En Guatemala se registraron 47.000 embarazos de menores de 19 a?os en 2020. Esta es la historia de Sharon, quien con 14 a?os espera su segundo hijo.
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Tiene apenas 14 a?os y su cuerpo ha sufrido ya pr¨¢cticamente todas las violencias. La de una figura paterna que abus¨® sexualmente de ella; la de un Gobierno que le prohibi¨® abortar; la de un sistema que no consigue evitar un segundo embarazo y la de una madre que asegura que ¡°ella se lo busc¨®¡±.
Sharon sobrevivi¨® a dos violaciones de su padrastro por las que tiene un hijo, Jonathan Eduardo, de un a?o. Tambi¨¦n es una ni?a a la que le gustaba ir al cole y comer pollo frito, pero de eso ya casi no queda rastro. ¡°No le doy el pecho porque me sangra¡±, cuenta, mientras prepara el primer biber¨®n. Se agarra la panza de pronto; espera otro beb¨¦.
En noviembre conoci¨® a un chico de 22 a?os con el que empez¨® a salir y qued¨® embarazada al mes. Aunque lo disimule, teme el parto y la sangre brotando de los pezones. Las travesuras de Fernanda y Ashley, las hijas de su madre, Coni, y el abusador de Sharon, la sacan a menudo de sus pensamientos, pero no puede rega?arlas. ¡°Son las ni?as bonitas de mi mam¨¢¡±, dice.
El parecido de las peque?as con Jonathan es evidente. Parecen hermanos. Lo son. ¡°S¨ª, son iguales a ¨¦l¡±, reconoce en referencia a su padrastro y abusador. El biber¨®n es un refugio en una casa de dos espacios en la que viven seis: Coni, Sharon, Alexander, de 12 a?os; Fernanda y Ashley, de dos y tres, y Jonathan Eduardo, a¨²n ajeno a la violencia que vivi¨® su madre.
Cuando Sharon ten¨ªa 12 a?os, su padrastro la peg¨® y viol¨® en el patio, borracho y con sus propias hijas delante, que solo ten¨ªan unos meses. Horas despu¨¦s lo denunci¨® y desde el a?o pasado est¨¢ preso. La televisi¨®n es la banda sonora de la mon¨®tona vida de Sharon, quien solo despega los ojos del aparato cuando alguno de los ni?os rompe a llorar.
¡°Te?o hambe¡±, balbucea Fernanda. Es la una de la tarde y Coni a¨²n no ha llegado. Est¨¢ citada como acusada por una denuncia an¨®nima de maltrato infantil. No saben cu¨¢ndo volver¨¢. Alexander mete unas monedas en su bolsillo y agarra la bicicleta para ir a la tienda con la m¨¢s peque?a. San Francisco es uno de los barrios m¨¢s peligrosos del departamento de Jalapa.
En Guatemala el aborto es ilegal en pr¨¢cticamente todos los casos. Ni la voluntad de la mujer, ni las violaciones, ni las malformaciones en el feto son razones suficientes para una interrupci¨®n voluntaria del embarazo segura y gratuita. Durante el 2020, 47.000 ni?as de menos de 19 a?os quedaron embarazadas sin otra opci¨®n que parir. Cerca de 2.000 solo ten¨ªan entre 10 y 14.
Los ni?os vuelven con una gaseosa de mora y hambre. Coni acaba de regresar y deja en la mesa de la cocina un envase de pollo frito y tortillas y se marcha de nuevo. Sharon divide su trozo de carne con Jonathan, que mastica con torpeza. Alexander le pregunta ansioso sobre el beb¨¦ que espera: ¡°?Ya sab¨¦s si va a ser var¨®n?¡±. Ella muerde despacio sin muchas ganas de hablar.
Mar¨ªa Jos¨¦ Urrutia, la psic¨®loga de Mujeres Transformando el Mundo (MTM) que ha acompa?ado a Sharon el ¨²ltimo a?o, aparece en una de sus rutinarias visitas. El cap¨ªtulo de El Correcaminos es lo ¨²nico que se escucha entre los reclamos de Coni a su hija: ¡°Vos te lo buscaste. Vos bajaste en la noche con ¨¦l porque quisiste. Uno no puede deshonrar a su madre as¨ª¡±.
La rabia se le olvida cuando juega con las ni?as. Con ellas parece que vuelve a ser una madre emp¨¢tica. ¡°Esta conducta no es at¨ªpica¡±, dice Urrutia, ¡°muchas madres se sienten traicionadas por sus esposos e hijas¡±. Aunque han intentado que Coni se uniera a las terapias que ofrece MTM, se niega: ¡°Sin el sueldo de ¨¦l, tengo que trabajar m¨¢s. ?Qu¨¦ le hago?¡±.
¡°Ten¨ªa p¨¢nico¡±, espeta la psic¨®loga al recordar los primeros d¨ªas de consulta y los ojos empa?ados en l¨¢grimas de una Sharon a¨²n m¨¢s menuda e insegura. ¡°Le temblaban las manos y no paraba de preguntarme por el parto¡±, susurra para que la joven, en la habitaci¨®n contigua, no la oiga. El llanto incesante del peque?o Jonathan ayuda a mantener el secreto.
Hace d¨ªas que Sharon no sabe nada de su novio. Va y vuelve del mercado con la esperanza de verlo donde siempre, pero no est¨¢. Ni rastro del puesto de verduras en el que lo conoci¨® desde que le dio la noticia del embarazo. ¡°Ya va a volver¡±, resopla. Su mirada vigila incansable a los tres peque?os, que a veces son la excusa para cambiar de tema.
Ana Donis, componente legal del colectivo MTM, critica la ¡°falta de respuesta inmediata del Estado¡±: ¡°A muchas las vuelven a violar a pesar de haber denunciado¡±. Sharon fue institucionalizada durante una semana en un albergue de protecci¨®n infantil, a petici¨®n de la Fiscal¨ªa. ¡°Hasta que su madre contrat¨® a una chica que hace las labores del hogar¡±, explica Urrutia.
La lucha por la legalizaci¨®n del aborto en Guatemala es similar a la de David contra Goliat. ¡°Esta sociedad machista y religiosa prima la vida de los que a¨²n no la tienen¡±, critica Donis. La historia de una de los cientos de ni?as atendidas la obliga a seguir enfrent¨¢ndose al gigante: ¡°Me dec¨ªa que no quer¨ªa ser madre por si el beb¨¦ le quitaba sus juguetes. Les est¨¢n robando su derecho a ser ni?as¡±.
Tres tomates, cuatro bolsas de agua potable, champi?ones pasados y un caldero con sopa de gallina de hace unos d¨ªas. Es m¨¢s f¨¢cil enumerar lo que tiene la familia que lo que le falta. Fernanda abre y cierra la nevera buscando una merienda que no sea un tomate. Pero no la hay.
Sharon preferir¨ªa estar en la escuela, pero no volver¨¢. Durante su primer embarazo se escond¨ªa bajo abrigos anchos, ¡°pero se dieron cuenta¡±. Se burlaron y dej¨® de ir. Sus horarios los rigen ahora el hambre de su beb¨¦ y los reclamos de sus hermanos. Este es el tercer pa?al que cambia hoy en esta cama, apoyada sobre cuatro ladrillos y ubicada en lo que tambi¨¦n es la cocina.
De toda la violencia que ha sufrido Sharon, la que m¨¢s pesa es la que ejerci¨® su madre. Pero ese desprecio ya no formar¨¢ parte del segundo embarazo. A finales de marzo, un mes despu¨¦s de que EL PA?S acompa?ara a la familia, Sharon pas¨® unas semanas en un centro de acogida. Y, finalmente, la jueza otorg¨® su tutela a la t¨ªa. Los d¨ªas ahora se cuentan para atr¨¢s. Y, por ahora, el ¨²nico futuro que anhela esta ni?a es el de un parto sin dolor y una lactancia sin sangrado.
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