Josep Maria Esquirol, fil¨®sofo: ¡°Depender de los dem¨¢s es un regalo, una suerte, un don¡±
El catedr¨¢tico de Filosof¨ªa en la Universidad de Barcelona, premio Nacional de Ensayo 2016, reflexiona ahora sobre el poder de la ense?anza frente a la apat¨ªa y la indiferencia
Si existe algo en lo que cree Josep Maria Esquirol (Sant Joan de Mediona, Barcelona, 61 a?os) es en la figura del maestro. ¡°Gu¨ªa hacia lo profundo, orienta las vidas concretas y reales, muestra lo que merece la pena atender¡±, cuenta tranquilo en una cafeter¨ªa, vestido con camisa de manga larga, ajeno a la pegajosa ma?ana de verano que achicharra el centro de Barcelona. Catedr¨¢tico de Filosof¨ªa desde hace m¨¢s de tres d¨¦cadas en la Universidad de Barcelona (¡°el regalo de mi vi...
Si existe algo en lo que cree Josep Maria Esquirol (Sant Joan de Mediona, Barcelona, 61 a?os) es en la figura del maestro. ¡°Gu¨ªa hacia lo profundo, orienta las vidas concretas y reales, muestra lo que merece la pena atender¡±, cuenta tranquilo en una cafeter¨ªa, vestido con camisa de manga larga, ajeno a la pegajosa ma?ana de verano que achicharra el centro de Barcelona. Catedr¨¢tico de Filosof¨ªa desde hace m¨¢s de tres d¨¦cadas en la Universidad de Barcelona (¡°el regalo de mi vida es la docencia¡±, afirma), todav¨ªa siente la huella de dos profesores en su formaci¨®n: la del fil¨®sofo catal¨¢n Francesc Gom¨¤ y la del romano Armando Rigobello. ¡°Ser maestro no tiene nada que ver con la jerarqu¨ªa ni con poner notas. Son maestros porque hablan desde la honestidad¡±, recapacita este pensador que habla como escribe: reflexivo, pausado, amigo de las tautolog¨ªas y esquivo de las palabras comod¨ªn.
Tras hacerse con el Premio Nacional de Ensayo 2016 por La resistencia ¨ªntima: ensayo de una filosof¨ªa de la proximidad (Acantilado, 2015), obra que sali¨® de los c¨ªrculos acad¨¦micos y conquist¨® al gran p¨²blico, a Esquirol no le abruma haberse convertido en el ensayista que reflexiona sobre la vida de forma cercana, sin tecnicismos. En marzo public¨® La escuela del alma: de la forma de educar a la forma de vivir (Acantilado, 2024), un texto sobre por qu¨¦ se educa con el coraz¨®n y se ense?a con las manos. ¡°Llevo escribiendo un libro cada tres a?os desde 1988. Son productos de un tramo de camino. No busco la especialidad, sino un buen lector, gente que est¨¦ acostumbrada a leer y lo haga con pausa y reflexi¨®n¡±, apunta.
Pregunta. Defiende la ¡°altertop¨ªa¡± educativa, ?qu¨¦ es?
Respuesta. Esa es una de las pocas palabras acad¨¦micas que uso en el ensayo y me sirve para subrayar dos t¨¦rminos: alter (otro) y topos (lugar). La ense?anza tiene que ver con compartir en un lugar especial, diferente, otro. Ah¨ª, en ese lugar, maestros y alumnos forman una comunidad donde se comparte el mundo. Si insisto en la otredad de ese lugar es porque los discursos predominantes llevan a una disoluci¨®n de las diferencias entre las instituciones, como cuando se insiste en que las escuelas tienen que estar al servicio de la sociedad. No est¨¢ bien dicho.
P. ?Por qu¨¦?
R. Se sustantiviza la sociedad y se la convierte en algo abstracto. Es un eslogan de fondo que, al enunciarse, implica considerar la escuela como algo ajeno a la sociedad. Pero si la sociedad es algo, es un conjunto de instituciones bien articuladas. Se trata de contribuir al conjunto: que el Parlamento sea Parlamento, que el templo sea templo y que la escuela sea escuela. Cuando cada lugar aporta el sentido que le es propio, el conjunto se enriquece. En cambio, la confusi¨®n lleva a que el conjunto empeore.
P. Pero s¨ª existen tensiones dentro de las instituciones educativas. Los universitarios est¨¢n recriminando que se d¨¦ la espalda a lo que est¨¢ pasando a su alrededor, como las acampadas en apoyo a Palestina.
R. Es muy bueno que la gente joven, y los universitarios en particular, vibre. La falta de pasi¨®n es un s¨ªntoma de falta de vida. Juventud significa fuerza y anhelo. No puede conformarse con lo inercial. Cuando advierto verdadero inter¨¦s, deseo y ganas de cambio, lo celebro. Lo contrario es la apat¨ªa y la indiferencia, y eso no lleva a ninguna parte.
P. Dice que el totalitarismo nace de la indiferencia.
R. Indiferencia significa falta de diferencia y de capacidad para verla. Cuando las diferencias desaparecen y crece la homogeneidad, surge a la vez el totalitarismo, es decir, el todo igual. Reivindico la diferencia que tan a menudo va asociada a los umbrales.
P. En su ¨²ltimo ensayo escribe sobre la necesidad de ¡°cultivar el umbral¡±, ?a qu¨¦ se refiere?
R. Cuando el ser humano crea lugares, no lo hace de forma arbitraria ni gratuita. Realmente, crea, instituye, genera algo con sentido. Consigue que la vida est¨¦ m¨¢s orientada. La puerta de una casa o de una escuela no son simplemente unos elementos materiales, sino los s¨ªmbolos de una forma de vivir que se da tras ellos: la calidez en el hogar y el compartir el mundo en la escuela. No es casualidad que en las distop¨ªas lo inquietante se presente como algo gris y fr¨ªo.
P. Muchas personas disidentes de la norma creen que sus vidas transcurren en el umbral. Ni se sienten de aqu¨ª ni de all¨ª. Su identidad no encaja en esas instituciones que se han creado para la sociedad.
R. El umbral no supone identidades fijas ni pertenencias o modo de propiedades, sino estilos de vida abiertos, flexibles y n¨®madas. Doy prioridad a los verbos, es decir, a las acciones por encima de los sustantivos. La vida de cada persona es un ir paso a paso, orient¨¢ndose e identific¨¢ndose. Y procuro evitar las etiquetas. Hay demasiadas.
P. ?Le molestan?
R. No me interesan. Son reduccionistas. Cada ser humano es una hondura insondable y su vida, un camino largo de b¨²squeda de sentido. Lo importante es amar, no hacer da?o, construir, juntar. Eso es lo que cuenta. ?Para qu¨¦ a?adir etiquetas?
¡°Ya no disponemos de tiempo para oxigenarnos. ?Qu¨¦ estudiante goza de un buen libro si vive hipotecado por la nota?¡±
P. Defiende la necesidad de parar y alaba el reposo, pero no todo el mundo puede disfrutarlo. ?El descanso es un privilegio hoy en d¨ªa?
R. Es una necesidad, f¨ªsica y espiritual. La falta de reposo es muy preocupante. As¨ª como la falta de paciencia y de serenidad para acercarse a lo bello y para dejar que las cosas crezcan silenciosamente y maduren. Un simple ejemplo: en el ¨¢mbito acad¨¦mico, no dejamos ni que por una sola vez se haga una lectura sin tener que rendir cuentas. Ya no hay tiempo para oxigenarse: ?qu¨¦ estudiante gozar¨¢ de un buen libro si vive hipotecado por la nota de la ficha que debe presentar en pocos d¨ªas? Todo el rato hay que estar pendiente de las evaluaciones, las pruebas, los trabajos. Se trata de una inmersi¨®n total en la mentalidad productivista. Pero ya vemos hacia donde nos lleva. Hacia el desastre. No hay que desfallecer. La resistencia sigue teniendo sentido. No hay que rendirse ante lo que domina. Hay que recrear lugares diferentes, par¨¦ntesis en donde crezcan las fuerzas para cambiar de rumbo.
P. Opina que el infierno es narcisista y solipsista, pero los pensadores que m¨¢s triunfan en redes, los que m¨¢s fascinan a los j¨®venes, son los que defienden doctrinas neoliberales. ¡°Para triunfar, a¨ªslate. Si tu familia te entorpece, no la escuches. F¨ªjate un objetivo¡±, dicen.
R. No son pensadores; son farsantes, sofistas en el peor sentido de la palabra. Han multiplicado exponencialmente el mensaje de los panfletos de autoayuda y lo han mezclado con la ideolog¨ªa neoliberal. El resultado es un discurso ideol¨®gico tremendamente distorsionador. Los modelos de ¨¦xito que plantean, grandilocuentes, ponen el ¨¦nfasis en el hecho de que, si uno no consigue algo, es porque en realidad no lo quiere. El suyo es un ¡°si quieres, puedes¡± agresivo y frustrante, pero a la vez muy seductor.
P. ?Y c¨®mo se puede contraponer ese discurso?
R. Yo intento subrayar la singularidad de cada persona, pero sin que eso d¨¦ lugar a ning¨²n tipo de egocentrismo. Articulo una filosof¨ªa en donde el cuidado de uno mismo est¨¦ esencialmente vinculado con el cuidado del otro, del pr¨®jimo. Una filosof¨ªa de la singularidad y del nosotros, una filosof¨ªa de la juntura. Somos interdependientes, y esta independencia no es un defecto. No es decir: ¡®Oh, somos d¨¦biles, dependemos de los dem¨¢s¡¯. Depender de los dem¨¢s es un regalo, una suerte, un don. Por suerte, nadie se sostiene en pie solo. Para vivir, uno necesita de la confianza de los dem¨¢s, de su mirada y de su reconocimiento. Procuro que mi filosof¨ªa sea una comprensi¨®n, y a la vez un cultivo, de la fraternidad.
Ap¨²ntate aqu¨ª a la newsletter semanal de Ideas.