Kim Kardashian y Kate Moss: la inesperada amistad de dos de las mujeres m¨¢s influyentes de la cultura pop
Su relaci¨®n se remonta a hace algunos a?os, pero la visita al Vaticano juntas la pasada semana evidencia la alianza (y las diferencias) de las dos grandes prescriptoras de las ¨²ltimas d¨¦cadas
Pese a llevar varios a?os jugando la carta de la inclusi¨®n de perfiles diversos, el entorno de la moda y sus protagonistas sigue siendo elitista y restrictivo. Solo as¨ª se explica que la reci¨¦n descubierta amistad entre Kim Kardashian y Kate Moss haya generado una riada de comentarios en las redes sociales. La primera, estrella de reality, acostumbrada a hacer de la fama por la fama un negocio millonario y de popularizar una est¨¦tica hipersexualizada y carente de prejuicios; la segunda, al¨¦rgica a las redes sociales, top model legendaria y eterno icono de estilo que ejerce una fascinaci...
Pese a llevar varios a?os jugando la carta de la inclusi¨®n de perfiles diversos, el entorno de la moda y sus protagonistas sigue siendo elitista y restrictivo. Solo as¨ª se explica que la reci¨¦n descubierta amistad entre Kim Kardashian y Kate Moss haya generado una riada de comentarios en las redes sociales. La primera, estrella de reality, acostumbrada a hacer de la fama por la fama un negocio millonario y de popularizar una est¨¦tica hipersexualizada y carente de prejuicios; la segunda, al¨¦rgica a las redes sociales, top model legendaria y eterno icono de estilo que ejerce una fascinaci¨®n a prueba de esc¨¢ndalos. Ambos mundos colisionaban en las im¨¢genes que compart¨ªa Kardashian en su Instagram hace unos d¨ªas. Juntas visitaron el Vaticano y documentaron su amistad con varias fotograf¨ªas juntas en la Capilla Sixtina. Les acompa?aba la hija de la modelo, Lila Grace, y el promotor de eventos de lujo para celebridades, Omar Cherif.
En principio, sus respectivos entornos pueden parecer alejados. Kate Moss, amiga de rockeros, de Nick Cave a Mick Jagger o Bobby Gillespie, lider¨® durante los ¨²ltimos a?os del siglo XX lo que los medios especializados denominaron ¡®heroin chic¡¯, una est¨¦tica minimalista y cuidadosamente desarrapada que encumbraba la naturalidad m¨¢s descarnada: ojeras, palidez, pelo descuidado¡.Con el tiempo, y ya encumbrada como prescriptora de estilo, su est¨¦tica se fue depurando a¨²n m¨¢s a medida que sus apariciones medi¨¢ticas se reduc¨ªan. Sus fotos robadas yendo de compras o saliendo de su casa se convirtieron en im¨¢genes aspiracionales para muchos, tanto, que termin¨® por convertir las bailarinas y los pantalones pitillo, siempre negros, en el uniforme del cambio de siglo para buena parte del planeta. Kim Kardashian representa, en principio, lo contrario: exasistente de Paris Hilton, su est¨¦tica siempre ha redundado en la exuberancia sin tapujos. Logotipos, prendas ce?idas, brillos, selfis diarios y una exposici¨®n absoluta de su intimidad televisada semanalmente.
Y, sin embargo, lo cierto es que la amistad entre Moss y Kardashian se remonta a 2014, cuando ambas coincidieron en la fiesta de cumplea?os de Riccardo Tisci en Ibiza. El por entonces director art¨ªstico de Givenchy fue, de hecho, uno de los principales responsables de que Kim Kardashian y su exmarido, Kanye West, comenzaran a ocupar las primeras filas de los desfiles y a prodigarse por los c¨ªrculos m¨¢s exclusivos del sector. Meses antes hab¨ªan protagonizado una pol¨¦mica portada en la edici¨®n norteamericana de Vogue: ?qu¨¦ hac¨ªa una pareja que documentaba sin pudor una vida de excesos retratada en la revista de moda por excelencia? De aquello han pasado seis a?os, en los que Kim se ha esforzado por ganar relevancia dentro de la industria: ha protagonizado campa?as para Balmain, Calvin Klein o Alexander Wang, es una asidua a eventos como la gala anual del museo Metropolitano de Nueva York (sus primeras apariciones en la escalinata hicieron que varias cejas se arquearan) y la orgullosa propietaria de Skims, una firma de prendas reductoras que vestir¨¢ a los deportistas estadounidenses en los Juegos Ol¨ªmpicos de Tokio y que, seg¨²n datos del New York Times, factur¨® cerca de 140 millones de euros el pasado a?o
De hecho, el reencuentro medi¨¢tico entre ambas se produjo a trav¨¦s de otro dise?ador, Kim Jones. Kardashian acudi¨® a Roma para acudir a las oficinas de Fendi, la casa que dirige actualmente Jones (y en la que, curiosamente, trabajaba Kanye West antes de dedicarse a la m¨²sica) en los d¨ªas previos a que la firma desvele su desfile de alta costura. Kate Moss, musa del dise?ador ingl¨¦s desde hace d¨¦cadas, tambi¨¦n acudi¨® a su llamada, aunque se desconoce el motivo. En cualquier caso, su visita conjunta al Vaticano evidencia que dos de los iconos de estilo m¨¢s influyentes del mundo siguen hablando dos lenguajes distintos, e igualmente v¨¢lidos, para expresarse a trav¨¦s de la ropa. Si Moss, consciente del valor medi¨¢tico de su imagen, apareci¨® con un sobrio traje de chaqueta, por supuesto negro, que no se sal¨ªa un ¨¢pice de su uniforme habitual, Kardashian, haciendo gala de su talento para generar conversaci¨®n en las redes, acudi¨® con un vestido de encaje escotado de la firma Barrag¨¢n. No solo romp¨ªa con las normas de protocolo de la visita. Estaba inspirado, nada menos, en la persecuci¨®n eclesi¨¢stica que sufrieron los herejes durante la Inquisici¨®n mexicana. Hasta ese nivel de detalle es capaz de comunicar con cada atuendo.
Pero m¨¢s all¨¢ de las im¨¢genes que demuestran su amistad, la clave est¨¢ quiz¨¢ en sus acompa?antes. Tal y como detalla en una de sus publicaciones, Kardashian acudi¨® a la cita con parte de su s¨¦quito empresarial: dise?adores y gestores de sus diferentes l¨ªneas de cosm¨¦tica y ropa. Si su relaci¨®n deriva, como parece, en alianza profesional, no solo se estar¨ªa gestando una de las colaboraciones m¨¢s influyentes de los ¨²ltimos a?os, tambi¨¦n la fusi¨®n definitiva de dos mundos que, pese al discurso oficial, han tardado a?os en encontrarse: el de la vieja guardia de la moda, tan esquiva como sofisticada, y el de la celebridad del siglo XXI, masiva, desprejuiciada y adicta al espect¨¢culo.