Las revueltas ¨¢rabes en tiempos del Estado Isl¨¢mico
La apertura democr¨¢tica van de la mano de lo que en su d¨ªa se llam¨® ¡°islamismo moderado¡±
Hoy hace cinco a?os que parec¨ªa que todo era posible, para los ¨¢rabes y para los que los mir¨¢bamos con inter¨¦s desde esta otra orilla del Mediterr¨¢neo. Ben Ali y su corte sal¨ªan a escondidas de T¨²nez rumbo a un exilio dorado en Jeddah, y por este norte a¨²n no sab¨ªamos del 15-M, de los indignados o las mareas. O s¨ª sab¨ªamos algo de la rabia ante un mundo cada vez m¨¢s injusto y depauperado, y de la necesidad de decir ¡°?Basta!¡±. Los ¨¢rabes abrieron un periodo de indignaci¨®n a escala global. Aunque en realidad su trabajo, m¨¢s callado y de largo recorrido, hab¨ªa empezado antes: huelgas, manifestaciones y recomposiciones de la sociedad civil hab¨ªan ido socavando las bases del autoritarismo depredador de sus gobernantes durante la d¨¦cada anterior. En unas semanas de enero-febrero de 2011 vimos inundarse de ciudadanos empoderados las calles de T¨²nez, El Cairo, San¨¢, Casablanca, Manama. Era un espect¨¢culo inaudito, que romp¨ªa con el clich¨¦ de ¡°la desgracia de ser ¨¢rabe¡±. Los ¨¢rabes compartieron un grito: ¡°El pueblo quiere que el r¨¦gimen caiga¡±.
Cayeron algunos tiranos (Ben Ali, Mubarak, Saleh, Gadafi) y alg¨²n otro se tambale¨® (Al-Asad, Al-Jalifa), pero r¨¢pidamente se puso en marcha la maquinaria contrarrevolucionaria para apuntalar a los reg¨ªmenes, los verdaderos art¨ªfices de la desgracia ¨¢rabe. Hoy solo T¨²nez mantiene vivo cierto aliento de aquellos d¨ªas de himnos de ¡°pan, libertad y justicia social¡±. Las ense?anzas de lo sucedido desde entonces no son pocas, y los ¨¢rabes, una vez m¨¢s, se ven obligados a renovar su lucha.
La involuci¨®n de las primaveras ¨¢rabes se ha servido de una vieja estrategia posrevolucionaria: el terror. Al socaire de los petrod¨®lares, los grupos yihadistas acapararon la resistencia a El Asad y el cambio de r¨¦gimen en Siria, piedra angular de la revoluci¨®n, se frustr¨®. Apuntar con el dedo a Arabia Saud¨ª y las monarqu¨ªas del Golfo como responsables en la sombra del terrorismo yihadista, incluido el Estado Isl¨¢mico (ISIS), est¨¢ convirti¨¦ndose en un lugar com¨²n en Occidente, sin demasiadas consecuencias en la pol¨ªtica internacional. Europa (Merkel, Cameron, Rajoy) sigue centrada en sus negocios.
Pero la connivencia de petrod¨®lares y terrorismo tambi¨¦n evidencia un profundo temor: el de las monarqu¨ªas absolutistas de la regi¨®n a perderlo todo, pues saben que a Oriente Pr¨®ximo le aguarda una transformaci¨®n radical que se las llevar¨¢ por delante. De ah¨ª que el islamismo democr¨¢tico, como el de Ennahda en T¨²nez y el de los Hermanos Musulmanes en Egipto, abortado con el golpe de Estado a Morsi, haya sido, m¨¢s sibilinamente, el verdadero objetivo de la estrategia contrarrevolucionaria.
Sin embargo, si algo han demostrado las revueltas de 2011 es que en el mundo ¨¢rabe el cambio y la apertura democr¨¢tica van de la mano de lo que en su d¨ªa se llam¨® ¡°islamismo moderado¡±. Convertido en un tab¨² para Europa a medida que el ISIS y la estrategia antiterrorista avanzan, sin su concurso no hay salida al laberinto. Ni al ¨¢rabe ni a sus secuelas en forma de refugiados e inestabilidad en Europa.
Luz G¨®mez es profesora de Estudios ?rabes e Isl¨¢micos de la Universidad Aut¨®noma de Madrid.
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