Lo de ETA y Serge Gainsbourg
Ninguna bomba ha estallado. Pero la pol¨ªtica electoralista espa?ola atufa a violencia
Estudi¨¦ Ciencias Pol¨ªticas en el Pa¨ªs Vasco a finales de los noventa. Entonces la violencia estaba instalada en la vida cotidiana de todas las personas que viv¨ªamos all¨ª. En cuarto curso de carrera (a?o 2000), ETA puso un artefacto en el ascensor de mi Facultad para atentar contra una de mis profesoras, Edurne Uriarte. La bomba no estall¨® debido a un fallo t¨¦cnico. Pocos d¨ªas antes de la bomba fallida, la Ertzaina se hab¨ªa presentado en la univer...
Estudi¨¦ Ciencias Pol¨ªticas en el Pa¨ªs Vasco a finales de los noventa. Entonces la violencia estaba instalada en la vida cotidiana de todas las personas que viv¨ªamos all¨ª. En cuarto curso de carrera (a?o 2000), ETA puso un artefacto en el ascensor de mi Facultad para atentar contra una de mis profesoras, Edurne Uriarte. La bomba no estall¨® debido a un fallo t¨¦cnico. Pocos d¨ªas antes de la bomba fallida, la Ertzaina se hab¨ªa presentado en la universidad para contener uno de los llamados d¨ªas de lucha que convocaba la izquierda abertzale. Cuando llegaron el campus estaba en calma. Pero los escudos, los cascos y las porras rara vez dejaban indiferente al personal. Aquel d¨ªa termin¨¦ debajo de un coche para evitar el impacto de las pelotas de goma (que pod¨ªan dejarte tuerta o con mala suerte matarte) para poco despu¨¦s ir a desayunar a la cafeter¨ªa con quienes lanzaron las primeras piedras contra la polic¨ªa. Despu¨¦s del atentado contra Uriarte, compa?eros de curso de distintas ideolog¨ªas decidimos ponernos una diana en la espalda para manifestarnos en el aula. Recuerdo pegarme y despegarme aquella diana impresa en un folio DIN A4 antes de decidirme. Protestar en silencio requer¨ªa valor, pero la provocaci¨®n era un riesgo distinto. Un d¨ªa discut¨ª con el chico m¨¢s listo que conoc¨ª en toda la carrera. La ¨²ltima palabra la tuvo ¨¦l cuando me explic¨® que ¡°algunas veces, la violencia es necesaria para llegar donde los argumentos no alcanzan¡±. Fue una inteligencia perdida. En la Facultad conoc¨ª tambi¨¦n a Koldo Sagastizabal, que ser¨ªa concursante de la primera edici¨®n de Gran Hermano. ?l nos hizo part¨ªcipes de que toda Espa?a viv¨ªa inmersa en un reality show que, seg¨²n los concursantes, magnificaba la realidad. A m¨ª me parec¨ªa que vivir en el Pa¨ªs Vasco lo hac¨ªa tambi¨¦n.
No fui consciente de toda la violencia soportada hasta que pis¨¦ Madrid. Mis amigos de la Complu ten¨ªan dos cosas en com¨²n: cantaban a Serge Gainsbourg y hab¨ªan organizado un cinef¨®rum en franc¨¦s en la Facultad. Tuve que cantar Je t¡¯aime moi non plus para entender que la violencia pol¨ªtica que respir¨¢bamos en el Pa¨ªs Vasco, adem¨¢s de muchas vidas, se hab¨ªa cobrado muchos pensamientos, un sinf¨ªn de oportunidades y tambi¨¦n muchas canciones. Hasta el cine franc¨¦s.
Estos d¨ªas la violencia ha vuelto. Puedo olerla como se huele la violencia de un borracho maltratador. No hace falta o¨ªr el primer grito, ni el golpe de su pu?o en la mesa: apesta desde el portal.
Del mismo modo, ninguna bomba ha estallado. Pero la pol¨ªtica electoralista espa?ola atufa a violencia. Estos d¨ªas me asaltan im¨¢genes que llevaban dormidas m¨¢s de 20 a?os al tiempo que me pregunto cu¨¢nta violencia hemos normalizado para que a nadie se le haya ocurrido evitar que los ex?etarras con delitos de sangre puedan presentarse a las elecciones. C¨®mo es posible que el Colectivo de V¨ªctimas del Terrorismo haya tenido que destapar el esc¨¢ndalo. C¨®mo puede ser que una vez m¨¢s las v¨ªctimas se hayan visto obligadas a exigir un respeto que se les escamotea. C¨®mo pueden algunos representantes del PP seguir pronunciando la palabra ETA como si tuvieran un azucarillo en la boca, relami¨¦ndose. Por qu¨¦ consentimos que (toda) la clase pol¨ªtica anteponga su mentalidad electoralista a la dignidad m¨¢s elemental. En definitiva, qu¨¦ clase de democracia hemos construido si las v¨ªctimas son la ¨²nica autoridad capaz de exigir criterios ¨¦ticos a un sistema de partidos donde lo legal convive dulcemente con lo inmoral. Ojal¨¢ el ruido furioso de estos d¨ªas no nos haga olvidar que otra m¨²sica es posible.
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