Cardiovascular
Hacerte comisionista y la diabetes tienen eso en com¨²n: te cuelas dulcemente por donde puedes y trincas en silencio
Desde 2018 tengo condici¨®n diab¨¦tica. Me medico para controlarla. Sin embargo, en verano y en Navidad, me relajo demasiado y la enfermedad ataca, en silencio, col¨¢ndose por resquicios, igual que hace la corrupci¨®n en una democracia. El lunes 21 de marzo ten¨ªa que grabar mi participaci¨®n en Masterchef, una colaboraci¨®n habitual tras haber sido finalista de la cuarta edici¨®n del Celebrity. Al entrar al plat¨®, que conozco muy bien, no sab¨ªa d...
Desde 2018 tengo condici¨®n diab¨¦tica. Me medico para controlarla. Sin embargo, en verano y en Navidad, me relajo demasiado y la enfermedad ataca, en silencio, col¨¢ndose por resquicios, igual que hace la corrupci¨®n en una democracia. El lunes 21 de marzo ten¨ªa que grabar mi participaci¨®n en Masterchef, una colaboraci¨®n habitual tras haber sido finalista de la cuarta edici¨®n del Celebrity. Al entrar al plat¨®, que conozco muy bien, no sab¨ªa d¨®nde estaba. La alarma fue may¨²scula, el equipo par¨® la grabaci¨®n y llamaron a casa a preguntar qu¨¦ me pasaba. Desorientado, me puse de muy mal humor, regres¨¦ a casa, donde me encontr¨¦ con la petici¨®n inapelable de que me hiciera revisiones y anal¨ªticas de inmediato, acompa?ada de mi reconocimiento de que no hab¨ªa seguido medic¨¢ndome correctamente.
Una semana despu¨¦s, la desorientaci¨®n culmin¨® publicada en ?Hola! que confundi¨® en titulares sobre la boda de Brooklyn Beckham, Palm Springs con Palm Beach, dos regiones favoritas de los millonarios en Estados Unidos pero en costas muy distintas y muy distantes. Palm Beach en Florida, Palm Springs en California. Una es un pantano y la otra un desierto. Un fallo editorial y geogr¨¢fico tan alarmante como lo que me encontr¨¦ en el hospital Ruber, en Madrid.
La visita result¨® exhaustiva. Y llev¨® a ingresarme inmediatamente para realizar m¨¢s pruebas cardiovasculares, que detectaron un co¨¢gulo oscilando en mi car¨®tida derecha. Nada de esto es visible sin un reconocimiento, sin paciencia y sin ciencia. Acompa?ado de las dos personas que m¨¢s quiero, y con la imagen de Luis Medina paseando a su aristocr¨¢tico perro en la pantalla del televisor, decid¨ª cuanto antes acometer la cirug¨ªa para evitar riesgos. Comenz¨® as¨ª mi primera Semana Santa en la Ruber. Acompa?ado del via crucis particular de Luis Medina, su sucio socio y el alcalde de Madrid, en un negocio tan legal como ¨¦ticamente detestable. En una ocasi¨®n, Medina abri¨® un showroom cerca de la casa donde entonces viv¨ªa y era frecuente verle pasear junto a un diminuto teckel (una variedad de perro salchicha muy cotizada entre los elegantes) y aunque asombraba much¨ªsimo la diferencia de estaturas entre la mascota y su due?o, no dejaba de recordarme a la marquesa Casati. Cuando la vida lo hizo comisionista, Medina opt¨® por perros port¨¢tiles como el de ahora. No s¨¦ si est¨¢ relacionado, pero me inquieta que el juicio sea sobre todo medi¨¢tico algo que tiene que ver tambi¨¦n con nuestra manera de tratar los negocios del rey em¨¦rito. Desde 1789 la aristocracia se siente v¨ªctima.
Hacerte comisionista y la diabetes tienen eso en com¨²n: te cuelas dulcemente por donde puedes y trincas en silencio.
Estos pensamientos caprichosos me acompa?aban en mi habitaci¨®n, mientras esperaba la cirug¨ªa. La operaci¨®n se realiz¨® el martes a las cuatro de la tarde, hay un momento casi de vigilia de torero antes de empezar y cuando llegas al quir¨®fano, desnudo, apenas cubierto por un trapillo como Cristo en los crucifijos, descubres que el quir¨®fano es parecido a un plat¨® de televisi¨®n. En ese ¨¢nimo e inspiraci¨®n me apoy¨¦ toda la intervenci¨®n, sintiendo todas las estrecheces por las que se mov¨ªa a su gusto el co¨¢gulo maligno en mi car¨®tida derecha. Una vez extirpado, regres¨¦ a mi habitaci¨®n y llov¨ªa sobre Madrid, la ciudad donde he vuelto a nacer. Esa noche La 2 emit¨ªa Quo Vadis. Me hice esa pregunta, ?Quo Vadis, Boris? Quiz¨¢s por una mejor circulaci¨®n sangu¨ªnea, la pel¨ªcula me decepcion¨® un poco. Es torpe, Deborah Kerr toda la vida hizo de Deborah Kerr, Robert Taylor es un huevo sin sal. Solo se salva Peter Ustinov y el gasto en leones de la producci¨®n, aparecen en educadas manadas y con el donaire del perro de Luis Medina. Ner¨®n, un emperador que hoy ser¨ªa tan comisionista como em¨¦rito, seguramente di¨¢betico y con problemas cardiovasculares, pero sin los avances cient¨ªficos para extirparlos o prevenirlos.