Pablo Ferri | M¨¦xico | 15 de Octubre 2018
Despu¨¦s del ataque el escondite de los tres pistoleros que mataron a seis personas en el coraz¨®n de la capital, pero un mes despu¨¦s sigue sin haber detenidos
La noche del viernes 14 de septiembre, tres pistoleros disfrazados de mariachis tirotearon un bar en plaza Garibaldi, uno de los puntos tur¨ªsticos m¨¢s importantes de la capital de M¨¦xico, a menos de un kil¨®metro del Palacio de Bellas Artes, a dos del Z¨®calo, la catedral, el Palacio Nacional... Seis personas murieron y otras siete resultaron heridas. Los asesinos llegaron andando y salieron corriendo de la plaza. En una calle aleda?a a Garibaldi, tres motoristas les esperaban para la huida. Gracias a las c¨¢maras de vigilancia de Ciudad de M¨¦xico, altos mandos de la polic¨ªa de la capital supieron del escondite de los asesinos pocos minutos despu¨¦s del ataque. Cientos de agentes vigilaban el centro de la ciudad aquella noche, v¨ªspera del d¨ªa patrio en M¨¦xico. No hubo detenidos. Ni entonces ni ahora. A un mes del atentado, la polic¨ªa no ha dado con los autores.
Hac¨ªa a?os que no suced¨ªa algo as¨ª en Ciudad de M¨¦xico. Si bien la tasa de homicidios registra una tendencia al alza desde hace tiempo, hay que regresar a 2013 para encontrar un suceso de caracter¨ªsticas similares. En mayo de ese a?o, un grupo criminal secuestr¨® a 13 j¨®venes de una discoteca en la llamada Zona Rosa, el bar Heavens, en pleno centro de la capital, a pocas calles de la sede central de la polic¨ªa. Sus cuerpos aparecieron tres meses m¨¢s tarde en una fosa en las afueras. M¨¢s all¨¢ del horror de la desaparici¨®n y el asesinato de los j¨®venes, llam¨® la atenci¨®n la impunidad con que actuaron los asesinos, tan cerca adem¨¢s del centro de poder policial, en un barrio atestado de c¨¢maras de vigilancia, igual que en el ataque de Garibaldi.
En ambos casos, la sospecha apunt¨® a polic¨ªa de la capital, se?alada habitualmente por corrupci¨®n y mala praxis. No se trata de situaciones aisladas. En algunos casos por omisi¨®n y en otros por corrupci¨®n deliberada, la forma de proceder siempre est¨¢ envuelta en dudas.
EL PA?S ha revisado im¨¢genes de las c¨¢maras de seguridad de la zona, ha reconstruido la huida de los atacantes, de Garibaldi hasta la colonia Guerrero, a un kil¨®metro y medio de distancia, y ha entrevistado a m¨¢s de una docena de vecinos de la Guerrero y a varias fuentes de la polic¨ªa y del sistema de c¨¢maras de vigilancia C-5 para reconstruir lo sucedido aquella noche. La conclusi¨®n es que la huida era dificil¨ªsima, si no imposible. La omisi¨®n o al menos la negligencia de la Secretar¨ªa de Seguridad P¨²blica, comandada desde julio por Raymundo Collins, un veterano de la corporaci¨®n, fue clave en la desaparici¨®n de los asesinos.
El ataque sucedi¨® a las 21.39 de la noche. Los pistoleros dispararon contra un grupo de personas en un bar de la plaza y salieron corriendo. En la huida dispararon de nuevo, hiriendo a otro grupo. Un polic¨ªa que estaba en la plaza se ech¨® al suelo para protegerse de la balacera. Un minuto m¨¢s tarde, a las 21.40, alguien, un polic¨ªa, un paseante, apret¨® uno de los botones de auxilio de la plaza, situado en la esquina de Rep¨²blica de Honduras y el Callej¨®n de la Amargura, muy cerca de donde se produjo el primer ataque. ¡°Un minuto m¨¢s tarde, como mucho dos¡±, explica una fuente policial a este diario, ¡°el sistema de vigilancia C-2 zona centro avisa por los canales de radio Olimpo -el que escuchan los mandos- y de operaciones de lo que estaba pasando¡±. Todas las informaciones apuntan a que se trataba de un nuevo cap¨ªtulo de la guerra que mantienen dos grupos criminales, la Uni¨®n Tepito y la Fuerza Anti-Uni¨®n.
El C-2 zona centro es una de las patas del sistema de vigilancia de Ciudad de M¨¦xico, conocido como C-5, centro de Comando, Control, C¨®mputo, Comunicaciones y Contacto Ciudadano. El C-2 se encarga del centro de la capital, concretamente de la delegaci¨®n [alcald¨ªa] Cuauht¨¦moc, que comprende el casco hist¨®rico, zonas de bares y restaurantes como la Roma o la misma Zona Rosa, y barrios hist¨®ricamente conflictivos como Tepito o las colonias Guerrero y Morelos. Ninguna otra de las 15 delegaciones de la ciudad recibe tanta atenci¨®n como esta.
Una fuente del C-5 indica: ¡°En cuanto pasa eso, hay que armar un cerco, sitiar el per¨ªmetro, porque al final del d¨ªa ha habido un atentado¡±.
Desde el ataque, adem¨¢s del bot¨®n de auxilio, el 911 recibe al menos nueve llamadas denunciando lo ocurrido. Mientras tanto, los monitoristas del C-2, polic¨ªas destinados al sistema de vigilancia, analizan las c¨¢maras de la plaza y alrededores. En pocos minutos ubican a los pistoleros saliendo por plaza Montero, contigua a Garibaldi. Tres motos les esperan. Suben y salen a toda velocidad, en contradirecci¨®n por la calle Rep¨²blica de Per¨². Dos de las motos llegan a Eje Central y viran a la derecha rumbo a la Guerrero. Otra cruza el eje y vira al norte igualmente.
Dos minutos y medio m¨¢s tarde, las tres motos llegan a la colonia Guerrero. Los monitoristas los descubren minutos despu¨¦s, a las 22.07. Se han escondido en alguna vecindad de las calles Soto, Sol o Arteaga. No saben d¨®nde exactamente, pero es cuesti¨®n de dos o tres manzanas. Y lo m¨¢s importante, les han visto entrar, pero no salir. A esa hora avisan de nuevo por los canales de radio, Olimpo inclu¨ªdo. Han pasado 28 minutos desde el ataque.
La polic¨ªa de Ciudad de M¨¦xico divide la zona centro en ocho sectores. Garibaldi pertenece al sector Corredor Centro. Ese d¨ªa, a esa hora, hab¨ªa al menos 40 agentes en el sector centro, que tiene un ¨¢rea de 4.8 kil¨®metros cuadrados, poco m¨¢s que Ciudad del Vaticano. Adem¨¢s, 19 elementos de la polic¨ªa auxiliar apoyaban a los otros en la plaza, que mide algo m¨¢s de una hect¨¢rea. En lo sectores contiguos al centro tambi¨¦n hab¨ªa polic¨ªas. Al menos 249 agentes en un radio de no m¨¢s de cinco kil¨®metros desde la plaza Garibaldi.
Fuentes del Estado Mayor Policial indican sin embargo que el n¨²mero podr¨ªa haber sido a¨²n mayor, ya que en ocasiones, los subsecretarios de operaci¨®n policial zonas norte y sur, Edgar Bautista y ?lvaro S¨¢nchez, que controlan a decenas de miles de efectivos, mandan agentes extra a vigilar el centro. Dado que era viernes por la noche, v¨ªspera de la festividad patria de M¨¦xico y cientos de visitantes llegar¨ªan a la plaza, no ser¨ªa raro que el n¨²mero hubiera sido mayor. Preguntado al respecto por este diario, el secretario Collins dice que no sabe exactamente cu¨¢ntos polic¨ªas hab¨ªa en la zona Centro.
Dos decenas de patrullas policiales llegan entre las 22.00 y las 23.00 del viernes a la colonia Guerrero. Al menos cinco vecinos del barrio entrevistados por este diario as¨ª lo atestiguan. Antonio Badillo, de 56 a?os, vigilante de un estacionamiento en la calle Sol, recuerda que pasadas las 22.00, vio por lo menos ¡°20 patrullas¡± entrando por la calle Sol en direcci¨®n al centro de la colonia. ?l, cuenta, estaba en la calle, en la puerta del estacionamiento. Magdalena Casta?eda, 37, recepcionista de hotel, dice que esa noche estaba hablando con otros vecinos en la calle, cuando vio pasar a las patrullas. Decenas de patrullas, dice. En la calle Arteaga, Manuel, taxista de 69 a?os, dice que los polic¨ªas ¡°tumbaron¡± la puerta de su vecindad y entraron a los golpes, registrando todo. ¡°Me preguntaron que qui¨¦n hab¨ªa entrado, que a qui¨¦n ten¨ªa escondido¡±. Al no encontrar a nadie, se fueron.
Collins dice que ¨¦l mismo mand¨® a la polic¨ªa a la Guerrero: ¡°Ellos se pierden en las calles Luna y Sol, luego ya no sabemos para d¨®nde agarraron. Se pein¨® toda la zona pero no los encontramos. Se meten a cualquier casa y ya con eso¡ ¡±. ¡°En la colonia Guerrero hay callejones, casas chicas, vecindades, puedes esconderte sin problemas. Nos llevaban ventaja de tiempo. Es clave. Si estamos en persecuci¨®n en tiempo real traemos un 95% de eficacia. Y en este caso, para cuando los vemos en las c¨¢maras, estos se?ores ya estaban escondidos¡±, justifica.
Preguntado por qu¨¦ no se cerc¨® la colonia Guerrero, el secretario explica que cerca de ah¨ª est¨¢ el Circuito [una avenida circunvalatoria que rodea parte de la ciudad]. ¡°No es que digas: ¡®llegan a la Guerrero y se quedan en la Guerrero¡¯. Pudieron haber agarrado hacia el circuito, o hac¨ªa abajo de Tlatelolco¡±.
-Pero les habr¨ªan visto las c¨¢maras.
-No necesariamente. Porque muchas veces cambian, van en moto y se pasan a un carro. Tiene su complejidad la delincuencia. Y tampoco se iban a exponer a que les bloque¨¢ramos las calles. Yo creo que de alguna manera se metieron en alg¨²n lugar.
La presencia masiva de la polic¨ªa se mantuvo ese fin de semana y la semana siguiente, seg¨²n los vecinos. Pero no hubo detenciones. Y sigue sin haberlas.