¡°Es lo mismo que ser ciego¡±
La falta de escuelas y los fraudes en los planes de ense?anza hace de Alagoinha de Piau¨ª la ciudad m¨¢s analfabeta de Brasil
A lo largo de las calles de casas de colores de Alagoinha de Piau¨ª, en el noreste brasile?o, cuatro de cada diez j¨®venes y adultos son invidentes. Al menos metaf¨®ricamente, puesto que as¨ª describen la manera como ven el mundo los analfabetos. ¡°Es lo mismo que ser ciego¡±, define el ama de casa Josefa Maria de S¨¢, de 31 a?os, que solo sabe ¡°copiar¡± su nombre.
En esta ciudad de 7.341 habitantes, ubicada en el semi¨¢rido Estado del Piau¨ª, el 44% de los mayores de 15 a?os no saben leer ni escribir. La tasa est¨¢ muy por encima de la media de Brasil (8,7%) y peor que la de pa¨ªses extremamente pobres, como Madagascar (36%) o Ruanda (29%). Una realidad causada por a?os de desatenci¨®n educativa, de aulas insuficientes, escuelas sin instalaciones adecuadas, falta de transporte escolar e incluso fraudes en proyectos que buscaban acabar con ese ej¨¦rcito de analfabetos.
¡°Aqu¨ª todo es camuflado¡±, cuenta M. S., una comerciante que prefiere no identificarse. ¡°Una vecina que se inscribi¨® en uno de esos proyectos de alfabetizaci¨®n del Gobierno me pidi¨® que yo diera mi nombre para que me incluyera en su lista de alumnos. Yo soy licenciada, no lo acept¨¦. Pero hubo un mont¨®n de gente que puso el nombre solo para ayudar y nunca vio un aula¡±.
La tasa de analfabetismo est¨¢ muy por encima de la media de Brasil (8,7%) y peor que la de pa¨ªses extremamente pobres, como Madagascar (36%) o Ruanda (29%)
Se refiere al programa Brasil Alfabetizado, creado en 2003 por el expresidente Luiz In¨¢cio Lula da Silva. El objetivo era acelerar la alfabetizaci¨®n de j¨®venes y adultos en cursos libres de duraci¨®n inferior a un a?o, administrados por alfabetizadores, es decir, personas que hubieran concluido sus estudios en el instituto pero que no son obligatoriamente profesores.
Cada educador recibe una beca de 400 reales para formar una clase: 14 alumnos en zonas urbanas y siete en zonas rurales. Los fallos en la fiscalizaci¨®n derivaron en casos como el de la comerciante, abordada por la vecina en 2005, confirmados por el alcalde, Pedro Otac¨ªlio (PSB) y por el secretario municipal de Educaci¨®n, Marcio Ribeiro. Este afirma haberse enterado de que esa pr¨¢ctica estaba produci¨¦ndose hasta por lo menos 2010. Otacilio, ¡ªen el cargo desde que el anterior alcalde fue acusado de compra de votos, en 2011¡ª, dice que no hubo fraudes por parte de los alfabetizadores contratados por el Ayuntamiento, sino por el Gobierno del Estado del Piau¨ª, que su vez lo niega, aunque reconoce las dificultades para detectarlo. ¡°Cada profesor buscaba sus alumnos y los alfabetizaba. Pero en este tipo de programa a veces hay distorsiones¡±, insiste el alcalde. Muchos de los verdaderos analfabetos no ten¨ªan acceso al programa, ya que no llegaban a ser buscados por los supuestos alfabetizadores.
Los problemas de ense?anza en Alagoinha no se limitan al analfabetismo: 33% de los alumnos de seis a 14 a?os de la educaci¨®n primaria van con hasta dos a?os de retraso; solo el 21% de los j¨®venes de 18 a 20 a?os concluyeron la secundaria, y apenas 6% de los j¨®venes de 18 a 24 a?os est¨¢n en la universidad, seg¨²n el Atlas del Desarrollo Humano en Brasil de 2013, publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Los datos son mejores que los de a?os anteriores, en gran parte debido a la Bolsa Fam¨ªlia,el programa de asistencia social creado en 2004, que ofrece una ayuda mensual a los domicilios en extrema pobreza o pobreza (renta per capita de hasta 154 reales al mes, unos 50 euros), situaci¨®n en la que se encuentra el 78% de la poblaci¨®n local. El programa exige que los ni?os de las familias beneficiadas est¨¦n escolarizados.
Muchos alumnos van a pie, como F¨¢tima, que todos los d¨ªas camina una hora entre su casa y la escuela
El aumento de la b¨²squeda de aulas no fue, sin embargo, acompa?ada de inversiones en las estructuras de ense?anza. Diez de las 13 escuelas municipales de Alagoinha imparten clases con alumnos de diferentes niveles en una misma aula. Es decir, hay una sola profesora que ense?a contenidos distintos a alumnos de diferentes a?os. ¡°A veces la profesora nos pone a leer alg¨²n texto mientras ense?a a los de otro a?o¡±, cuenta Maria Eduarda de Carvalho, 10 a?os, del 5? de primaria, que comparte la profesora con los estudiantes del 4? de primaria.
Su compa?ero, Luciv?nio Luis de S¨¢, cuenta que en el curso inferior al suyo hay alumnos que todav¨ªa no saben leer. "Hay un chico de 14 a?os y otro de 13 en el 4? a?o que son analfabetos. Los d¨ªas de ex¨¢menes tenemos que terminar el nuestro y luego leer las cuestiones para ellos respondiesen".
La mayor¨ªa de las escuelas de la zona rural de Alagoinha, donde vive el 64% de la poblaci¨®n, tiene solo una o dos aulas. Algunas son precarias. En una de ellas, hasta hace dos meses hab¨ªa huecos en el suelo en vez de inodoros. En una tercera, el aula es descubierta, de modo que las mesas suelen llenarse de heces de p¨¢jaros.
El municipio ofrece 150 bicis y cinco autobuses escolares, que recogen los estudiantes por toda la ciudad. Pero en algunas carreteras de tierra, seg¨²n el alcalde, los autobuses no pasan; la soluci¨®n es recurrir a camionetas, lo que afecta sobre todo a los alumnos del turno de noche, que estudian en la escuela del centro de la ciudad. Por la noche se puede ver como decenas de estudiantes viajan en las partes traseras descubiertas de los veh¨ªculos.
Muchos van a pie, como F¨¢tima Silva, de 20 a?os, que todos los d¨ªas camina una hora entre su casa y la escuela. ¡°Tienes que ir agarrado a la camioneta. Mucha gente desiste de estudiar porque no lo aguanta¡±.
La dificultad de fiscalizar el programa
Rosimar Soares Costa, directora de la unidad de educaci¨®n de j¨®venes y adultos del Gobierno de Piau¨ª, asegura que el Gobierno del Estado nunca recibi¨® denuncias de fraude en Alagoinha, pero reconoce que la fiscalizaci¨®n del programa es dif¨ªcil, ya que el Gobierno Federal no env¨ªa equipos t¨¦cnicos a los municipios.
El Gobierno Federal asegura a su vez que los t¨¦cnicos del Ministerio de Educaci¨®n visitan los lugares para averiguar la ejecuci¨®n y la calidad del programa. ¡°Si se constatan irregularidades o que los objetivos del programa no son cumplidos, la organizaci¨®n del programa reclama la devoluci¨®n del dinero al Gobierno¡±. Afirm¨®, sin embargo, que no hay denuncias relacionadas a Alagoinha. Seg¨²n el Ministerio P¨²blico Federal de Piau¨ª, hay 43 investigaciones abiertas por denuncias de fraudes en el Estado, adem¨¢s de cinco acciones civiles por mala conducta administrativa.
En 2007, el entonces ministro de Educaci¨®n, Fernando Haddad, afirm¨® que las investigaciones del ministerio descubrieron que algunos municipios contrataban las ONG para gestionar el programa de alfabetizaci¨®n con recursos federales, lo que no es ilegal. Sin embargo, las auditor¨ªas internas constataron problemas como la inscripci¨®n de alumnos alfabetizados y estudiantes matriculados en dos grupos al mismo tempo. Total que los recursos destinados a la participaci¨®n de ONG han bajado.
Hoy, el programa online que realiza la inscripci¨®n de los alumnos intenta minimizar estos fallos, cuenta Soares. Responsable por la inscripci¨®n de los educadores, la directora asegura que el sistema verifica los datos de diversos otros programas del Gobierno para encontrar informaciones que puedan apuntar a posibles fraudes. ¡°En el momento de la inscripci¨®n, recibimos muchas listas con alumnos que nuestro sistema ya constataban como alfabetizados¡±, cuenta. Estos no fueron matriculados.
El Gobierno del Estado de Piau¨ª tambi¨¦n tiene un programa de alfabetizaci¨®n propio, llamado Mais Viver (M¨¢s Vivir), en los municipios en los que hay m¨¢s personas que no saben leer ni escribir. Alagoinha fue incluida. A trav¨¦s de los dos programas, el municipio alfabetiz¨® a 681 personas el a?o pasado.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.