Las cosas no cambian tanto (y algunas no cambian nunca)
En su carta de este mes, el director Daniel Garc¨ªa repasa las bondades de volver a cierta normalidad y esas bellas posibilidades de nuestro pa¨ªs que siempre se ven mejor con ojos extranjeros
La escena era como de comedia de altos vuelos: 30 o 40 invitados, aterrizados de las mejores agendas de la ciudad, se reu?nen la tarde-noche de un viernes primaveral en un gran piso madrilen?o. Biombos chinos, muebles importantes, retratos antiguos y camareros que pasan con copas de vino. En un momento dado el anfitrio?n, James Costos, embajador de Estados Unidos en Espan?a bajo la presidencia de Barack Obama (y portada de ICON en febrero de 2017), nos...
La escena era como de comedia de altos vuelos: 30 o 40 invitados, aterrizados de las mejores agendas de la ciudad, se reu?nen la tarde-noche de un viernes primaveral en un gran piso madrilen?o. Biombos chinos, muebles importantes, retratos antiguos y camareros que pasan con copas de vino. En un momento dado el anfitrio?n, James Costos, embajador de Estados Unidos en Espan?a bajo la presidencia de Barack Obama (y portada de ICON en febrero de 2017), nos reu?ne en la sala de estar, se sube a una mesa baja (¡°tranquilos, sabi?a que aguantari?a¡±) y comienza un breve parlamento sobre sus an?os en Madrid y el feliz hallazgo que fue para e?l venir. Pero Costos no se habi?a subido ahi? para hablar de si? mismo, sino para presentarnos el programa piloto de Off the Rails, una serie que planea redescubrir nuestro pai?s a trave?s de George y Gioconda Scott, dos hermanos guapos, aristocra?ticos y expertos en gastronomi?a criados en Cazalla de la Sierra.
Off the Rails muestra esa Andaluci?a casi de fa?bula que crei?amos enterrada bajo de?cadas de frenesi? inmobiliario y millones de toneladas de hormigo?n. George y Gioconda visitan bodegas, van al mercado, cocinan, montan cenas al aire libre, hablan con la gente y cabalgan por el campo donde crecieron. El menu? de aquella tarde en Madrid representaba esa fascinacio?n por el lujo de lo sencillo: habi?a quesos, regan?a?s, patatas con mojo y cucuruchos de quisquillas fresqui?simas (las mandaron por MRW). Asi? que me fui a casa muy contento por estar en alguna de esas fabulosas agendas, orgulloso de haberme sobrepuesto del ataque de estre?s social cuando recibi? la invitacio?n y pensando que nada como unos ojos extranjeros para hacerte ver lo que tienes al lado. Porque, como Costos, Eva Lindemann y Michael Kaufmann, los productores del programa, son dos estadounidenses enamorados de Espan?a.
Admito que tambie?n senti? confusio?n: ?acababa de vivir mi primera velada pospande?mica? La casa, la gente, la misma idea de viajar y descubrir, todo me parecio? de fantasi?a, y no solo porque mis di?as transcurran entre paredes ma?s modestas. Escribo estas li?neas la semana que termina la obligacio?n de llevar mascarilla en el exterior; la de los indultos; la de la pole?mica por la prohibicio?n de la UEFA a cubrir el estadio de Mu?nich de los colores de la bandera LGTBIQ, y la de mi cita para que me vacunen.
Suena pospande?mico, aunque la pandemia siga entre nosotros y solo sea porque, hace un an?o, todo habri?a resultado tan fantasioso como imaginarte cabalgando con George y Gioconda Scott por las lomas gaditanas (y sobre todo cuando uno ni siquiera monta a caballo).
Pero tiene que ser verdad que estamos entrando en la nueva fase. En ICON hemos empezado a reincorporarnos a la oficina (aunque claramente no estamos preparados para afrontarlo: nuestro compan?ero In?igo se hizo un esguince bajando la cuesta que llega a EL PAI?S el segundo di?a presencial, e?l mismo lo cuenta en su columna de este mes). Tambie?n abrieron Pari?s (a Fre?deric Beigbeder ya le ha dado tiempo a recluirse en un monasterio para superar la resaca, tambie?n lo cuenta en su columna). Y vera? un monto?n de parejas jubiladas eufo?ricas en el interior de los restaurantes. Si todo esto le da estre?s social, vacacional, o de cualquier otro tipo, piense que en realidad las cosas no cambian tanto. El propio In?igo lo dijo el di?a que si? llego? a la oficina, tomando un cafe? en la terraza del restaurante de menu? al que siempre vamos, despue?s de un an?o ausentes. Dio un sorbo y una calada a su cigarro, miro? a los edificios de enfrente y suspiro?: ¡°Este barrio no lo gentrifican ni a hostias¡±. Al final todo nos va en el cara?cter.
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