Batalla en un para¨ªso
Carlo Benetton, el hermano peque?o de la familia que controla el imperio textil italiano, es uno
de los muchos millonarios del planeta enamorado de la Patagonia argentina. En 1991, el grupo compr¨® en este para¨ªso 900.000 hect¨¢reas (un espacio mayor que la Comunidad de Madrid) en las que cr¨ªan casi 100.000 ovejas,
que llegaron a producir el 10% de la lana de la firma. Carlo viaja cuatro veces al a?o para disfrutar con amigos y de paso controlar la producci¨®n que ser¨¢ la base de su ropa. Pero su pl¨¢cida y enorme finca se ha encontrado
con un problema al que nadie sabe c¨®mo hacer frente: un grupo de mapuches, los ind¨ªgenas que ocupaban
estas tierras hasta que fueron pr¨¢cticamente aniquilados por los argentinos a finales del siglo XIX, se ha instalado en una peque?a parcela con la intenci¨®n declarada de ¡°empezar la reconstrucci¨®n del pueblo mapuche¡±.
¡°Esto es como si yo ahora fuera a Inverness, en Escocia, a reclamar las tierras de mis antepasados¡±, protesta Ronald McDonald, nieto de escoceses que llegaron a la Patagonia para cuidar ovejas, y administrador general
de la empresa de Benetton, Compa?¨ªa de Tierras del Sud Argentino. McDonald recorre con un todoterreno
la enorme finca en un paraje sobrecogedor, con los majestuosos Andes de fondo. Solo las ovejas y el viento patag¨®nico rompen el silencio. Los gauchos que las pastorean tambi¨¦n son
mapuches. Algunos son primos de los rebeldes. Pero unos cobran de
Benetton y llevan caballos ensillados, los otros no tienen casi nada y montan a pelo, como sus
antepasados.
La tensi¨®n es permanente. ¡°?De qui¨¦n es la Patagonia? Ellos hablan de violencia, pero mataron y humillaron a nuestros abuelos, repartieron a las ni?as para los hombres en Buenos Aires. Ellos agacharon la cabeza,
nosotros hemos dicho basta. Ya no tenemos miedo¡±, reta Soraya Maico?o, portavoz del grupo. La Constituci¨®n argentina permite la reclamaci¨®n de tierras de los pueblos originarios, pero
Benetton rechaza el derecho ancestral al que apelan los
mapuches y asegura que vinieron de Chile. ¡°Ac¨¢ son tan inmigrantes como mi abuelo¡±, remata McDonald.
La familia Benetton compr¨® 900.000 hect¨¢reas en las que cr¨ªan casi 100.000 ovejas
La Patagonia siempre fue una tierra de excesos y forajidos. A pocos kil¨®metros de la estancia de Benetton, en Cholila, se refugiaron en 1901 Butch Cassidy y Sundance Kid, m¨ªticos bandidos de EEUU. Casi todo aqu¨ª se ha hecho siempre por las bravas. Y esta vez no parece diferente. En Leleque, la estancia principal de Benetton, muestran que son una compa?¨ªa productiva, y no una finca de recreo para millonarios. Tienen todo en regla, aunque nunca aclaran por cu¨¢nto compr¨® la familia estas tierras inmensas. La justicia est¨¢ de su lado. De momento, los mapuches solo tienen un peque?o poblado con tiendas y 20 personas de forma permanente. Pero est¨¢n muy organizados y dispuestos a resistir como sea. Llevan casi dos a?os, y el ¨²ltimo intento de desalojo acab¨® con 14 heridos, uno de ellos de una bala disparada por la polic¨ªa. McDonald defiende el modelo de enormes latifundios, frecuente en toda Argentina. ¡°En la Patagonia solo funcionan las grandes extensiones, por los inviernos tan duros. Si les damos unas hect¨¢reas solo van a tener una econom¨ªa de subsistencia con ayudas del Estado. De esta forma tenemos 130 empleados directos y damos trabajo a unas 200 personas con una econom¨ªa sustentable¡±, sostiene.
Ronald McDonald, administrador general de las estancias de Benetton
"Es como si yo voy a Escocia a reclamar las tierras de mis abuelos"
"Nosotros no reconocemos fronteras, nuestro pueblo abarca de mar a mar"
A pocos kil¨®metros, en Vuelta del R¨ªo, est¨¢ la zona ocupada. Jessica, una mapuche que vino de Esquel, se acomoda su pa?uelo palestino en la cabeza a la puerta de una precaria caba?a de vigilancia. Con un fuego al aire libre ¨Cviven sin agua corriente ni electricidad- cocinan una carne e intentan esquivar el fr¨ªo. Algunos usan pasamonta?as para evitar ser reconocidos. ¡° Benetton es el foco del conflicto por su peso pol¨ªtico. El objetivo de fondo es fortalecernos como pueblo¡±, cuenta Jessica. Mirtha, de rasgos m¨¢s claramente ind¨ªgenas, baj¨® de las reservas de Cushamen: ¡°Ellos tienen balas, nosotros piedras. Sabemos que est¨¢n desesperados por sacarnos. Pero no van a poder¡±, dice con seguridad. No se van a ir. Ya hay incluso un ni?o nacido en el campamento. Su plan es de largo plazo: convencer a todos los mapuches para alzarse contra Benetton y otros terratenientes, construir un nuevo estado dentro del territorio chileno y argentino. ¡°Nosotros no reconocemos fronteras, nuestro pueblo abarca de mar a mar¡±, cuenta Maico?o. Atilio y Rosa Curi?anco se hicieron famosos en 2007 porque ocuparon otra parcela de las tierras de Benetton. Llegaron a viajar a Italia para convencer al patriacra, Luciano, sin ¨¦xito. As¨ª que siguen ocupando 500 hect¨¢reas sin papeles ni derechos. Pero ya nadie intenta echarlos. No aprueban la violencia. ¡°La manera que estos j¨®venes de luchar no es aceptada por las 110 comunidades de ac¨¢. Pero s¨ª la idea de recuperar las tierras. Ac¨¢ destruyeron una cultura. Venimos de sangre milenaria y queremos juntar lo que desparram¨® el huinca [blanco]¡±, explican en su peque?o rancho, donde apenas tienen unas gallinas. Les cuesta cultivar las tierras, no tienen maquinaria. Han cumplido 10 a?os all¨ª y se sienten libres, aunque viven en la pobreza absoluta.
Un gaucho en la estancia Leleque, propiedad de Benetton
Resistencia Ancestral Mapuche
Soraya Maico?o, portavoz de los mapuches de Vuelta del R¨ªo
Rosa y Atilio Curi?anco, Los primeros mapuches en ocupar tierras de Benetton en 2007
Los ind¨ªgenas no est¨¢n solos, cuentan con un fuerte apoyo social y pol¨ªtico. ¡°No son ocho locos, detr¨¢s hay una organizaci¨®n, Resistencia Ancestral Mapuche¡± se indigna McDonald, quejoso por el apoyo de Amnist¨ªa Internacional. Le gustar¨ªa que el Estado argentino fuera tan duro como el chileno, que les aplica la ley antiterrorista. De hecho el l¨ªder de estos