Jocelyn Bell
Astrof¨ªsica
Irlanda del Norte, 1943
M¨¢s de dos a?os para construir un telescopio y m¨¢s de cinco kil¨®metros de papel de anotaciones le hicieron falta a Jocelyn Bell para dar con el p¨²lsar; lo que ella en alguna ocasi¨®n ha definido como algo parecido a un faro, un cuerpo extraordinariamente compacto que rota sobre s¨ª mismo emitiendo radio-ondas. El descubrimiento le dio el Nobel en 1974 a su director de tesis, Antony Hewish (junto a Martin Ryle), cuando Bell era alumna de posgrado en la Universidad de Cambridge.
Una cient¨ªfica m¨¢s que se qued¨® fuera del reconocimiento por su trabajo. Mientras Hewish daba entrevistas sobre el hallazgo cient¨ªfico, a ella le preguntaban por su pelo, su cuerpo o si ten¨ªa novio. Sin embargo, eso no le impidi¨® continuar un trabajo que todav¨ªa se alarga y que comenz¨® con la extensa biblioteca que hab¨ªa en su casa, en Irlanda del Norte. A Bell le fascinaban los libros de astronom¨ªa, tal vez porque su padre era uno de los arquitectos encargados de reformar el planetario Armagh. Bell estudi¨® en un colegio cu¨¢quero para chicas en York, de ah¨ª pas¨® a la Universidad de Glasgow y luego a la de Cambridge, Southampton, la University College de Londres y el Real Observatorio de Edimburgo. Ha impartido clase en varias universidades, recibido decenas de reconocimientos y es miembro (y presidenta durante dos a?os) de la Real Sociedad Astron¨®mica de Londres. Ahora, ya jubilada del mundo de la investigaci¨®n, es profesora visitante de la Universidad de Oxford y presidenta de la Real Sociedad de Edimburgo.
¡°Adem¨¢s de referentes como la Nobel Marie Curie, la sociedad necesita modelos normales, cotidianos, para generar vocaciones cient¨ªficas en las ni?as¡±.
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