Por qu¨¦ una victoria de Le Pen no ser¨ªa hist¨®rica para el feminismo
Las cuestiones de g¨¦nero han quedado al margen de la campa?a, pese a que la candidata ultraderechista figure entre los favoritos

Cuando S¨¦gol¨¨ne Royal se present¨® a las presidenciales francesas de 2007, se habl¨® sin cesar del hecho de que una mujer pudiera conquistar el El¨ªseo. Lo mismo sucedi¨® durante los comicios estadounidenses del oto?o pasado, con Hillary Clinton como favorita (hasta que empez¨® el recuento). Tambi¨¦n fue objeto de debate en las primeras campa?as de Angela Merkel, Michelle Bachelet o incluso Margaret Thatcher. Todas sus candidaturas se consideraron hist¨®ricas. La de Marine Le Pen, en cambio, no. Las cuestiones de g¨¦nero han quedado apartadas de la campa?a para las elecciones francesas, pese a que una mujer figure entre los favoritos para conquistar la presidencia (los ¨²ltimos sondeos le dan entre el 21,5% y el 23% de los votos en la primera vuelta de este domingo).?
¡°La cuesti¨®n del g¨¦nero ha sido barrida bajo la alfombra. La ideolog¨ªa de Le Pen supone un obst¨¢culo. Si nadie habla de este asunto, es por la familia pol¨ªtica a la que pertenece¡±, se?ala Marl¨¨ne Coulomb-Gully, investigadora en comunicaci¨®n pol¨ªtica y representaci¨®n de g¨¦nero en la Universidad de Toulouse-Jean Jaur¨¨s. Ese silencio no impide ver que se trata de un asunto central para analizar su ascenso imparable. ¡°Es una cuesti¨®n capital respecto a la notoriedad que ha alcanzado el Frente Nacional. Le Pen lidera un partido hist¨®ricamente vinculado a valores viriles. Ser mujer le ha permitido abrirse a un nuevo electorado. Su feminidad ha sido un instrumento estrat¨¦gico¡±, a?ade la experta. Las cifras no enga?an. En 2012, durante su primera campa?a en direcci¨®n al El¨ªseo, el resultado de la candidata fue pr¨¢cticamente id¨¦ntico entre hombres y mujeres. Jean-Marie Le Pen, en cambio, sol¨ªa registrar cinco o seis puntos de diferencia entre ambos.
No es ning¨²n secreto que Marine Le Pen ha convertido su identidad de g¨¦nero en un punto principal de su argumentario. Minutos antes de que un ataque terrorista sembrara el p¨¢nico en Par¨ªs durante la noche del jueves, Le Pen pronunci¨® estas palabras en la televisi¨®n p¨²blica: ¡°Soy madre y tengo tres hijos. No quiero sentir una puntada en el est¨®mago cada vez que me dicen que van de compras a La D¨¦fense, por miedo a que sean agredidos o se conviertan en v¨ªctimas del pr¨®ximo atentado¡±. Argumentaba as¨ª la necesidad de expulsar del territorio franc¨¦s a los individuos susceptibles de radicalizarse. Por un lado, exig¨ªa mano dura. Por la otra, lo hac¨ªa como madre de familia.
¡°La paradoja es que, pese a sus esfuerzos, se la siga percibiendo casi como a un hombre¡±, analiza la polit¨®loga Mariette Sineau, especialista en pol¨ªtica y g¨¦nero del Centro de Investigaci¨®n Pol¨ªtica (CEVIPOF) de Sciences Po. ¡°Hered¨® de su padre no solo el partido, sino tambi¨¦n algunas calidades intr¨ªnsecas: su ret¨®rica guerrera, su voz y hasta su aspecto f¨ªsico. Marine es el hijo que Le Pen no tuvo. Si buscamos una explicaci¨®n psicoanal¨ªtica, puede que se comporte como tal¡±.
La polit¨®loga Fr¨¦d¨¦rique Matonti, profesora en la Sorbona y autora del reciente ensayo Le genre pr¨¦sidentiel, apunta a otro motivo de peso para entender por qu¨¦ no se trata a Le Pen como una mujer candiadata m¨¢s. ¡°Su recorrido profesional no tiene nada que ver con el del resto de mujeres en pol¨ªtica. Ella no ha tenido ning¨²n obst¨¢culo. Hered¨® el partido de su padre, sin tener que batirse por cargos ni investiduras¡±, se?ala. ¡°Adem¨¢s, usa su nombre de pila como una marca de f¨¢brica omnipresente en su campa?a y se apoya en su calidad de madre de familia para dulcificar una imagen violenta y brutal. Dir¨ªa que, como candidata, re¨²ne calidades propias de un hombre y de una mujer. En ese sentido, Le Pen es casi una candidata queer¡±.
?Ser¨ªa una eventual victoria de Le Pen un triunfo feminista? ¡°Resulta evidente que no. Ella solo usa el feminismo contra una m¨¢quina de guerra contra el Islam¡±, responde Sineau. Tampoco Coulomb-Gully est¨¢ de acuerdo: ¡°Solo menciona la libertad de las mujeres cuando quiere condenar la religi¨®n musulmana. Para Le Pen, el feminismo es una m¨¢scara que le sirve para ocultar su xenofobia¡±. Cuando la candidata ultraderechista se desplaz¨® al L¨ªbano en febrero, se neg¨® a ponerse el velo para reunirse con el gran muft¨ª, Abdellatif Deriane, en un barrio musulm¨¢n de Beirut. El vicepresidente del Frente Nacional, Florian Philippot, vio en ese gesto ¡°un magn¨ªfico mensaje de libertad y emancipaci¨®n enviado a las mujeres de Francia y del mundo entero¡±. Sin embargo, un vistazo detallado a su programa ¨Cque, para empezar, solo cita la palabra mujer en dos ocasiones¨C permite descubrir otros matices.
Por ejemplo, Le Pen se opone a la paridad, que considera ¡°opuesta a la meritocracia¡±. Y, pese a citar en sus discursos a la fil¨®sofa feminista ?lisabeth Badinter o a Simone Veil, la ministra que legaliz¨® la interrupci¨®n voluntaria del embarazo en la Francia de 1975, mantiene una postura ambigua al respecto. En 2012 lleg¨® a denunciar ¡°los abortos de confort¡±. Su partido tambi¨¦n propone un ¡°salario maternal¡±, que permitir¨ªa que las mujeres cobraran el 80% del sueldo m¨ªnimo durante tres a?os para poder criar a sus hijos. ¡°En el fondo, defiende un retorno al entorno dom¨¦stico. Le Pen est¨¢ interpretando un personaje muy alejado de lo que es. Si llega al poder, ser¨¢ una cat¨¢strofe para las mujeres¡±, concluye Sineau.
¡°?Macron? Es hombre y mujer¡±
Tampoco los hombres han quedado al margen de la eterna problem¨¢tica del g¨¦nero. En mayo de 2016, cuando preguntaron a Nicolas Sarkozy qu¨¦ opinaba de Emmanuel Macron, el expresidente franc¨¦s respondi¨®: ¡°Es un poco hombre y un poco mujer. Andr¨®gino. Es la moda del momento¡±. Unos meses despu¨¦s, el candidato centrista desment¨ªa su supuesta homosexualidad, mientras los rumores m¨¢s improbables circulaban por Par¨ªs. ¡°Macron transgrede una norma social y pol¨ªtica, esa que dicta que la esposa nunca puede ser mayor que el marido. Eso es lo que hizo surgir esos rumores¡±, analiza Cl¨¦ment Arambourou, polit¨®logo especialista en masculinidad en la Universidad de Burdeos.
Para Coulomb-Gully, observar a los varones que compiten por el El¨ªseo resulta interesante, porque constituyen ¡°un abanico de todos los modelos de hombr¨ªa¡±. ¡°Frente a la masculinidad soft de Macron, Fran?ois Fillon encarna al paterfamilias, el mejor representante del sistema patriarcal. Por su parte, Jean-Luc M¨¦lenchon est¨¢ dopado con testosterona. Se define como feminista, pero la animalidad le sale por los poros. Es un macho alfa indiscutible¡±, analiza.
Los comentarios sobre el f¨ªsico de Macron han sido habituales. ¡°Casi como si fuera una mujer¡±, apunta Coulomb-Gully. Matonti no lo comparte. ¡°A ¨¦l no se le llama por su nombre de pila ni se comenta su forma de vestir¡±, objeta. ¡°Quien s¨ª fue tratado como una mujer fue Fran?ois Hollande. Se habl¨® de su r¨¦gimen, de su look, de su falta de autoridad y de su supuesta incompetencia. Es decir, todo lo que se recrimina a las mujeres¡±. La paradoja es que ganara las elecciones de 2012 encarnando una masculinidad ¡°normal¡±, frente a los excesos viriles de Sarkozy. ¡°S¨ª, pero desde entonces se ha producido una llamada al orden en t¨¦rminos de g¨¦nero. Se quiere que los roles est¨¦n bien definidos¡±, matiza Matonti.
No es casualidad que candidatos inscritos en una masculinidad m¨¢s tradicional o hegem¨®nica, como Fillon y M¨¦lenchon, hayan reforzado sus posiciones en la recta final. ¡°La virilidad tiene efectos sobre el carisma, porque se suele asociar a estereotipos como el voluntarismo, la autoridad y la combatividad. La din¨¢mica positiva de M¨¦lenchon respecto al candidato socialista, Beno?t Hamon, que tiene una imagen m¨¢s suave, puede estar ligada a eso¡±, analiza Arambourou. Si est¨¢ en lo cierto, tampoco es casual que Macron concluyera su intervenci¨®n televisiva del jueves, la ¨²ltima ante una audiencia formada por millones de personas, repitiendo dos veces esta frase: ¡°Soy un guerrero¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
