La fragancia de los jazmines
Los pol¨ªticos parec¨ªan m¨¢s bien estar hablando de ellos mismos y de sus familiares, antes de nuestras verdaderas preocupaciones
Hay una perfumada proliferaci¨®n de jazmines en Madrid. Puede ser un efecto maravilloso del confinamiento y de las lluvias de la primavera. Al disminuir la contaminaci¨®n, ha florecido con libertad esta olorosa flor, de vida corta pero con protagonismo intenso. Y florece en una ciudad llena de tensiones pol¨ªticas, familiares, de derechas y de izquierdas. El mismo d¨ªa en que en el Congreso ...
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Hay una perfumada proliferaci¨®n de jazmines en Madrid. Puede ser un efecto maravilloso del confinamiento y de las lluvias de la primavera. Al disminuir la contaminaci¨®n, ha florecido con libertad esta olorosa flor, de vida corta pero con protagonismo intenso. Y florece en una ciudad llena de tensiones pol¨ªticas, familiares, de derechas y de izquierdas. El mismo d¨ªa en que en el Congreso no cesaban de fustigarse con cardos y narcisismo nuestros pol¨ªticos, sal¨ª a disfrutar de la ¡°ciudad Jazm¨ªn¡± para llegar a una conclusi¨®n: mientras m¨¢s embriagador es el paisaje, peor resulta el paisanaje.
Desde mi infancia en Caracas, cuando m¨¢s fea era la situaci¨®n pol¨ªtica, m¨¢s bonitos resultaban los d¨ªas. La ciudad invadida de colores alucinantes mientras el pa¨ªs se desmoronaba. Debe ser en parte la crueldad de la naturaleza y tambi¨¦n que el Congreso parece impermeable a la primavera y a los ciudadanos. Al menos en televisi¨®n, los pol¨ªticos parec¨ªan m¨¢s bien estar hablando de ellos mismos y de sus familiares, antes de nuestras verdaderas preocupaciones.
Prefer¨ª revisar esas noticias que nos han ayudado a sobrellevar estos d¨ªas raros, como el romance de Ana de Armas con Ben Affleck que, al igual que el jazm¨ªn, floreci¨® a la semisombra de la pandemia. Las revistas, faltas de nuevas noticias, se han aferrado a las im¨¢genes de esta pareja, siempre de paseo, queri¨¦ndose y restreg¨¢ndonos su romance de baja intensidad en Beverly Hills. Hasta que lleg¨® la entrega de esta semana, ense?ando los interiores de la casa del actor. Como sospech¨¢bamos, Affleck no tiene talento como interiorista, sus exparejas tampoco (Jennifer L¨®pez podr¨ªa ser excepci¨®n pero por exceso de ideas) y ahora la mansi¨®n parece m¨¢s bien una cl¨ªnica de rehabilitaci¨®n (el actor ha estado en varias), sin ning¨²n objeto lo suficientemente trascendente como para disturbar cualquier terapia. ?Por eso estaban siempre fuera, porque all¨ª dentro se sent¨ªan igual que un rey em¨¦rito con esposa y cu?ada en su Palacio! No podemos dejar de pensar si Ana no ser¨¢ un ingrediente m¨¢s de esa curaci¨®n. Para rehabilitar del todo, la actriz deber¨ªa aportar color en esa casa y que esa relaci¨®n no se marchite como sucede con los jazmines.
Con la desescalada, brotan temas de conversaci¨®n. Carlos Martorell, el c¨¦lebre relaciones p¨²blicas, ha publicado en Diario de Ibiza un encendido art¨ªculo sobre la serie de Netflix, White Lines, L¨ªneas Blancas en castellano. La serie debe su t¨ªtulo a que a uno de sus protagonistas, un DJ bisexual y desordenado, le revienta una bolsa de coca¨ªna dejando sobre el c¨¦sped de la casa donde vive en Ibiza una gruesa l¨ªnea blanca ¡°como de 20 metros de largo¡±, seg¨²n describe Martorell. Es precisamente esa imagen de Ibiza como escenario de fiestas orgi¨¢sticas, para¨ªso de drogas y evasi¨®n a todo trapo lo que ha impulsado a Martorell a convertirse en un enemigo de la serie que, por supuesto, tiene una legi¨®n de fans que adoran todo lo que a ¨¦l disgusta. Martorell es tajante: ¡°Dicen que todo ocurre en Ibiza. Pero el noventa por ciento de la serie se rod¨® en Mallorca¡±. Una aseveraci¨®n de escaso poder rehabilitante que ha abonado la tensi¨®n entre islas. Por su parte, los fans de la vida ibicenca est¨¢n convencidos de que este verano tendr¨¢n que ver la serie para rememorar momentos divinos en sus calas o clubes. Martorell insiste en que ese empe?o en reflejar esa Ibiza excesiva ni es ver¨ªdico ni necesario.
Algo similar a lo que ocurre en el Congreso de los Diputados. Esa isla en fase cero donde no llega nada del exterior, ni siquiera la rehabilitadora fragancia de los jazmines.