La otra Guerra Fr¨ªa
Las divisiones sectarias reflejan la rivalidad entre Arabia Saud¨ª, cuna del islam sun¨ª, e Ir¨¢n, baluarte del chi¨ªsmo. Ese es hoy el principal factor de inestabilidad en Oriente Pr¨®ximo
Las divisiones sectarias en Oriente Pr¨®ximo reflejan la gran rivalidad geopol¨ªtica entre el Reino de Arabia Saud¨ª y la Rep¨²blica Isl¨¢mica de Ir¨¢n (anclada en el antagonismo hist¨®rico entre ¨¢rabes y persas). La creciente polarizaci¨®n parece estar m¨¢s relacionada con la lucha geopol¨ªtica de los dos pa¨ªses por dominar Oriente Pr¨®ximo que con las meras diferencias religiosas entre sun¨ªes y chi¨ªes. Esta nueva Guerra Fr¨ªa puede demostrarse con las estrategias empleadas por los dos Estados desde el estallido de la primavera ¨¢rabe.
El conflicto sectario m¨¢s directo de los ¨²ltimos tiempos surge con la eliminaci¨®n, en 2003, del r¨¦gimen de Sadam Husein en Bagdad, que alter¨® por completo el equilibrio de poder en la regi¨®n del Golfo. Desde entonces hemos presenciado esa rivalidad ideol¨®gica entre saud¨ªes e iran¨ªes para lograr el liderazgo regional. En este pulso, Irak ha pasado a ser el principal campo de batalla.
Cuando Irak era un Estado que funcionaba, serv¨ªa de contrapeso al poder iran¨ª. Los saud¨ªes lo sab¨ªan y respaldaron a Sadam Husein en su guerra contra Ir¨¢n en los a?os ochenta, pese a que no se fiaban de ¨¦l. Incluso despu¨¦s de que Sadam invadiera Kuwait en 1990, Irak sigui¨® siendo una ¡°zona neutral¡± entre Ir¨¢n y Arabia Saud¨ª. La ca¨ªda del r¨¦gimen de Sadam y el hecho de que Estados Unidos no lograra construir un Estado iraqu¨ª estable hicieron que Irak pasara de ser actor a ser escenario en el juego de poder en Oriente Pr¨®ximo. Ir¨¢n y Arabia Saud¨ª han apoyado y siguen apoyando a sus respectivos aliados locales en las luchas pol¨ªticas internas. Hasta el momento, los iran¨ªes llevan ventaja, con numerosos aliados en la mayor¨ªa chi¨ª del poder en Bagdad y una s¨®lida relaci¨®n con el Gobierno de Nuri al Maliki.
El hundimiento del Estado iraqu¨ª ha hecho m¨¢s agresivo a Ir¨¢n, lo que provoca la alerta
entre los pa¨ªses ¨¢rabes
El hundimiento del Estado iraqu¨ª ha hecho que Ir¨¢n se muestre m¨¢s agresivo, aumentando la preocupaciones ¨¢rabes. El rey Abdal¨¢ de Jordania us¨® el t¨¦rmino ¡°media luna chi¨ª¡± para referirse a los supuestos planes iran¨ªes de alterar el equilibrio regional mediante una alianza de reg¨ªmenes chi¨ªes ¡ªBahr¨¦in, Ir¨¢n, Irak, la Siria alau¨ª de Bachar el Asad y la poderosa milicia libanesa Hezbol¨¢¡ª.
Hoy, ese temor est¨¢ haci¨¦ndose realidad, m¨¢s en forma de esfera de influencia pol¨ªticia de Teher¨¢n que de dominio te¨®logico sobre los chi¨ªes de la regi¨®n, debido a las importantes diferencias entre la Rep¨²blica iran¨ª y el resto de los chi¨ªes en Irak y la pen¨ªnsula ar¨¢biga. La solidaridad chi¨ª, visible en el firme respaldo de Ir¨¢n al r¨¦gimen sirio ¡ªque se enfrenta desde hace tres a?os a una gran rebeli¨®n sun¨ª¡ª, es hoy objeto de en¨¦rgicas cr¨ªticas de las monarqu¨ªas din¨¢sticas del Golfo, con Arabia Saud¨ª a la cabeza.
La batalla entre los dos Estados por aumentar su influencia en la regi¨®n es el factor internacional m¨¢s importante en Oriente Pr¨®ximo. Aunque el conflicto entre ¨¢rabes e israel¨ªes sigue siendo fundamental, est¨¢ m¨¢s bien paralizado. La din¨¢mica regional e internacional cambia sobre todo en funci¨®n del enfrentamiento entre Teher¨¢n y Riad.
El deterioro de la seguridad en Irak, con la proclamaci¨®n del nuevo califato isl¨¢mico por parte del Estado Isl¨¢mico de Irak y el Levante (EIIL) a lo largo de la frontera con Siria, anunciado el pasado 18 de junio, primer d¨ªa de Ramad¨¢n, eleva el riesgo de partici¨®n de Irak, sobre todo con el nuevo impulso de los kurdos. El jefe del Gobierno regional kurdo, Masud Barzani, tambi¨¦n ha declarado su intenci¨®n de organizar un refer¨¦ndum para independizarse de Irak.
?Cu¨¢l es el objetivo de Arabia Saud¨ª? B¨¢sicamente, ¡°contener¡± los peligros y garantizar su propia seguridad.
Es el ¨²nico gran pa¨ªs ¨¢rabe que ejerce hoy una verdadera labor diplom¨¢tica: se siente amenazado por una coalici¨®n de fuerzas internas y externas, y eso le exige una pol¨ªtica exterior muy activa para impedir el aumento de la influencia iran¨ª en la regi¨®n. Su intervenci¨®n en las crisis de Siria y Bahr¨¦in tiene el prop¨®sito esencial de limitar el papel de los iran¨ªes y reforzar su propia seguridad.
Arabia Saud¨ª consider¨® que
la revuelta siria ?era una
oportunidad para debilitar
a El Asad, Ir¨¢n y Hezbol¨¢
Con la nueva estrategia de reconciliaci¨®n entre Estados Unidos e Ir¨¢n, que han empezado a sentarse juntos en las mesas de negociaci¨®n, las clases dirigentes saud¨ªes y de los peque?os pa¨ªses del Golfo est¨¢n preocupadas por la posibilidad de que su aliado norteamericano se olvide de proteger sus intereses.
Ya hay varios problemas regionales que han puesto de relieve las diferencias entre el Gobierno estadounidense y sus socios del Golfo.
El m¨¢s importante es la situaci¨®n en Siria. Para los saud¨ªes, disminuir la influencia iran¨ª en los pa¨ªses ¨¢rabes orientales es uno de los principales objetivos de su pol¨ªtica exterior. Para el Gobierno de Obama y la mayor parte de la comunidad internacional, la prioridad es lograr un acuerdo nuclear con Teher¨¢n para despu¨¦s reducir esa influencia. Es decir, las discrepancias tienen m¨¢s que ver con las prioridades inmediatas, en el sentido de que los Estados del Golfo y Estados Unidos no comparten la misma urgencia por acabar con el r¨¦gimen de El Asad y empezar a disminuir la influencia de Ir¨¢n en la regi¨®n.
?Y cu¨¢l es la estrategia del Estado iran¨ª?
La primavera ¨¢rabe sabotea los intentos de Teher¨¢n de ampliar su influencia en Oriente Pr¨®ximo. Teher¨¢n ha da?ado su reputaci¨®n al seguir apoyando a Bachar el Asad. Si El Asad cae, Ir¨¢n perder¨¢ a un aliado importante. Adem¨¢s, al mismo tiempo que los ¨¢rabes est¨¢n cada vez m¨¢s orgullosos de sus conquistas revolucionarias, Ir¨¢n va perdiendo su fama de r¨¦gimen antiisrael¨ª y antiamericano, sobre todo despu¨¦s de que, tras las ¨²ltimas elecciones, el presidente Hasan Rohan¨ª abordara la posible reconciliaci¨®n con Washington.
Antes de que comenzaran las revueltas ¨¢rabes, la alianza entre Ir¨¢n, Siria y Hezbol¨¢ era s¨®lida y gozaba de popularidad incluso entre los ¨¢rabes sun¨ªes, como ¡°eje de resistencia¡± contra EE UU e Israel. Sin embargo, durante la primavera ¨¢rabe, Ir¨¢n apoy¨® las revueltas en T¨²nez, Egipto, Libia y Bahr¨¦in, pero no apoy¨® la rebeli¨®n en Siria. En el otro extremo, Arabia Saud¨ª, que se opuso con fuerza a los levantamientos ¨¢rabes, consider¨® que la revuelta siria era una oportunidad para debilitar a El Asad, Ir¨¢n y Hezbol¨¢.
Siria constituye un frente decisivo para Teher¨¢n, tanto en su rivalidad geoestrat¨¦gica con Arabia Saud¨ª como en su lucha contra los salafistas, los grupos afiliados con Al Qaeda y ahora el EIIL (que tambi¨¦n es rival de Al Qaeda).
Ir¨¢n considera que la ca¨ªda de Bachar el Asad ser¨ªa un paso que podr¨ªa sentenciar a Hezbol¨¢ y debilitar su poder regional. Por eso va a luchar hasta el final para proteger al r¨¦gimen sirio, con o sin El Asad. La fragmentaci¨®n creciente de los territorios y la debilidad de los Estados en el Levante, entre ellos Irak, ha agravado las divisiones sectarias y el fortalecimiento de las identidades comunitarias. La reputaci¨®n de Ir¨¢n como primer Estado isl¨¢mico revolucionario ha quedado da?ada.
Tres a?os despu¨¦s del comienzo de las revueltas ¨¢rabes, la guerra siria, sobre todo, est¨¢ extendiendo los conflictos sectarios tradicionales y convirti¨¦ndolos en una cuesti¨®n internacional. El enfrentamiento entre chi¨ªes y sun¨ªes puede acabar reemplazando al conflicto general entre ¨¢rabes e israel¨ªes como principal desaf¨ªo de las sociedades isl¨¢micas de Oriente Pr¨®ximo. Pero la lucha contra el yihadismo y otras formas de actividad terrorista pueden cambiar la situaci¨®n.
Las potencias regionales e internacionales tienen un inter¨¦s com¨²n en cooperar. La proclamaci¨®n del califato isl¨¢mico por parte del EIIL en la frontera norte de Arabia Saud¨ª constituye una amenaza objetiva tanto para el r¨¦gimen de Riad como para el r¨¦gimen de Teher¨¢n. En este sentido, la lucha contra el EIIL en Irak podr¨ªa ser un objetivo com¨²n para Ir¨¢n y Arabia Saud¨ª, y podr¨ªa contribuir a apaciguar los conflictos sectarios. Pero ambas potencias est¨¢n enrocadas en sus posiciones. Los saud¨ªes exigen como requisito la salida del primer ministro Nuri al Maliki, mientras que los iran¨ªes insisten en derrotar al EIIL sin cuestionar al Gobierno.
Fatiha Dazi-H¨¦ni es doctora en el Instituto de Estudios Pol¨ªticos de Par¨ªs y analista de la Delegaci¨®n para Asuntos Estrat¨¦gicos de Francia.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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