Varoufakis, el provocador que alter¨® la ortodoxia econ¨®mica europea
El profesor y economista dimite como ministro para ¡°facilitar la negociaci¨®n¡± con los socios
Igual que las polillas por la luz, la afici¨®n de Yanis Varoufakis (Pali¨® F¨¢liro, Atenas, 1961) por los focos ha terminado achicharr¨¢ndolo. Y lo ha hecho en un tiempo r¨¦cord, como cab¨ªa esperar de una ascensi¨®n tan fulgurante, en los poco m¨¢s de cinco meses transcurridos desde su nombramiento como ministro de Finanzas en el Gobierno de Syriza, el 27 de enero, hasta su renuncia, este mismo lunes, ¡°para facilitar el proceso de negociaciones con los socios¡±.
Pero a Varoufakis no lo ha desgastado s¨®lo este tiempo de infarto, sino sobre todo sus maneras durante las infructuosas negociaciones con los socios, que dirigi¨® hasta abril, cuando este greco-australiano de personalidad hiperb¨®lica ¡ªbrillante, encantador, narcisista, provocador, un punto chuleta¡ª, fue apartado de la mesa tras sacar repetidamente de quicio a varios miembros de la eurozona y dedicarles comentarios m¨¢s propios de barra de bar que de los mullidos pasillos de Bruselas. Comentarios del estilo del que puso fin (de momento) a su vida p¨²blica: ¡°Llevar¨¦ con orgullo su odio¡±, dijo el ya exministro griego de Finanzas sobre la tirria que le tienen algunos de sus pares.
Este lunes por la tarde, en el traspaso de poderes a Efklidis Tsakalotos, se le vio por primera vez nervioso ¡ªtrabucando palabras incluso, como el apellido de su sustituto en el ministerio¡ª, y leyendo tambi¨¦n por vez primera un texto que sosten¨ªa con manos temblorosas, un breve mensaje de salutaci¨®n a este. El brillante y provocador y polemista Varoufakis, capaz a todas horas de una r¨¦plica deslumbrante, parec¨ªa ayer un estudiante acostumbrado a matr¨ªculas pregunt¨¢ndose de d¨®nde hab¨ªa salido un suspenso.
Aunque nadie pone en duda sus m¨¦ritos intelectuales y acad¨¦micos ¡ªes autor de varios libros, entre ellos el superventas El minotauro global y el entretenido Econom¨ªa sin corbata (conversaciones con mi hija)¡ª, no ha sido precisamente un ejemplo de mano izquierda.
De hecho, durante estos cinco meses como ministro ha recibido un par de toques de atenci¨®n por parte del Gobierno que le han mantenido moment¨¢neamente callado, hasta que su natural impulso, o la atracci¨®n de unos focos, le sacaba del mutismo. Su afici¨®n a figurar tambi¨¦n le ha costado cara, como aquella portada en la revista francesa Paris Match en la que posaba con su esposa como una pareja de royals o de vips, y de la que se arrepinti¨® enseguida.
La dimisi¨®n de Varoufakis, que a diferencia de Tsakalotos no es miembro de Syriza, estaba cantada tambi¨¦n a medida que crec¨ªa la presencia p¨²blica del vicepresidente del Gobierno, el tambi¨¦n economista Yanis Dragasakis. A este, ejemplo de conciliaci¨®n, se le atribuye la idea de replegarle de la mesa de negociaciones, una medida que fue recibida con alivio por los acreedores. Casi todos interpretan, por tanto, su renuncia ¡ªanunciada a trav¨¦s de un lac¨®nico tuit: ¡°Minister no more!¡± (¡°?Ya no soy ministro!¡±)¡ª como una ofrenda en bandeja a los socios, como ¨¦l mismo explicaba despu¨¦s en su blog: ¡°Se me comunic¨® que hab¨ªa ciertas preferencias de algunos participantes del Eurogrupo de que ser¨ªa mejor que estuviera ausente de sus reuniones¡±.
Varoufakis, experto en teor¨ªa de juegos, deja la vida p¨²blica con su popularidad al m¨¢ximo, e intacto su tir¨®n entre los griegos, que el viernes, en la ¨²ltima manifestaci¨®n a favor del no de la campa?a del refer¨¦ndum, le aclamaron y abrazaron y jalearon como si fuera una leyenda.
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