Palestina del Agua (PWA, por sus siglas en ingl¨¦s), "hay m¨¢s de cien proyectos esenciales que, o bien no se han aprobado, o han sufrido retrasos a causa de la Administraci¨®n Civil Israel¨ª. A menudo cuentan con el apoyo de la cooperaci¨®n internacional. En los ¨²ltimos siete a?os, la autoridad israel¨ª ha aprobado muy pocos pozos nuevos. Entretanto, el agua disponible ha disminuido de 118 millones de metros c¨²bicos en 1995 a 87 en 2014. Todo esto mientras la poblaci¨®n de Cisjordania crec¨ªa de 1,25 millones a 2,7 millones de habitantes.
Para las ONG como B'Tselem y muchas otras, israel¨ªes e internacionales, activas en Cisjordania ?por ejemplo Oxfam, Cooperaci¨®n para el Desarrollo de los Pa¨ªses Emergentes (COSPE) y el Grupo de Voluntariado Civil (ambas italianas)? "la ra¨ªz del problema y de la injusticia se encuentra en la Zona C". As¨ª lo explica Gianni Toma, de COSPE, una organizaci¨®n no gubernamental que desarrolla diversos proyectos en los territorios de Cisjordania. "Es una zona maltratada por el Ej¨¦rcito israel¨ª y olvidada por la Autoridad Palestina, que est¨¢ m¨¢s interesada en desarrollar centros urbanos como Nabl¨²s, Ramala y Yen¨ªn".
En la Zona C, de 180 pueblos, solo 16 est¨¢n conectados a la red de h¨ªdrica. "Aun as¨ª, no lo est¨¢n a las fuentes", puntualiza Amit, de B'Tselem, "sino ¨²nicamente a las redes de los asentamientos israel¨ªes. En la pr¨¢ctica, se convierten en dependientes de la red de Mekorot, que asigna cuotas fijas a los palestinos, mientras que los asentamientos israel¨ªes reciben el agua seg¨²n la demanda". El resultado es que durante los periodos de escasez, en los meses m¨¢s c¨¢lidos, la presi¨®n cae un 40% porque las colonias tienen prioridad. A los palestinos no les queda m¨¢s remedio que esperar el agua durante semanas y a menudo solo la reciben en plena noche".
En el campamento beduino pr¨®ximo a Ein al Hilweh, en el valle del Jord¨¢n, dentro de la Zona C, Mahmud tiene unas 500 ovejas. Su reba?o y sus pastores necesitan 10 metros c¨²bicos de agua al d¨ªa, pero sus pozos est¨¢n agotados. Cuenta que, a pesar de ser un pastor n¨®mada, no puede desplazarse por motivos de seguridad impuestos por el Ej¨¦rcito.
"Hemos pedido varias veces que se nos permita acceder a la red de suministro, pero no es posible. Tenemos un pozo pero no podemos usarlo. Tampoco podemos marcharnos, as¨ª que nos vemos obligados a traer bidones de agua con tractores. Esto est¨¢ acabando con nosotros. M¨¢s del 50% de nuestros ingresos van a cubrir los costes del agua", explica. "Tambi¨¦n tenemos miedo de que el Ej¨¦rcito israel¨ª nos confisque nuestros medios de vida, como ya ha pasado".
En la Zona C, m¨¢s de 30.000 personas viven en condiciones similares, muchas con un consumo de agua inferior a 20 litros al d¨ªa, seg¨²n datos de la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinaci¨®n de Asuntos Humanitarios (UN-OCHA). El precio que pagan (400% superior a una factura de agua normal) tambi¨¦n es prohibitivo y m¨¢s que suficiente para instalar bombas de agua suplementarias, ya que la presi¨®n suele ser escasa, incluso a ras de suelo. A menudo hay interrupciones del suministro debido a las maniobras militares, que se anuncian de repente.
"La comparaci¨®n entre Ein al Hilweh y el asentamiento israel¨ª de Ro'i es inhumana", denuncia Amit. "Aqu¨ª, la familia de Mahmud consume menos de 20 litros al d¨ªa. En el asentamiento, una persona consume m¨¢s de 460 litros".
Varias personas entrevistadas, tanto israel¨ªes como palestinas, que prefieren no revelar su nombre por la posici¨®n que ocupan y porque se trata de un tema delicado pol¨ªticamente, cuentan que, en realidad, los israel¨ªes no son los ¨²nicos que restringen el suministro de agua (aunque 97 proyectos para Cisjordania apoyados por pa¨ªses donantes en los ¨²ltimos seis a?os est¨¢n a la espera de la aprobaci¨®n de Israel). La Autoridad Palestina no ha hecho nada por mejorar las cosas. Por el contrario, han utilizado la situaci¨®n como instrumento pol¨ªtico contra la proliferaci¨®n de asentamientos, que no deja de aumentar, y para seguir contando con el consentimiento de la poblaci¨®n. Seg¨²n Uri Schor, portavoz de la Autoridad del Agua Israel¨ª, fue la Autoridad Palestina la que no particip¨® en la Comisi¨®n Conjunta para el Agua, el espacio electivo en el que negociar estrategias comunes entre ambos pueblos. Su ausencia bloque¨® importantes proyectos.
La cuesti¨®n del agua se aborda en el Art¨ªculo 40 de los Acuerdos de Oslo, un texto transitorio aprobado en 1993 y previsto para durar algunos a?os como m¨¢ximo. "Hoy en d¨ªa, es el ¨²nico marco que tenemos a nuestra disposici¨®n", se?ala Natasha Carmi, de la Unidad de Apoyo a la Negociaci¨®n de la Organizaci¨®n para la Liberaci¨®n de Palestina. "El agua es uno de los cinco puntos clave de los acuerdos. El objetivo es un uso equitativo por parte de los dos pueblos con un consumo per c¨¢pita equilibrado. Sin embargo, en la actualidad, cada palestino dispone de una media de 70 litros diarios, frente a los 280 litros de media para cada israel¨ª y los 350 para un habitante de un asentamiento de Israel. El umbral de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud para poder llevar una vida saludable son 100 litros. Sin acceso al agua, no puede haber acuerdo".
"Estamos hartos de que el agua se utilice como baza pol¨ªtica", denuncia Mohamad, un estudiante de la Universidad de Bir Zeit. "Los israel¨ªes se sirven de ella para apuntalar la ocupaci¨®n y la Autoridad Palestina de Mahmud Ab¨¢s como uno de los pocos medios que tiene para mantener el estado de cosas mientras sigue siendo incapaz de negociar la paz". El descontento no deja de aumentar y no se puede excluir la posibilidad de una nueva crisis del agua durante este verano. Aunque disminuyese la presi¨®n pol¨ªtica israel¨ª, las infraestructuras seguir¨ªan siendo deficientes. Los pozos tienen por t¨¦rmino medio una profundidad de m¨¢s de 300 metros, dif¨ªcil de alcanzar, y las reservas son cada vez m¨¢s escasas. Las conducciones datan con frecuencia de la ¨¦poca de Transjordania y las plantas de tratamiento son insuficientes y est¨¢n mal gestionadas. "La calidad de las infraestructuras palestinas es preocupante", reconoce Majida Alawneh, de la PWA. "Hacemos todo lo que podemos para satisfacer la demanda", pero hay que hacer centenares de reparaciones.
Seg¨²n Uri Schor, portavoz de la Autoridad del Agua del Gobierno israel¨ª, la situaci¨®n de par¨¢lisis provocada por los palestinos en la Comisi¨®n Conjunta para el Agua ha retrasado durante a?os el desarrollo de nuevas infraestructuras. Este hecho es la causa de la imposibilidad de satisfacer la demanda de agua de la zona. Aunque los palestinos, por boca de los gobernantes locales y la Autoridad Palestina del Agua, insisten en que la ¨²nica causa de la escasez es la ocupaci¨®n militar israel¨ª, los datos de la Oficina Central de Estad¨ªstica de Palestina muestran que las conducciones palestinas pierden cada a?o 26 millones de metros c¨²bicos de agua, lo cual representa m¨¢s del 40% de toda el agua consumida y m¨¢s de la mitad del consumo de Gaza, donde la situaci¨®n ha alcanzado cotas de aut¨¦ntica crisis, sobre todo en lo relacionado con la higiene.
El jefe de la Coordinaci¨®n de Actividades Gubernamentales en los Territorios (COGAT, por sus siglas en ingl¨¦s) de Israel, Yoav Mordechai, explicaba en una entrevista con Haaretz que, "seg¨²n c¨¢lculos palestinos, el 96% del agua que extraen de los acu¨ªferos (capas subterr¨¢neas de roca que contienen agua dulce) en realidad no es potable. Por eso son tan dependientes del suministro de agua de Israel. El tratamiento de las aguas residuales por parte de la Autoridad Palestina tiene graves deficiencias y los c¨¢lculos oficiales prev¨¦n que durante los pr¨®ximos a?os haya un gigantesco d¨¦ficit de decenas de millones de litros c¨²bicos de agua". Numerosos entrevistados que prefieren permanecer en el anonimato insin¨²an que las elites econ¨®micas de Ramala extraen ping¨¹es beneficios de la crisis vendiendo agua depurada, a menudo procedente de un proveedor israel¨ª a precios elevados.
Hay que destacar tambi¨¦n algunos indicios positivos. En Nabl¨²s, la primera planta depuradora a gran escala se inaugur¨® gracias a la cooperaci¨®n alemana. "Creo que los israel¨ªes entienden que esta clase de proyecto es beneficioso para ambos", afirma Imad Masri con una sonrisa. Incluso parece que se ha reabierto el di¨¢logo entre los enemigos. El 15 de enero Yoav Mordechai, coordinador de las actividades gubernamentales en los territorios, y Husein al Sheij, ministro del Interior palestino, firmaron un acuerdo ¨Cque llevaba seis a?os bloqueado - para reanudar las actividades de la Comisi¨®n Conjunta para el Agua y debatir nuevas infraestructuras e instalaciones para el agua potable y la gesti¨®n de las residuales.
"Esperamos que el acuerdo sirva de ejemplo para muchas otras zonas", se?ala Seth Siegel, autor del libro H¨¢gase el agua y experto en la pol¨ªtica del agua de su pa¨ªs. "Israel es l¨ªder en tecnolog¨ªa h¨ªdrica y puede hacer mucho por los palestinos. El error de la Autoridad Palestina ha sido no coordinarse con los israel¨ªes, perjudicando as¨ª a los palestinos. Lo que necesitamos en estos momentos es pragmatismo".
Por ahora, la vida de Abed al Mahdi y de muchos beduinos, agricultores y familias palestinas sigue pendiente de un suministro de agua inexistente. "Esto es ocupaci¨®n y violencia pol¨ªtica", denuncia Mahdi mientras su nieto arranca el tractor. "No ha pasado nada desde 1948. ?Qu¨¦ podr¨ªa pasar ahora?"
TEXTO y VIDEOS: Emanuele Bompan
FOTOGRAFIA y PAGINA WEB: Gianluca Cecere
MAPAS: Riccardo Pravettoni
AGRADECIMIENTOS:
POR SU APOYO
POR LA COLABORACI?N
Marirosa Iannelli, Universidad de G¨¦nova
Traducci¨®n al espa?ol
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