?Es mejor un chiste que una promesa electoral? C¨®mo usan los pol¨ªticos el humor
El humor siempre se ha usado en campa?as y debates pol¨ªticos. Puede ser eficaz para ganarse al votante, pero tambi¨¦n puede aumentar la divisi¨®n y el enfrentamiento
Los pol¨ªticos tienen una fama merecida de personas serias y sobrias, casi aburridas. Pero de vez en cuando intentan seducir a los votantes con humor, ya sea con alg¨²n chiste bienintencionado sobre s¨ª mismos o con alg¨²n insulto con voluntad m¨¢s o menos c¨®mica. ?Pero el humor es un arma pol¨ªtica ¨²til o hace que los votantes no se tomen en serio las propuestas?
La respuesta es la que dar¨ªa un gallego en un chiste viejo: depende. Depende del pol¨ªtico y depende del humor.
Ronald Reagan lleg¨® a la presidencia de Estados Unidos con 69 a?os y la dej¨® con 77. Aunque era m¨¢s joven que Joe ...
Los pol¨ªticos tienen una fama merecida de personas serias y sobrias, casi aburridas. Pero de vez en cuando intentan seducir a los votantes con humor, ya sea con alg¨²n chiste bienintencionado sobre s¨ª mismos o con alg¨²n insulto con voluntad m¨¢s o menos c¨®mica. ?Pero el humor es un arma pol¨ªtica ¨²til o hace que los votantes no se tomen en serio las propuestas?
La respuesta es la que dar¨ªa un gallego en un chiste viejo: depende. Depende del pol¨ªtico y depende del humor.
El humor autocr¨ªtico
Ronald Reagan lleg¨® a la presidencia de Estados Unidos con 69 a?os y la dej¨® con 77. Aunque era m¨¢s joven que Joe Biden y que Donald Trump en la actualidad, en su momento fue el presidente de m¨¢s edad de la historia. En un discurso cit¨® a Thomas Jefferson (1743-1826): ¡°No hay que juzgar a un presidente por sus a?os, sino por sus obras¡±. Y sigui¨®: ¡°Desde que me dijo eso, dej¨¦ de preocuparme¡±.
Muchos pol¨ªticos se han re¨ªdo de s¨ª mismos, aunque siempre de forma calculada. Los estudios muestran que este tipo de humor, que asociamos a la inteligencia, ayuda a que veamos a los pol¨ªticos como personas m¨¢s cercanas y accesibles, como recuerda Jody C. Baumgartner, profesor de Ciencia Pol¨ªtica en la Universidad de Carolina del Este y coautor de Politics Is a Joke! (la pol¨ªtica es una broma, sin traducci¨®n al espa?ol).
Hay m¨¢s ejemplos: en la Convenci¨®n Dem¨®crata de 1996, el exvicepresidente Al Gore anunci¨® que iba a bailar La Macarena. Y se qued¨® quieto durante varios segundos, sin mover ni una ceja, en referencia a su fama de soso. Y tambi¨¦n podemos mencionar c¨®mo algunos pol¨ªticos se apropian de los insultos de la oposici¨®n, como hicieron los socialistas con el ¡°perro sanxe¡± en la campa?a de las elecciones de julio de 2023, o el alcalde popular de Madrid, Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez-Almeida, cuando dijo aquello de ¡°seremos fascistas, pero sabemos gobernar¡±. Ambos segu¨ªan una tradici¨®n con historia: en 1828, a Andrew Jackson le llamaban jackass (asno). Jackson incluy¨® al animal en sus carteles electorales, gan¨® las elecciones y desde entonces el burro es el s¨ªmbolo del Partido Dem¨®crata.
C¨®mo llamar la atenci¨®n
El Partido Liberal Dem¨®crata brit¨¢nico a menudo pasa inadvertido en la pugna por el poder entre conservadores y laboristas. Una soluci¨®n que han buscado es la de organizar campa?as electorales llamativas y humor¨ªsticas para que los medios de comunicaci¨®n no les olviden. En las elecciones del pasado julio, el candidato del partido, Ed Davey, hizo paddle surf, particip¨® en una carrera de obst¨¢culos y se atrevi¨® con el puenting para convencer a los electores de que ¡°dieran un salto de fe¡± y votaran por su partido. No le fue mal: consigui¨® 72 esca?os, el mejor resultado de su historia.
Es dif¨ªcil saber cu¨¢ntos votos deben los liberales a su campa?a y cu¨¢ntos a la debacle del Partido Conservador, pero la iniciativa ven¨ªa respaldada por lo que sabemos de teor¨ªa del humor: Baumgartner explica que el humor ayuda a llamar la atenci¨®n y a que recordemos mejor los mensajes. Seg¨²n un an¨¢lisis publicado en Political Research Quarterly, tambi¨¦n ayuda a plantear de forma sencilla asuntos complejos, aunque hace menos probable que los ciudadanos estudiemos esa informaci¨®n para ver si es correcta o no, por lo que puede hacer m¨¢s f¨¢cil que nos creamos historias falsas.
Adem¨¢s, los mensajes humor¨ªsticos se comparten m¨¢s en redes sociales y por eso muchos pol¨ªticos y partidos publican v¨ªdeos breves que aspiran a seguir el estilo de memes y publicaciones de Instagram. Por ejemplo, en 2019 el ex primer ministro brit¨¢nico Boris Johnson comparti¨® un anuncio en el que parodiaba la escena de los carteles de Love Actually y promet¨ªa concluir el Brexit y dejarlo atr¨¢s. Gan¨® las elecciones, aunque resulta m¨¢s dif¨ªcil saber hasta qu¨¦ punto logr¨® sus objetivos.
La profesora de Asuntos Internacionales en la Universidad de Penn State, Sophia McClennen, tambi¨¦n recuerda el fen¨®meno de las ¡°campa?as electorales sat¨ªricas¡± de candidatos y partidos en el margen y contra el establishment, como el caso del presidente de Ucrania, Volod¨ªmir Zelenski. El ahora pol¨ªtico era un actor c¨®mico que en 2019 plante¨® una campa?a casi exclusivamente en redes sociales y con la voluntad de acabar con la corrupci¨®n del pa¨ªs¡ Sin sospechar que tendr¨ªa que convertirse en una especie de Churchill del Este. Tiene un predecesor: el c¨®mico island¨¦s J¨®n Gnarr, alcalde de Reikiavik de 2010 a 2014, en su caso por el voto protesta tras el desastre financiero de 2008.
Para McClennen, autora del libro Trump Was a Joke (Trump era una broma, sin edici¨®n en espa?ol), estos candidatos ¡°mezclan el comentario sat¨ªrico con la pol¨ªtica pr¨¢ctica¡±, con un humor que intenta transmitir la idea de que ¡°el mundo se ha vuelto absurdo¡±.
Los pol¨ªticos abusones
En los ¨²ltimos a?os, muchos pol¨ªticos se dejan llevar por un humor m¨¢s agresivo, en el que lo m¨¢s importante es insultar al rival. El objetivo es indignar al contrario y luego defenderse con la respuesta cl¨¢sica de que solo era una broma. Como explica Carmelo Moreno, profesor de Ciencia Pol¨ªtica en la Universidad del Pa¨ªs Vasco, es un humor m¨¢s grueso, en el que se espera provocar el esc¨¢ndalo: ¡°En lugar de buscar la complicidad, busca la trinchera¡±.
El mayor experto en la t¨¦cnica de maquillar insultos con humor es Donald Trump, que busca apodos para sus rivales, como Sleepy Joe (Joe Dormil¨®n) y Camarada Kamala, y que lleg¨® a imitar con gestos a un periodista con discapacidad. Trump no es el inventor del humor agresivo, que tampoco es patrimonio de la derecha. Hay antecedentes en Espa?a, como Alfonso Guerra, vicepresidente socialista entre 1982 y 1991, en una tradici¨®n que llega hasta los tuits del ministro ?scar Puente y los apodos que la derecha ha puesto a Pedro S¨¢nchez, como falconetti, su sanchidad o el okupa de La Moncloa. Lo que s¨ª es novedoso, explica McClennen, es que se haga de forma tan abierta.
Matt Sienkiewicz y Nick Marx analizan el humor de la nueva derecha estadounidense en su libro That¡¯s Not Funny (esto no es gracioso, sin edici¨®n en espa?ol), y tambi¨¦n en redes sociales, en podcasts y en programas televisivos como Gutfeld, en la Fox, presentado por el c¨®mico Greg Gutfeld. Muchos conservadores se sienten c¨®modos con la transgresi¨®n y algunos apuestan por tratar de normalizar mensajes hom¨®fobos, machistas y racistas con una pretendida p¨¢tina de humor. Y los pol¨ªticos pueden sacar r¨¦dito de esta tendencia: las provocaciones marcan la agenda y desvian la atenci¨®n de asuntos que pueden resultarles m¨¢s perjudiciales. Esto pas¨® con Trump en la campa?a de 2016, en una estrategia que Vox intent¨® replicar en Espa?a.
Este humor genera sentimiento de comunidad entre los que comparten y disfrutan el c¨®digo. Pero tambi¨¦n dificulta el di¨¢logo, contribuye al atrincheramiento y facilita la deshumanizaci¨®n del adversario, que queda reducido a un mote despectivo.
En el caso de Estados Unidos, hay otro cambio reciente: los dem¨®cratas tambi¨¦n han entrado en el juego. Hace unas semanas, el candidato dem¨®crata a la vicepresidencia, Tim Walz, dijo que Trump y J. D. Vance eran ¡°raros¡±, lo que propici¨® una buena raci¨®n de memes humor¨ªsticos. ?Se trata de una respuesta adecuada? Carmelo Moreno recuerda que en la izquierda hay un debate acerca de c¨®mo responder a las provocaciones del populismo de ultraderecha y ¨¦l cree que este humor, menos agresivo y menos divisivo, puede ser una buena opci¨®n. Pero McClennen no est¨¢ de acuerdo: en su opini¨®n, tambi¨¦n contribuye a la divisi¨®n.
En definitiva, no hay una f¨®rmula clara para usar el humor en pol¨ªtica y la mayor¨ªa de los efectos positivos se encuentran con efectos secundarios, en ocasiones muy t¨®xicos. De hecho, McClennen sugiere que quiz¨¢ sea mejor dejar el humor para los humoristas. No es una idea loca: no hace falta que todo el mundo sea gracioso y a veces puede ser hasta contraproducente, como si un dentista nos contara un chiste durante una endodoncia.