No dejes que te obliguen a ser perfecta
La mujer a menudo se ve arrastrada a una lucha por hacerlo todo bien en todos los frentes. Por ser especial, por estar por encima de la media. La psic¨®loga norteamericana Kristin Neff aboga en su ¨²ltimo libro por la autoaceptaci¨®n radical
Una de las funciones m¨¢s importantes de la autocompasi¨®n tierna es la autoaceptaci¨®n radical. Cuando aprendemos a estar con nuestro yo imperfecto de un modo compasivo, dejamos de juzgarnos y criticarnos por no ser suficientemente buenas. Abandonamos la continua lucha por ser una persona distinta, por ser perfectas, y nos aceptamos con todos nuestros defectos y rarezas. Este enfoque es radicalmente distinto al que trata de estimular la autoestima.
La autoestima es una evaluaci¨®n de la val¨ªa personal. Es la valoraci¨®n de que somos buenas, no malas. La mayor¨ªa de nosotras hemos aprendido q...
Una de las funciones m¨¢s importantes de la autocompasi¨®n tierna es la autoaceptaci¨®n radical. Cuando aprendemos a estar con nuestro yo imperfecto de un modo compasivo, dejamos de juzgarnos y criticarnos por no ser suficientemente buenas. Abandonamos la continua lucha por ser una persona distinta, por ser perfectas, y nos aceptamos con todos nuestros defectos y rarezas. Este enfoque es radicalmente distinto al que trata de estimular la autoestima.
La autoestima es una evaluaci¨®n de la val¨ªa personal. Es la valoraci¨®n de que somos buenas, no malas. La mayor¨ªa de nosotras hemos aprendido que para sentirnos bien con nosotras mismas debemos sentirnos especiales y por encima de la media. La mediocridad no es deseable, cosa que supone un problema porque resulta imposible, por l¨®gica, que todos seamos especiales y por encima de la media al mismo tiempo. Tambi¨¦n significa que nos comparamos continuamente con los dem¨¢s: ¡°?Tiene m¨¢s amigos en Facebook que yo?¡±, ¡°?Es m¨¢s guapa que yo?¡±, ¡°?Es cierto que Bren¨¦ Brown protagoniza su propio especial en Netflix?¡±. Esa comparaci¨®n constante nos lleva a sentirnos competitivas con los dem¨¢s (por tanto, a alejarnos). Ese comportamiento no solo reduce los sentimientos de conexi¨®n: adem¨¢s, puede llevarnos a mostrar una conducta realmente desagradable, desde el acoso f¨ªsico (¡°si me meto con el rarito, parecer¨¦ m¨¢s guay¡±) hasta la agresividad en las relaciones (¡°si difundo rumores sobre la nueva del trabajo, no caer¨¢ tan bien como yo¡±). La comparaci¨®n social tambi¨¦n puede despertar prejuicios. Las ra¨ªces del prejuicio son complejas y tienen mucho que ver con la conservaci¨®n del poder y los recursos. No obstante, un factor fundamental del prejuicio es que cuando me digo que mi grupo ¨¦tnico, religioso, nacional, racial (a?ade lo que quieras) es superior al tuyo, estoy impulsando mi estatus relativo.
Otro problema de la autoestima es que nos lleva a juzgar nuestra val¨ªa personal en funci¨®n de si satisfacemos o no los est¨¢ndares que nos autoimponemos: ?he perdido el peso que me hab¨ªa propuesto?, ?he alcanzado mis objetivos de ventas?, ?he utilizado mi tiempo libre de manera productiva? Nuestro sentido del valor depende de si conseguimos nuestros objetivos. Los tres campos m¨¢s comunes en los que las mujeres depositamos nuestra autoestima son la aprobaci¨®n social, el atractivo percibido y el desempe?o eficaz en las ¨¢reas de la vida que nos importan (estudios, trabajo, maternidad, etc¨¦tera). Por eso nos preguntamos constantemente: ¡°?He hecho un buen trabajo¡±, ¡°?Caigo bien a la gente¡±, ¡°?Estoy guapa?¡±. Nos sentimos positivas cuando la respuesta es afirmativa, pero en esos d¨ªas en los que nuestro pelo no colabora y est¨¢ horrible, y la respuesta es negativa, nos sentimos menos valiosas.
Dado que nuestro sentimiento de val¨ªa personal cambia en funci¨®n de si cumplimos con las expectativas, nuestras o de los dem¨¢s, puede ser muy variable. La autoestima es inestable porque solo est¨¢ ah¨ª en los buenos momentos. ?Qu¨¦ ocurre cuando nos rechazan para un puesto de trabajo, o nos deja nuestra pareja, o no nos gusta lo que vemos cuando nos miramos en el espejo? Nos vemos despojadas de nuestra fuente de val¨ªa personal, y la depresi¨®n o la ansiedad podr¨ªan ser la consecuencia.
Adem¨¢s, la b¨²squeda de una autoestima alta nunca acaba; es como una cinta de correr de la que parece que no podemos bajarnos. Siempre hay alguien que lo hace mejor que nosotras (si no ahora, pronto). Y el hecho de que seamos criaturas imperfectas significa que no estaremos a la altura de nuestros est¨¢ndares una y otra vez. Nunca seremos suficientemente buenas o tendremos suficiente ¨¦xito.
La autocompasi¨®n tierna evita la trampa de la autoestima porque nos ense?a a aceptarnos incondicionalmente. No tenemos que ganarnos el derecho a la autocompasi¨®n. Somos compasivas con nosotras mismas simplemente porque somos seres humanos imperfectos y merecemos atenci¨®n, sin m¨¢s. No es necesario que tengamos ¨¦xito o que seamos especiales y estemos por encima de la media. Solo tenemos que acoger con cari?o la confusa obra en progresi¨®n y en apuros que somos.
La autocompasi¨®n acudi¨® en mi ayuda hace poco, cuando mi autoestima amenaz¨® con abandonarme. El verano pasado, a un mes de una importante conferencia sobre autocompasi¨®n ante un p¨²blico muy numeroso, me sali¨® lo que parec¨ªa un grano en la punta de la nariz. ¡°Qu¨¦ raro ¡ªpens¨¦¡ª. Hac¨ªa a?os que no me sal¨ªa un grano. Deben de ser los cambios hormonales de la menopausia¡±. Pero el grano no se iba. Era cada vez m¨¢s grande y m¨¢s brillante (no como Rodolfo, el Reno, pero casi). Finalmente fui al dermat¨®logo y result¨® ser un melanoma. Nada grave, gracias a Dios, pero hab¨ªa que extirparlo de inmediato (el d¨ªa antes de tomar el avi¨®n rumbo a mi gran conferencia). As¨ª que me present¨¦ ante el p¨²blico con un gran vendaje blanco en medio de la cara. No era precisamente el mejor aspecto que pod¨ªa ofrecer. Sin embargo, en lugar de preocuparme por el atractivo f¨ªsico o de temer que el p¨²blico me juzgase, me dediqu¨¦ compasi¨®n por el mal trago. Eso me permiti¨® adoptar un enfoque m¨¢s desenfadado de la situaci¨®n, e incluso solt¨¦ una broma: ¡°Seguro que han visto la venda que llevo en la nariz. Cuando pasas de los cincuenta, empiezan a crecerte cosas raras en el cuerpo y hay que quitarlas. ?Qu¨¦ le vamos a hacer!¡±.
Realic¨¦ un estudio con Roos Vonk en la Universidad de Nijmegen, Pa¨ªses Bajos, en el que comparamos directamente el impacto de la autoestima y la autocompasi¨®n en los sentimientos de val¨ªa personal. Examinamos los datos de 2.187 participantes (un 74% de ellos, mujeres de edades comprendidas entre los 18 y los 83 a?os) que respondieron a anuncios en peri¨®dicos y revistas. Durante un periodo de ocho meses, los participantes fueron respondiendo a diferentes cuestionarios. Descubrimos que, en comparaci¨®n con la autoestima, la autocompasi¨®n se asociaba menos con la comparaci¨®n social y depend¨ªa menos de la aprobaci¨®n social, del atractivo percibido y del desempe?o eficaz. Por tanto, el sentimiento de val¨ªa personal obtenido a trav¨¦s de la autocompasi¨®n resulta m¨¢s estable en el tiempo. Medimos los sentimientos individuales de val¨ªa personal un total de doce veces a lo largo de los ocho meses y descubrimos que era la autocompasi¨®n, no la autoestima, la que predec¨ªa la estabilidad del sentimiento de val¨ªa personal en los participantes.
Los objetivos de la autoestima y la autocompasi¨®n son polos opuestos. Una trata sobre hacerlo bien; la otra, de abrir el coraz¨®n. Esta segunda opci¨®n nos permite ser plenamente humanas. Dejamos de intentar ser perfectas o de llevar una vida ideal, y nos centramos en cuidarnos en todas las situaciones. Puede que no cumpla con un plazo, que diga alguna estupidez o que tome una decisi¨®n desacertada, y mi autoestima habr¨¢ sufrido un gran golpe, pero si soy amable y comprensiva conmigo misma en esos momentos, tendr¨¦ ¨¦xito. Cuando somos capaces de aceptarnos como somos, dedic¨¢ndonos apoyo y amor, conseguimos nuestro objetivo. Es algo con lo que podemos contar siempre, pase lo que pase.
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