Feij¨®o y el mito de S¨ªsifo
La estrategia del PP pasa m¨¢s por desmovilizar al oponente que por las propuestas propias
Gobernar o no con la extrema derecha es la consecuencia de una encrucijada anterior que tiene que resolver N¨²?ez Feij¨®o: hacer del PP un partido centrado, definitivamente homologable con la derecha europea, y vencer el eterno mito de S¨ªsifo que han padecido los populares desde su fundaci¨®n en 1989, con Fraga, Hern¨¢ndez Mancha, Aznar, Rajoy o Pablo Casado. Empujar continuamente una piedra gigantesca monta?a arriba rumbo al centro derecha, s¨®lo para volver rodando hasta el valle de la derechizaci¨®n, donde S¨ªsifo volv¨ªa a recogerla y empujarla de nuevo hacia la cumbre. Y as¨ª una y otra vez. Alfonso Guerra lo resumi¨®: ¡°Deb¨ªan venir de muy lejos ya que llevan 40 a?os [incluida Alianza Popular] buscando el centro¡±.
La n¨¦mesis de los citados fueron Felipe Gonz¨¢lez, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero y Pedro S¨¢nchez. Frente a ellos, los l¨ªderes populares han utilizado en muchas ocasiones la aspereza extrema en las formas y un desacuerdo sistem¨¢tico sobre algunas de sus iniciativas ¡°fuertes¡±, presentadas como rupturas de las reglas del juego y, en ¨²ltima instancia, como amenazas a la convivencia o al consenso democr¨¢tico.
Pablo Casado, el m¨¢s reciente, adquiri¨® durante los ¨²ltimos tres a?os un tono dur¨ªsimo en la cr¨ªtica, que degener¨® en muchos momentos en el insulto personal al presidente (que era solo ¡°S¨¢nchez¡±). Ello ha conducido a la sensaci¨®n de una parte de la ciudadan¨ªa de estar permanentemente al borde del abismo, en coyunturas adem¨¢s tan excepcionales como la pandemia y sus primeras consecuencias inflacionistas, multiplicadas por la guerra de Ucrania. Como si Espa?a se encontrara en una traves¨ªa en la que se juega su propia supervivencia. Ello se ha plasmado en todo tipo de sondeos. Casado ha expresado con sus palabras y con el ¡°lenguaje del cuerpo¡± la imposibilidad de aceptar el proyecto ¡°radical¡± que el Gobierno de coalici¨®n entre los socialistas y Unidas Podemos est¨¢ desarrollando (en definitiva, la mayor aplicaci¨®n de recursos p¨²blicos de toda la historia, con el objeto de domar las sucesivas crisis) y que, en su opini¨®n, rompe los consensos centrales de la transici¨®n: S¨¢nchez y compa?¨ªa estar¨ªan poniendo ¡°patas arriba¡± los principios b¨¢sicos del ¡°R¨¦gimen del 78¡å.
Ser¨ªa oportuno que Feij¨®o saliera de una vez de su tradicional ambig¨¹edad y manifestase con hechos, no solo con palabras, si avala tal estrategia, que no es propia solo de la derecha espa?ola, sino que llega de la politolog¨ªa americana (Karl Rove), una estrategia que es un fen¨®meno an¨®malo en las democracias maduras. Ella se basa en el siguiente hilo argumental: las elecciones no se ganan sino que se pierden, por lo que es in¨²til competir en propuestas desde la oposici¨®n con el Gobierno; es m¨¢s dif¨ªcil atraer a los sectores identificados con el Gobierno que desmovilizar a una parte de ellos; en consecuencia, la habilidad para ganar elecciones consiste en movilizar a los nuestros radicalizando las posiciones para asegurarse su lealtad, y atribuir la radicalizaci¨®n al adversario para desmovilizarlo en lo que se pueda (Informe sobre la democracia en Espa?a, Fundaci¨®n Alternativas).
Las estrategias instrumentales para triunfar en los comicios no han sido solo protagonizadas por un PP en la oposici¨®n. Durante los mandatos de Aznar y Rajoy en la Moncloa hay elementos que se repiten solo que al rev¨¦s: la deslocalizaci¨®n de las cr¨ªticas al Gobierno de turno traslad¨¢ndolas de la arena parlamentaria a los medios de comunicaci¨®n, de modo que el discurso parlamentario busca m¨¢s el eco medi¨¢tico que el intercambio de opiniones y programas; la desmesura en la cr¨ªtica al adversario, sin respetar las reglas que exige la cortes¨ªa parlamentaria; la magnificaci¨®n de los errores de los dem¨¢s, as¨ª como la m¨¢s m¨ªnima discrepancia con ellos; la distorsi¨®n de los hechos, negando haber realizado lo que consta en todas las hemerotecas y desautorizando las iniciativas del Gobierno no en funci¨®n de los resultados sino de las perversas intenciones que se le atribuyen, etc¨¦tera.
En lo que resta de legislatura las condiciones no van a ser precisamente f¨¢ciles. Hay un nuevo actor del que percibir c¨®mo se mueve, no solo c¨®mo habla.
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