El Papa elude responder sobre las acusaciones de encubrimiento de abusos
Francisco evita dar una respuesta con claridad a la denuncia del arzobispo sobre su presunto silencio ante los las denuncias del cardenal McCarrick y pide a los periodistas que juzguen ellos mismos
El d¨ªa se complic¨® nada m¨¢s amanecer. En pleno viaje al epicentro de los esc¨¢ndalos de abusos a menores y en medio de la tormenta por el caso de Pensilvania, el Papa desayun¨® en Dubl¨ªn el domingo con la carta del arzobispo Carlo Maria Vigan¨° en la que le acusaba de encubrir las tropel¨ªas sexuales del cardenal Theodor McCarrick. Entre medio hubo un viaje al santuario de Knock, una misa y un ejercicio de penitencia p¨²blica en el que pidi¨® perd¨®n por las distintas variantes de los abusos de la Iglesia Cat¨®lica. Pero en el vuelo de vuelta a Roma, Francisco atendi¨® a los periodistas durante 44 minutos en su tradicional rueda de prensa, donde evit¨® contestar claramente a la pregunta clave y pidi¨® a la prensa que juzgase por s¨ª misma el contenido de la acusaci¨®n, procedente de unos de los miembros del ala ultraconservadora de la Iglesia.
Francisco atendi¨® todas las preguntas detenidamente. Y la tercera que recibi¨® fue la m¨¢s directa. ?Se reuni¨® con Vigan¨® el 23 de octubre de 2013 y este le alert¨® de la conducta de McCarrick? ?Estaba el cardenal estadounidense sancionado ya por Benedicto XVI y permiti¨® que se relajasen esas medidas? ¡°Yo le¨ª esta ma?ana el comunicado. Lo le¨ª, y dir¨¦ sinceramente, que lo lean ustedes atentamente y hagan su juicio. Yo no dir¨¦ una palabra sobre eso. Creo que el comunicado habla por s¨ª mismo, y ustedes tienen la capacidad period¨ªstica suficiente para llegar a las conclusiones. Es un acto de Fe. Cuando haya pasado el tiempo y ustedes tengan las conclusiones, quiz¨¢ hable m¨¢s. Pero quiero que su madurez profesional haga este trabajo, pero de verdad¡±, apunt¨® en una salida completamente inesperada en las filas de la clase turista, donde viaja la prensa.
La respuesta, entre otras cosas, permite al Vaticano ganar tiempo en una cuesti¨®n muy delicada que afecta directamente a la credibilidad del Papa en un asunto crucial para su Pontificado. La carta, de 11 p¨¢ginas, supone una cascada de barro sobre Francisco y algunos de sus m¨¢s estrechos colaboradores, como el secretario de Estado, Pietro Parolin, o el cardenal Maradiaga, a quienes tambi¨¦n se?ala. El tono, muchas de las acusaciones y la homofobia rampante que destila el argumentario esgrimido en la misiva ¨CVigan¨° considera que la homosexualidad es la causa de los abusos en la Iglesia-, debilitan enormemente gran parte de su contenido. Pero dos de los elementos clave de la acusaci¨®n contin¨²an sin recibir una aclaraci¨®n por parte del Papa. Algo que, por otro lado, tampoco ha hecho nunca con las acusaciones recibidas por parte del sector ultraconservador.
La idea de que pueda haber m¨¢s documentos y convenga esperar sobrevuela tambi¨¦n en el ambiente y sugerir¨ªan esa prudencia. Tambi¨¦n el hecho de que Benedicto XVI, con quien Francisco mantiene una relaci¨®n extraordinaria, jugase un papel fundamental en unas sanciones que, supuestamente, no se publicaron ni fueron respetadas por el propio McCarrick, que estuvo celebrando misas durante todo ese periodo.
Adem¨¢s de este asunto, el Papa abord¨® con los periodistas algunos momentos clave de su viaje, que orbit¨® siempre alrededor de los abusos y el cambio de mentalidad de la sociedad irlandesa, algo alejada del peso absoluto del catolicismo. Francisco estaba muy satisfecho de su reuni¨®n con las ocho v¨ªctimas del pasado s¨¢bado, donde pudo escuchar sus relatos. ¡°Sufr¨ª mucho, pero creo que se necesitaba escuchar a estas personas. Y de esta reuni¨®n sali¨® la propuesta de pedir perd¨®n hoy en la misa sobre cosas concretas. [¡]. Las cosas que dije hoy, algunas no las sab¨ªa. Fue para m¨ª doloroso, pero con la consolaci¨®n de poder aclarar estas cosas¡±.
Una de ellas era Marie Collins, que mantiene fuerte discrepancias con el Pont¨ªfice a la hora de abordar las reformas necesarias para prevenir los abusos. Tanto, que abandon¨® la comisi¨®n del Vaticano en la que particip¨® durante tres a?os. De hecho, Collins volvi¨® a criticar que no se hayan implantado los tribunales especiales para juzgar a abusadores, tal y como se aprob¨® en la Santa Sede. El Papa lo rebati¨®. ¡°Yo estimo mucho a Marie Collins, la llamamos para que d¨¦ conferencias en el Vaticano. Pero ella esta algo obsesionada con el escrito de Madre Amorevole en el que se dec¨ªa que para juzgar a los obispos, har¨ªa falta un tribunal oficial. Despu¨¦s se vio que no era viable, tampoco conveniente, por las diversas culturas de los obispos que deben ser juzgados. Pero se toma la recomendaci¨®n de madre Amorevole, y se hace un jurado para cada obispo. Pero no puede ser el mismo tribunal¡±, insisti¨® Francisco. Collins respondi¨® poco despu¨¦s por Twitter y volvi¨® a mostrar su total desacuerdo.
A prop¨®sito de los nuevos casos que pueden surgir entre el clero, Francisco pidi¨® que se act¨²e con diligencia. Especialmente, asegur¨®, dentro de las familias cuando se tiene conocimiento de los abusos. ¡°Si hay sospechas o pruebas o medias pruebas, no veo nada de malo, en hacer una investigaci¨®n. Siempre que se haga sobre el principio jur¨ªdico fundamental de que ninguno es malo si no se prueba. Tantas veces est¨¢ la tentaci¨®n no solo de hacer la investigaci¨®n, sino de publicar que se hizo la investigaci¨®n, y algunos medios comienzan a crear un ambiente de culpabilidad¡±. La presunci¨®n de inocencia debe respetarse siempre, subray¨® a prop¨®sito del caso granadino conocido como Los Romanones.
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