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Esta crisis desembocar¨¢ en una ¨¦poca de gloria para las conjunciones adversativas. Muy especialmente para la que reina sobre todas ellas: ¡°pero"
Creo que esta crisis desembocar¨¢ en una ¨¦poca de gloria para las conjunciones adversativas. Muy especialmente para la que, en castellano, reina sobre todas ellas: ¡°pero¡±. Las adversativas poseen el singular talento de frustrar enunciados. Se dibuja ante nosotros un panorama de frustraciones que exigir¨¢, me parece, un uso masivo del ¡°pero¡±.
La pandemia ha forjado un amplio consenso, en Espa?a y en otros muchos lugares, sobre la necesidad de contar con una buena sanidad p¨²blica. F¨ªjense en que los viejos adalides de la privatizaci¨®n, los que pregonaban maravillas sobre la medicina privada...
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Creo que esta crisis desembocar¨¢ en una ¨¦poca de gloria para las conjunciones adversativas. Muy especialmente para la que, en castellano, reina sobre todas ellas: ¡°pero¡±. Las adversativas poseen el singular talento de frustrar enunciados. Se dibuja ante nosotros un panorama de frustraciones que exigir¨¢, me parece, un uso masivo del ¡°pero¡±.
La pandemia ha forjado un amplio consenso, en Espa?a y en otros muchos lugares, sobre la necesidad de contar con una buena sanidad p¨²blica. F¨ªjense en que los viejos adalides de la privatizaci¨®n, los que pregonaban maravillas sobre la medicina privada y, al tiempo, hac¨ªan lo necesario para que las residencias de ancianos quedaran en manos de grandes grupos financieros, presumen ahora de haber dicho y hecho lo contrario. Queremos hospitales grandes, modernos, eficientes y gratuitos.
Vamos con la imprescindible adversativa: queremos una buena sanidad p¨²blica, pero en el futuro vamos a tener enormes dificultades para financiarla. Cuando m¨¢s gasto necesitamos, menor es la recaudaci¨®n fiscal. Deseamos m¨¢s salud, pero no m¨¢s impuestos. Aspiramos a sentirnos m¨¢s protegidos, pero la pavorosa recesi¨®n tirar¨¢ en el sentido contrario.
Cuarentenas, confinamientos, alejamientos y renuncias han avivado en cada uno un ansia rotunda de libertad. Pero, pero. El gran susto nos hace valorar igualmente la seguridad y no opondremos demasiada resistencia cuando se nos diga que podemos al fin andar por ah¨ª seg¨²n nos apetezca, pero debidamente controlados a trav¨¦s del tel¨¦fono m¨®vil. La vigilancia telem¨¢tica ser¨¢ ¨²til para prevenir rebrotes de la covid-19 y para controlar nuevas epidemias. Tambi¨¦n ser¨¢ ¨²til para la vigilancia en general. Alguien sabr¨¢ en todo momento d¨®nde estamos y qu¨¦ hacemos. Viviremos en libertad vigilada.
Estos meses, cuyo final no vemos a¨²n con claridad, dejan una evidencia: disponer de industria propia es muy conveniente cuando los productos industriales del vecino dejan de ser accesibles. La pelea mundial por hacerse con respiradores o simples mascarillas ha sido, y es todav¨ªa, salvaje. Es probable que los pa¨ªses volcados en los servicios (Espa?a, por ejemplo) tiendan en adelante a una cierta reindustrializaci¨®n. Pero, en la pr¨¢ctica, eso requiere dosis generosas de proteccionismo. Prepar¨¦monos para una ¨¦poca de distorsiones y contorsiones comerciales.
Cu¨¢nto queremos a nuestros mayores. Hacemos lo posible por protegerlos del virus; cuando no lo hacemos, y basta con revisar la mortandad en los geri¨¢tricos para ser conscientes del fracaso colectivo, nos sentimos mal. Pero en cuanto se disipen los vahos contagiosos toparemos con una realidad inc¨®moda: por distribuci¨®n de renta, por acceso al empleo, por casi cualquier par¨¢metro menos el de la salud pura y dura, quienes peor lo pasan y lo pasar¨¢n son los j¨®venes. La generaci¨®n que naci¨® a la vida con la gran recesi¨®n de 2008 y alcanza la saz¨®n con esta pandemia ha soportado ya importantes dificultades; ahora se encontrar¨¢ con un terreno desequilibrado en su contra. Como antes de la pandemia, pero peor.
Las frustraciones anteriores a la pandemia generaron el auge de populismos, nacionalismos y autoritarismos. Pronto, cuando queramos m¨¢s pero podamos menos, habr¨¢ m¨¢s razones para sentirnos frustrados. La era de las conjunciones adversativas deber¨ªa ser, por l¨®gica gramatical, adversa. Muchas personas se crecen ante la adversidad. Pocas sociedades lo hacen.