La cruel 'justicia' del 'narco' brasile?o
Los traficantes imponen su propia ley en las favelas mediante 'tribunales' que castigan a los ladrones con torturas y ejecuciones sumarias
Los traficantes de droga que act¨²an en las favelas de la ciudad brasile?a de R¨ªo de Janeiro (unas 700, con m¨¢s de un mill¨®n de habitantes) son muy severos con los j¨®venes ladrones que habitan en esas comunidades de marginales, donde los narcos imponen sus propias leyes y en las que el Estado no se atreve a actuar. As¨ª lo revela un impresionante reportaje publicado ayer por el diario O Globo. Seg¨²n el peri¨®dico, existen en las favelas tribunales que imponen sentencias sumarias a los que sorprenden robando. Y todo, porque a los narcotraficantes les interesa tener una buena reputaci¨®n dentro de las favelas para hacerse pasar por los benefactores de sus habitantes.
La pasada semana, el tribunal de los narcos someti¨® a un juicio sumario a un joven de 15 a?os que hab¨ªa robado a uno de los moradores de la favela. Capturado durante la madrugada, el joven fue esposado y torturado por un grupo de nueve traficantes armados con ametralladoras y fusiles. Llevaron al joven al punto m¨¢s alto de la favela y all¨ª fue torturado: primero, con choques el¨¦ctricos en los genitales; despu¨¦s, rompieron botellas de vidrio en su cabeza, mientras le colocaban esparadrapos en la boca y nariz para impedirle respirar. Por fin, le dieron una cuchillada en la espalda.
Momentos antes de la ejecuci¨®n intervino el pastor protestantes Marcos Pereira para que commutasen la pena de muerte por la del exilio de la favela: "Mi coraz¨®n se qued¨® helado. A ellos los narcotraficantes] les gusta matar a estos j¨®venes ladrones frente a mucha gente para que sirva a otros de escarmiento. Me puse muy nervioso, porque vi la sed que ten¨ªan de matar", narr¨® el pastor. Tras varias horas de torturas y con un arma apunt¨¢ndole a la sien, el joven ajusticiado exclam¨®: "Matadme ya, no aguanto m¨¢s sufrir tanto". El pastor Pereira intervino de nuevo para rezar una oraci¨®n. "No pongas la mano en mi cabeza", le dijo el traficante que manten¨ªa la pistola sobre la sien del muchacho. "Vas a ver c¨®mo te mato ante los ojos del pastor", le dijo otro de los torturadores. Por fin, el pastor se impuso y logr¨® salvar la vida del muchacho. Sin embargo, el religioso admite que no siempre es as¨ª y los ladrones son ejecutados a pesar de sus plegarias. "Yo vivo en la franja de Gaza", afirma.
Cuenta que los tribunales de los narcos imitan a los del Estado. S¨®lo que el juez, en lugar de llevar una maza, porta una ametralladora. Son juicios sin apelaci¨®n, sin abogados defensores, sin que nadie pueda intervenir, ni siquiera las madres de los condenados. Una de ellas se lamentaba: "Ni siquiera puedo pedir el cuerpo de mi hijo, porque no tengo dinero para enterrarlo". En esos casos, los traficantes queman los cad¨¢veres con cal viva o en una pira con neum¨¢ticos viejos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.