Miami, ¡®zona cero¡¯ del zika

Que Estados Unidos iba a registrar, tarde o temprano, casos de transmisi¨®n local del virus del zika es algo que los expertos advirtieron hace meses. Pero que la zona cero se localice en pleno Miami, una ciudad que recibe a millones de turistas, ha hecho saltar muchas alarmas. Mientras Florida intenta contener el brote, en Washington llueven las acusaciones de inacci¨®n y de intereses partidistas a solo tres meses de las elecciones.

La fiesta de preestreno de la pel¨ªcula que aspira a ser el taquillazo del verano, Escuadr¨®n suicida, congreg¨® a finales de julio en el barrio de Wynwood a multitudes ¨¢vidas de hacerse un selfie con estrellas como Will Smith. Plet¨®rico, el alcalde de Miami, Tom¨¢s Regalado, proclam¨® que Hollywood hab¨ªa llegado a Wynwood. Una semana despu¨¦s, la moderna zona est¨¢ en boca de todos, pero no de la forma imaginada. Lo que ha llegado a este barrio, famoso por los centenares de murales que cubren viejos almacenes reconvertidos en bares y galer¨ªas de arte, es el temido virus del zika. Aqu¨ª han sido detectados los primeros casos de transmisi¨®n por picadura de mosquito en territorio continental de Estados Unidos. El Centro de Control de Enfermedades (CDC) emiti¨® para esta zona su primera alerta de viaje por zika en EE UU.

¡°Durante una temporada, vamos a tener que ser cuidadosos con los eventos multitudinarios¡±, reconoce Ken Russell, comisionado del condado 2 de Miami-Dade, que comprende Wynwood.

Aunque ya se han confirmado 16 casos de zika en la zona, la presencia del virus no ha alterado radicalmente la vida del barrio. Solo un restaurante cerr¨® de forma preventiva. Regalado visit¨® esta semana el barrio para asegurar que ¡°Wynwood sigue abierto a los negocios¡±. Pero, aunque los turistas siguen llegando, en los detalles se ve que no todo es igual que antes.

¡°Esta semana todo anda m¨¢s flojo. A estas horas, en una noche como hoy, deber¨ªa haber una cola larga para entrar y mira, no hay nadie¡±, dice Chris, portero del bar Wood Tavern. Al rato llega Kendra, una clienta habitual. Antes de entrar, le pide a Chris el espray antimosquitos que, como muchos locales de la zona, este bar pone desde hace unos d¨ªas a disposici¨®n de los clientes.

Emergencia econ¨®mica

¡°No pienso tener ni?os, as¨ª que no me preocupa demasiado el zika¡±, explica Kendra mientras se extiende cuidadosamente el repelente. ¡°Pero si quisiera tenerlos, no vendr¨ªa¡±. Jennifer, una turista de Virginia, no quer¨ªa dejar de ver el barrio de moda, aunque dice que se puso pantalones largos por los mosquitos. ¡°Y compramos el repelente nada m¨¢s entrar en Florida¡±.

La cola para comprar jal¨¢, el tradicional pan trenzado del sabbat, es la de todos los viernes en Zak the Baker, la panader¨ªa m¨¢s hipster de Wynwood. Pero a la entrada del local, en un gui?o a la situaci¨®n, se ha colocado un peque?o altar con una vela a Elegua, el dios orisha protector de los hogares t¨ªpico de casas cubanas, y un cartel con una orden: ¡°?M¨¢rchate, zika!¡±.

¡°Hay que estar preocupados, pero no entrar en p¨¢nico¡±, subraya el comisionado Russell. Una calma que no comparten todos los responsables pol¨ªticos de un Estado que tiene en el turismo una de sus principales fuentes de ingresos. Florida acaba de alcanzar un r¨¦cord: casi 30 millones de turistas en el primer trimestre. En 2015, m¨¢s de 15 millones de personas visitaron Miami, punto de partida o escala adem¨¢s de centenares de cruceros internacionales.

Reino Unido ya ha recomendado a las embarazadas que eviten en lo posible viajar a las zonas afectadas de la ciudad. Noruega ha extendido el aviso a todo Miami.

¡°El zika no es solo una emergencia de salud p¨²blica, tambi¨¦n es una emergencia econ¨®mica. Nos preocupa much¨ªsimo el impacto que esto puede tener en el turismo de Florida¡±, dice el senador republicano Marco Rubio. No es el ¨²nico. Pr¨¢cticamente todos los senadores y congresistas de Florida, tanto republicanos como dem¨®cratas, se han movilizado en los ¨²ltimos d¨ªas para reclamar de sus colegas una acci¨®n inmediata.

El presidente, Barack Obama, solicit¨® en febrero al Congreso 1.900 millones de d¨®lares para luchar contra este virus que, en palabras del director del CDC, Tom Frieden, preocupa m¨¢s por lo que no se sabe a¨²n de ¨¦l que por las secuelas verificadas como la microcefalia en beb¨¦s.

No hay rastro del dinero. El Senado aprob¨® en mayo una partida de 1.100 millones de d¨®lares. Pero la mayor¨ªa republicana en la C¨¢mara Baja la condicion¨® a incluir restricciones al aborto y recortes a la reforma sanitaria de Obama. Indignados, los dem¨®cratas del Senado bloquearon la propuesta. Desde entonces, llueven las acusaciones mutuas de inacci¨®n e intereses pol¨ªticos ante lo que Obama calific¨® el jueves de ¡°situaci¨®n grave¡±. A solo tres meses de las elecciones presidenciales y legislativas, la batalla contra el zika se ha transformado en un arma electoral m¨¢s.

Un juego peligroso, advierte Russell. ¡°Ser¨ªa una verg¨¹enza si la pol¨ªtica provocara un retraso en la reacci¨®n a un problema sanitario¡±, afirma. Florida, recuerda, es uno de los Estados clave que podr¨ªan decidir las elecciones de noviembre. Y sus habitantes ¡°est¨¢n mirando atentamente c¨®mo se reacciona ante el zika, la forma en que se responda podr¨ªa influir en las elecciones¡±.