Margaritas, amapolas, claveles y palmeras datileras: as¨ª demostr¨® Gaud¨ª su pasi¨®n por las plantas
El arquitecto modernista que ¡°nunca defrauda¡± levant¨® cientos de joyas arquitect¨®nicas por toda la geograf¨ªa espa?ola. Su ostentosa simbolog¨ªa desvela el amor que el artista profesaba por la jardiner¨ªa
El arquitecto catal¨¢n Antoni Gaud¨ª (1852-1926) despierta la pasi¨®n por la arquitectura, incluso para aquellas personas menos interesadas por este noble arte. Sus dise?os cuidan tanto los detalles que cada m¨ªnimo picaporte, pasamanos, azulejo o teja forma parte de la armon¨ªa del conjunto. Gaud¨ª ¡°nunca defrauda¡±, como verbaliza una mujer emocionada al lado de su marido, al apreciar las curvas sinuosas de uno de sus muebles expuestos en el Museo Casa Botines de Le¨®n.
A medida que se indaga en la obra de este genio, m¨¢s puertas se abren, y cada una de ellas es un nuevo horizonte a distintos aspectos constructivos, atendidos con esmero. Una parte menos conocida de sus proyectos tiene que ver con la jardiner¨ªa, habiendo dise?ado algunos vergeles, como el de Can Artigas. Pero tambi¨¦n se puede hacer un repaso de su amor por las plantas al visitar varias de sus creaciones.
Por ejemplo, en El Capricho, una fantas¨ªa construida entre 1883 y 1885 en Comillas (Cantabria), donde el invernadero es uno de los corazones que estructuran su espacio. No contento con esta dotaci¨®n de plantas naturales, Gaud¨ª llen¨® muchos de los recovecos de esta obra con especies de todo tipo. La que cautiva de inmediato es el girasol (Helianthus annuus), que decora todo el edificio. Esta enorme inflorescencia, y sus hojas, se hallan presentes en hileras de azulejos con sus formas, desde las paredes hasta la mism¨ªsima chimenea. El maestro ceramista supo captar a la perfecci¨®n la anatom¨ªa de este margarit¨®n, que simboliza el sol y su luz bienhechora. Igualmente, otras margaritas, con cualquier aspecto imaginable, jalonan los rincones de la arquitectura gaudiana por doquier. Principalmente, el material donde reinan es la cer¨¢mica. As¨ª, es en los acabados con la famosa t¨¦cnica del trencad¨ªs ¡ªdonde se utilizan pedazos cer¨¢micos para recubrir superficies¡ª el lugar donde m¨¢s margaritas aparecen, muchas con colores imposibles.
Todav¨ªa dentro de esta familia de las margaritas hay otra invitada en los ornamentos de este arquitecto. Al igual que el girasol, tambi¨¦n proviene de Am¨¦rica, y es muy querida en M¨¦xico. Se trata del clavel turco o clavel¨®n de Indias (Tagetes erecta), inconfundible con sus tonos amarillentos o anaranjados y de aroma penetrante, en especial cuando se frotan sus hojas. Al igual que ocurriera con el girasol, este clavel¨®n forra otro de los edificios de Gaud¨ª: la barcelonesa Casa Vicens. Parece ser que ser¨ªa el propio Gaud¨ª el que vio esta flor creciendo junto a palmitos (Chamaerops humilis) en el solar que ocupar¨ªa la casa, y decidi¨® que deb¨ªan participar en el dise?o de esta. Pareciera como si hubiera querido incluir el genio del lugar en su composici¨®n. Por otro lado, las hojas del palmito est¨¢n forjadas en hierro en la verja de la casa, en hileras con orientaci¨®n alterna. Es un cierre magistral y bell¨ªsimo, que capta la personalidad de la rigidez de sus tejidos y de su forma palmeada. Tanto debi¨® de gustarle su ejecuci¨®n, que tambi¨¦n a?adir¨ªa unas puertas con este motivo en el Park G¨¹ell. El palmito tiene la peculiaridad de ser una de las pocas palmeras europeas, capaz de resistir condiciones de cultivo extremas. Tanto, que rebrota incluso despu¨¦s de que un fuego arrase todo su follaje, acostumbrada y adaptada a los incendios que se pueden producir en el ¨¢mbito mediterr¨¢neo.
Otra de las palmeras que tienen presencia en los edificios y ornamentaciones de Gaud¨ª es la datilera (Phoenix dactylifera). Bien es sabido que Gaud¨ª profesaba una ferviente fe en la religi¨®n cat¨®lica, y la palmera es uno de sus muchos s¨ªmbolos. De hecho, a los primeros m¨¢rtires cristianos asesinados en tiempos de la antigua Roma se les distingu¨ªa con una hoja de palma de esta especie. Asimismo, sus hojas tambi¨¦n decoran el templo de la Sagrada Familia, el proyecto cumbre de este arquitecto modernista. Junto con la palmera datilera, Gaud¨ª a?ad¨ªa otras especies paradigm¨¢ticas de su tierra mediterr¨¢nea, como el olivo (Olea europaea), la parra (Vitis vinifera) o el trigo (Triticum spp.). Precisamente, una flor que suele acompa?ar a los trigales es la amapola (Papaver rhoeas), planta que Gaud¨ª incluye en jarrones o remates variados, no solo con el rojo de sus p¨¦talos, sino tambi¨¦n con sus capullos o con su fruto. De hecho, en la forja de los ventanales de la Casa Vicens, en la c¨²spide, hay insertos varios frutos de esta amapola o de su compa?era, la adormidera (Papaver somniferum).
Antes de terminar este repaso, habr¨ªa que mencionar el gusto de Gaud¨ª por los cipreses (Cupressus sempervirens), uno de los cuales est¨¢ en un lugar tan prominente como en la fachada del Nacimiento de la Sagrada Familia. Uno de ellos se yergue entre cuatro de las esbeltas torres campanario, en el que tambi¨¦n revolotean blanqu¨ªsimas palomas moldeadas en cer¨¢mica. Claveles, nen¨²fares, azucenas, naranjos, rosas y otras muchas plantas crecen en la obra del Gaud¨ª m¨¢s jardinero, que atestiguan c¨®mo la naturaleza, como ocurre con tantas mentes privilegiadas, fue su gran maestra.