Insurrecci¨®n en el limbo de Guant¨¢namo
EL PA?S regresa al penal, donde dos tercios de los reclusos son alimentados a la fuerza por sondas desde marzo. ¡°Es una insurrecci¨®n¡±, dice el coronel al cargo
La identidad de quienes acceden al interior del Campo 5 y del Campo 6 ¡ªtodos los n¨²meros de campos anteriores son historia, y el Campo 7 es secreto¡ª se preserva de forma escrupulosa. Los periodistas dejan sus credenciales en la garita de la entrada. Los soldados arrancan de su uniforme el velcro que les identifica por su apellido, y los guardas ¡ªpolic¨ªas militares¡ª solo portan un n¨²mero por toda identificaci¨®n. En el teatro del absurdo en que se ha convertido el centro de detenci¨®n de Guant¨¢namo, los soldados que dan atenci¨®n m¨¦dica a los presos encerrados en la base naval estadounidense en territorio cubano se hacen llamar por nombres tomados de obras de Shakespeare. As¨ª, la psiquiatra es Dionisia (tomado de la obra Pericles, pr¨ªncipe de Tiro), que confiesa, ingenua, no saber muy bien las razones por las que los reos no reclaman sus servicios de sanidad mental.
Malvolio, Feste y Orsino (de Noche de reyes) forman parte del grupo de enfermeros de refuerzos que el Pent¨¢gono se vio obligado a enviar hace un mes para atender el creciente n¨²mero de alimentaciones forzosas que se estaban llevando a cabo en la c¨¢rcel como consecuencia de la cada vez mayor cantidad de presos en huelga de hambre. Oficialmente son 104, sobre una poblaci¨®n reclusa total de 166, seg¨²n datos de la semana pasada, cuando este peri¨®dico fue autorizado a realizar una visita guiada de cinco d¨ªas a la pol¨¦mica prisi¨®n que EE UU abri¨® en 2002 en tierra extranjera para poder burlar un buen n¨²mero de leyes, entre ellas la Convenci¨®n de Ginebra, que garantiza derechos a los prisioneros de guerra.
Cuando pasan pocos minutos de las cuatro de la madrugada reina un silencio absoluto dentro del Campo 6. Se acerca la plegaria de las cinco, que, debido a la redacci¨®n de un guion esperp¨¦ntico, se permite escuchar a la prensa, como si el rezo de los prisioneros se tratase de un espect¨¢culo de tortugas desovando o de la exhibici¨®n del ¨²ltimo oso panda llegado a un zoo. De manera paralela, los guardas ¡ªla mayor¨ªa, entre los 19 y los 21 a?os, unos ni?os cuando se produjeron los ataques del 11-S y George W. Bush iniciase la guerra contra el terrorismo¡ª preparan los desayunos, de los que m¨¢s de un centenar acabar¨¢n en la basura.
En Guant¨¢namo est¨¢n los mejores hombres de la naci¨®n sirviendo a su pa¨ªs¡±, dice el coronel Bogdan
¡°Nuestras ¨®rdenes son seguir las normas que se aplican en las prisiones federales de EE UU y alimentar a la fuerza a los seguidores de la huelga en peores condiciones¡±, asegura uno de los m¨¦dicos al frente del centro sanitario, exclusivo para los reos (los militares de la base son tratados en un hospital distinto). ¡°Hasta que no nos ordenen lo contrario, esa pr¨¢ctica no va a cambiar, no dejaremos que ning¨²n detenido muera de hambre¡±, asegura este miembro de la Marina que salpica su discurso con la frase: ¡°Yo cumplo ¨®rdenes¡±. ¡°Aqu¨ª, todo se hace siguiendo la m¨¢s absoluta legalidad¡±, explica, y refuerza su tesis con el siguiente argumento: ¡°Mi madre me llama asustada por todo lo que lee sobre Guant¨¢namo, y yo solo puedo tranquilizarla dici¨¦ndole una cosa: ¡®Mam¨¢, estoy orgulloso de lo que hago¡±, dice este hombre en la cincuentena.
Lo que este comandante de la Marina hace, al menos dos veces cada d¨ªa y con ayuda de otro militar, es atar a una silla ¡ªespec¨ªficamente dise?ada para esta labor¡ª al preso que debe ser alimentado, y que llega all¨ª por su pie o a la fuerza. Una vez atado se le coloca una m¨¢scara sobre la cara que impide que mueva la boca, as¨ª como que pueda morder o escupir. Hasta aqu¨ª el primer paso.
El segundo comienza con la aplicaci¨®n en las fosas nasales de un lubricante quir¨²rgico ¡ª¡°tambi¨¦n vale aceite de oliva¡±, apunta el comandante mostrando un bote de pl¨¢stico relleno de un l¨ªquido viscoso de color verde¡ª antes de introducir un tubo por la cavidad nasal. Seg¨²n los abogados de los detenidos, en este punto sus clientes se quejan de sufrir un dolor intenso y no poder dejar de lacrimar, ya que en esa zona existen muchas terminaciones nerviosas.
El enfermero de turno relata en menos de ocho segundos lo que sucede a continuaci¨®n, pero para los presos, aseguran sus letrados, se trata de una agon¨ªa que parece no acabar nunca. El tercer paso se inicia con el descenso del tubo quir¨²rgico por la garganta hasta el est¨®mago, que hace que se haga dif¨ªcil la respiraci¨®n y se produzca la sensaci¨®n que algunos describen como ahogamiento.
El cuarto paso comienza por sujetar el tubo a la nariz con un esparadrapo, para evitar que el preso lo muerda y, una vez asegurado, se inicia la tarea de volcar a trav¨¦s del mismo 750 mililitros de una sustancia rica en nutrientes. En este punto se puede incorporar al suplemento alimenticio una medicina conocida como Reglan ¡ªque tiene como efectos secundarios en el largo plazo s¨ªntomas parecidos a los que provoca el p¨¢rkinson¡ª para mitigar la sensaci¨®n de n¨¢useas o hinchaz¨®n en el preso.
Zak es el ¡°consejero cultural¡±. Habla con los presos una vez al mes. Dice que no comen para no tener deseo sexual
¡°Todo el procedimiento dura 20 minutos¡±, asegura el uniformado que con frialdad quir¨²rgica ha explicado el desagradable proceso. ¡°Puedo garantizar que no es doloroso, yo me lo he hecho a m¨ª mismo¡±, explica este sargento segundo que, como todos los dem¨¢s, practica el anonimato y se le conoce solo por la denominaci¨®n MED-OIC (sanitario; oficial al cargo).
Sobre Guant¨¢namo solo se sabe una parte de la historia, la que las autoridades militares quieren contar y que, en un acto de circense transparencia, publicitan con las visitas al penal, indeleble mancha en el historial de derechos humanos de Estados Unidos. La prensa no tiene acceso a los presos, 86 de los cuales han obtenido el visto bueno para poder abandonar la isla y ser transferidos a terceros pa¨ªses y, sin embargo, ven los d¨ªas pasar sin que nada suceda. Algunos llevan 10 a?os encerrados sin cargos. De los 166 que quedan ¡ªa mediados de la d¨¦cada pasada lleg¨® a haber cerca de 600¡ª, 151 est¨¢n calificados bajo la etiqueta ¡°bajo valor¡±. Solo seis enfrentan estos d¨ªas las audiencias previas a los juicios que est¨¢n por llegar: el responsable del ataque con bomba contra el portaaviones USS Cole en 2000 en un puerto de Yemen, Abd al Rahim al Nashiri, y los cinco supuestos responsables de los ataques terroristas del 11 de septiembre.
La versi¨®n oficial sobre la huelga de hambre, seg¨²n narra el director de asuntos p¨²blicos del Pent¨¢gono en la base, el capit¨¢n Robert Durand, es que 104 ejercen la huelga de hambre de forma activa. Pero, a partir de ah¨ª, cualquier n¨²mero vale. Seg¨²n uno de los m¨¦dicos entrevistados, ¡°hay presos que llevan seis a?os en huelga de hambre¡±. Ante la mirada at¨®nita de quien escucha esa respuesta, el oficial de la Marina adopta un tono de confidente y asegura que los presos mienten, que claro que comen, a veces poco, pero comen. ¡°Solo quieren llamar la atenci¨®n¡±, finaliza. Un objetivo que, sin duda, han conseguido ya hace meses.
El verano pasado, como reconoce el capit¨¢n Durand, Guant¨¢namo fue abandonado por la prensa. ¡°Ni siquiera fue un tema en la campa?a electoral presidencial¡±, cuenta. Tampoco lo fue en el discurso del Estado de la Uni¨®n de febrero, pronunciado por Barack Obama pocos d¨ªas despu¨¦s de su segunda toma de posesi¨®n. Si en 2009 el presidente promet¨ªa cerrar Guant¨¢namo en el plazo de un a?o, la realidad pol¨ªtica y el obstruccionismo del Capitolio ¡ªcon la C¨¢mara en manos de los republicanos¡ª se impusieron, y un a?o m¨¢s tarde el penal no solo segu¨ªa abierto, sino que a continuaci¨®n se reanudaron las comisiones militares que Obama hab¨ªa desterrado.
Guant¨¢namo quedaba una vez m¨¢s suspendido en un limbo jur¨ªdico e indiferente a la opini¨®n p¨²blica. Hasta que el pasado mes de febrero, seis presos iniciaron una protesta dejando de comer. En principio, se atribuy¨®, por parte de sus abogados, a que los soldados que los vigilan hab¨ªan dado un trato irrespetuoso a sus ejemplares del Cor¨¢n. La protesta fue en aumento. En una semana eran ya 12 los que no inger¨ªan alimentos. Al acabar marzo, los letrados de los reos aseguraban que eran un centenar quienes se hab¨ªan sumado a la huelga.
Los guardas, la mayor¨ªa entre 19 y 21 a?os, preparan los desayunos, aunque un centenar acabar¨¢ en la basura
Para entonces, los responsables de la base explicaban que la protesta se deb¨ªa a la frustraci¨®n de detenidos por no ver avances en su situaci¨®n, lo que se agrav¨® con la callada por respuesta que dio el Departamento de Estado a la hora de sustituir al enviado especial encargado de transferir a los detenidos, y la confirmaci¨®n, poco despu¨¦s, de que el puesto quedar¨ªa vacante. Hoy, sin embargo, vuelve a tener due?o: el abogado Clifford Sloan, que esta semana ha volado a la isla.
El 6 de abril, seg¨²n la versi¨®n oficial del Pent¨¢gono, se hizo necesario entrar en las zonas comunes que compart¨ªan los reos y sofocar una protesta que comenz¨® al tapar estos con cajas de cereales las c¨¢maras con las que la polic¨ªa militar los vigila. La decisi¨®n fue tomada por el coronel John Bogdan, el comandante a cargo del conocido como JDG (Joint Detention Group, el grupo responsable de todas las operaciones que se llevan a cabo con los detenidos). No es esta la primera vez que en Guant¨¢namo ha habido una huelga de hambre, pero Bogdan decidi¨® afrontarla de manera diferente a como se hab¨ªa hecho antes. En lugar de tratar de restaurar el orden encontrando soluciones junto a los detenidos, el coronel consider¨® que la huelga no era una protesta, sino una insurrecci¨®n, y que no negociar¨ªa nada hasta que abandonaran su decisi¨®n de no comer.
La Operaci¨®n Antes del Amanecer se llev¨® a cabo pocas horas despu¨¦s de que una delegaci¨®n del Comit¨¦ Internacional de la Cruz Roja abandonara suelo cubano, visita que se hab¨ªa adelantado ante la creciente presi¨®n de la opini¨®n p¨²blica por conocer lo que en realidad estaba sucediendo dentro de los muros de Guant¨¢namo. Con dos simples frases Bogdan se defiende de aquellos que le acusan de haber provocado un profundo deterioro en la vida en los campos de detenci¨®n y responder con mano dura a la huelga: ¡°Cumplimos con nuestro trabajo. En Guant¨¢namo est¨¢n los mejores hombres de la naci¨®n sirviendo a su pa¨ªs¡±.
Este coronel del Ej¨¦rcito de Tierra llevaba poco m¨¢s de seis meses al frente de los campos de detenci¨®n cuando estall¨® la huelga, y fue destinado al puesto sin haber dirigido nunca antes una prisi¨®n, lo que no le ha impedido ser el autor del manual de seguridad conocido como SOP (siglas de Protocolo de Actuaci¨®n, en este caso referente a los presos).
No es la primera huelga de hambre en el penal, pero el coronel Bogdan la afronta como si fuera una insurrecci¨®n
El Ramad¨¢n est¨¢ a punto de comenzar ¡ªel pr¨®ximo martes 9 de julio¡ª, y Bogdan asegura que, excepto que reciba ¨®rdenes en contra, seguir¨¢n las alimentaciones forzosas, aunque intentar¨¢n hacerlas despu¨¦s de la ca¨ªda del sol. Los musulmanes ayunan durante esta festividad religiosa, y obligarles a comer solo supondr¨ªa a?adir m¨¢s agua a un vaso que desborda de desesperaci¨®n desde hace ya tiempo. Un grupo de abogados de los presos encerrados en Guant¨¢namo ha pedido ya a un tribunal federal en Washington que ponga fin a ¡°la grotesca pr¨¢ctica¡± de alimentar por la fuerza a los reos. Los letrados argumentan que sobre sus clientes no pesan cargos y que, por tanto, no se les puede someter al r¨¦gimen federal de prisiones que permite ese castigo para evitar su muerte.
Bajo el pu?o f¨¦rreo de Bogdan, al margen de los campos de detenci¨®n la vida sigue como si nada en la base de Guant¨¢namo. Las cocinas siguen preparando men¨²s ¡ªque ir¨®nicamente incluyen uno para presos a r¨¦gimen¡ª y la responsable de los fogones muestra orgullosa la ¨²ltima hornada de galletas. Pero dentro de la visita al que fue denominado el Gulag del siglo XXI no se incluye ning¨²n contacto con los presos. Ninguna manera de comprobar si se corresponde con la realidad la id¨ªlica situaci¨®n que describen las autoridades para los encerrados en Guant¨¢namo: ¡°Tienen DVD, 25 canales de televisi¨®n, libros de Harry Potter y mejor asistencia sanitaria que la que disfrutan los ciudadanos de EE UU¡±, lo que siendo un supuesto halago es una p¨¦sima publicidad para la naci¨®n m¨¢s poderosa del mundo. Las entrevistas est¨¢n fuera de toda cuesti¨®n. Ni tan siquiera una fotograf¨ªa de espaldas, ¡°para proteger sus derechos¡±, justifican para negarlo, lo que no deja de ser ir¨®nico respecto a personas que no tienen ning¨²n otro.
Guant¨¢namo, como todo lo que le rodea desde que en 2002 fue creado por la Administraci¨®n de Bush ¡ªlas comisiones militares, la farsa de defensa para los presos¡ª, es puro circo. De nada vale que las autoridades militares intenten convencer ¡ªsin pruebas¡ª de que los prisioneros son tratados con humanidad. Esos detenidos carecen incluso del derecho m¨¢s b¨¢sico que tiene un reo: saber de qu¨¦ se le acusa.
Pensando en su bienestar y alegando respeto por su religi¨®n, la mente brillante que dise?¨® las celdas pint¨® una flecha de color negro en el suelo que apunta hacia la Meca. ¡°Para la orientaci¨®n de los detenidos a la hora de practicar sus plegarias¡±, explica una teniente coronel como el agente inmobiliario que muestra el sol¨¢rium de un d¨²plex en la playa. Gran tacto. No lo es tanto el hecho de que la alfombra para rezar est¨¦ justo al lado de la taza del inodoro (si es que se habla de no herir sensibilidades).
Atendiendo a lo anterior, los responsables de los campos de detenci¨®n consideraron apropiado que los presos contaran con un ¡°consejero cultural¡±, alguien que pudiera servir de puente entre los reos y los militares porque sus ra¨ªces estuvieran entre esos dos mundos, el musulm¨¢n y el castrense. Sin lucir estrellas y siendo extremadamente vago sobre qui¨¦n paga su n¨®mina ¡ª¡°el Pent¨¢gono¡±, dice, pero hasta ah¨ª¡ª, Zak luce amplia sonrisa de encantador de serpientes mientras asegura que en Guant¨¢namo los presos tienen todas sus necesidades cubiertas ¡ª¡°hasta pan de pita¡±, dice¡ª excepto una: no tienen relaciones sexuales, ni, por supuesto, la posibilidad de visitas vis a vis.
Mi madre me llama asustada por lo que oye de aqu¨ª. Yo le digo que estoy orgulloso de lo que hago¡±, dice un m¨¦dico
Zak ¡ª¡°los prisioneros me llaman Zaky¡±, comparte¡ª no quiere que su apellido aparezca escrito en la prensa, ni accede a ser fotografiado. Dice que muchos de los que practican la huelga de hambre lo hacen por la presi¨®n que ejercen sobre ellos los l¨ªderes. ¡°Pero sobre todo¡±, prosigue, y para ¨¦l ah¨ª est¨¢ el verdadero motivo de que hayan dejado de comer, ¡°lo hacen para no tener deseo sexual. El hambre lo aletarga y les quita ese apetito¡±, prosigue con un ejemplo de lo contrario: ¡°Los presos chinos, sin embargo, han engordado bastante en estos a?os¡±. Ya solo quedan tres prisioneros de esta nacionalidad, tres personas de la minor¨ªa china musulmana conocida como uigur y que est¨¢n encerrados ellos solos en el centro conocido como Campo Iguana.
¡°No permitiremos que nadie muera de hambre¡±, anuncia Zak siguiendo la tesis oficial. A pesar de las buenas intenciones de todos, 104 personas siguen neg¨¢ndose a comer hasta que vean una salida a la situaci¨®n en la que est¨¢n atrapados. Y a pesar de Zaky, quien dice que habla con ellos ¡°una vez al mes¡± ¡ªy se indigna y no contesta cuando se le pregunta qu¨¦ hace el resto del tiempo¡ª, un prisionero de Campo 6 y otro de Campo 5 intentaron suicidarse ¡ªambos trataron de colgarse con su propia camisa¡ª la noche anterior a que el coronel Bogdan diera orden a sus hombres de que entraran en los centros comunes y desalojaran a los reos y los condenaran a vivir en celdas individuales.
Se les aplica en las fosas nasales un lubricante antes de introducir un tubo que llegar¨¢ al est¨®mago
El centro de detenci¨®n que se inici¨® como algo temporal est¨¢ valorado hoy en cientos de millones de d¨®lares, y el Pent¨¢gono reclama 200 m¨¢s para mejorarlo y construir una prisi¨®n de m¨¢xima seguridad que sustituya al secreto Campo 7. Todo, paralelo a la intenci¨®n renovada de cerrar el penal que recientemente ¡ªforzado por las huelgas de hambre¡ª ha manifestado el presidente Barack Obama.
Pero no hay esperanza a la vista. Guant¨¢namo ha mejorado con los a?os para empeorar. Lejos queda ya Campo X, el que todo el mundo tiene impreso en la retina cuando se menciona el infame penal: aquel al aire libre cerca del mar Caribe en el que los presos vest¨ªan de naranja y eran transportados en carretillas de madera por sus captores y que hoy est¨¢ devorado por la maleza y unos roedores gigantes apodados banana rats. Hoy, los reclusos, sin embargo, pasan fr¨ªo debido al brutal aire acondicionado que congela unos m¨®dulos construidos a imagen y semejanza de prisiones de m¨¢xima seguridad estadounidenses.
El tour de Guant¨¢namo para la prensa se cre¨® en la d¨¦cada pasada. Este peri¨®dico lo ha hecho en tres ocasiones. Esta ha sido la cuarta. Solo un milagro ¡ªy estos no parecen existir¡ª impedir¨¢ que no lo haga una quinta, y una sexta...
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