¡°Las mujeres podemos cambiar la marea¡±
Manifestantes congregados ante el Senado destacan la importancia trascendental del caso

Este jueves, en una sala del Senado de Estados Unidos, dos personas se enfrentaban al escrutinio de los legisladores y a sus propios recuerdos, difuminados por el tiempo y el alcohol. Afuera, un pa¨ªs se enfrentaba a una decisi¨®n: ?a qui¨¦n creer? ?Al juez Brett Kavanaugh o a la profesora Christine Blasey Ford? ?Al hombre que puls¨® durante toda su carrera los botones adecuados para alcanzar la cumbre de la judicatura, o a la mujer que decidi¨® salir del anonimato para denunciar que fue v¨ªctima de una agresi¨®n sexual que ¡°alter¨® dr¨¢sticamente¡± su vida?
La inmensa mayor¨ªa de las mujeres congregadas en los pasillos del Senado, y a las puertas del Capitolio, ten¨ªa claro a qui¨¦n creer: cre¨ªan a Ford. Irrumpieron a primera hora de la ma?ana en el edificio para arropar, pac¨ªficamente, a la mujer que decidi¨® compartir el episodio m¨¢s doloroso de su vida con todo el pa¨ªs. La jornada hist¨®rica de este jueves, a un a?o de la eclosi¨®n del movimiento Me Too, fue para muchas de ellas la ¨²ltima prueba para comprobar a qui¨¦n cree el pa¨ªs o, en otras palabras, d¨®nde reside el poder en la Am¨¦rica actual.
¡°Debemos estar con los supervivientes¡±, defend¨ªa Tracey Corder, californiana de 35 a?os, miembro del Centro de Acci¨®n por la Democracia Popular. ¡°Todas las mujeres conocen a alguien que ha sufrido una experiencia as¨ª o la han vivido ellas mismas. Por eso sabemos que Ford y las otras denunciantes dicen la verdad. Es vital que estemos aqu¨ª para mostrarle nuestro apoyo, y hacer saber al Senado que no vamos a tolerar que pongan a alguien como Kavanaugh en el Supremo¡±.
¡°No hay recompensa por dar un paso adelante, todo lo contrario, y por eso tenemos que apoyar a Ford¡±, opinaba Susan Carns Curtiss, abogada de Oklahoma de 48 a?os. ¡°Pero, sobre todo, es importante que elijamos a jueces para el Supremo que sean intachables, porque su cargo es vitalicio y sus decisiones nos afectan a todos. Por eso es necesario que se investiguen las acusaciones hasta el final¡±.
Ford asegur¨® que su declaraci¨®n "no tiene una motivaci¨®n pol¨ªtica". Pero esa motivaci¨®n, a apenas un mes de las primeras elecciones nacionales de la era Trump, unas legislativas en las que se espera que el voto femenino sea crucial, no la ocultaban las mujeres congregadas para apoyarla. La lucha contra el nombramiento de Kavanaugh es un indisimulado intento de impedir que el Supremo tenga un mayor¨ªa conservadora durante toda una generaci¨®n, precisamente la del Me Too, y que protagonice un giro legislativo en asuntos sociales en el sentido contrario al que promueve el movimiento. ¡°Nosotras hemos estado aqu¨ª desde antes de que salieran a la luz las acusaciones¡±, reconoce Kim Russell, una de las organizadoras de la multitudinaria Manifestaci¨®n de las Mujeres, que el 21 de enero de 2017 marc¨® un hito en el activismo feminista. ¡°Los ciudadanos no podemos elegir a los miembros del Supremo, los votan los senadores y no nos est¨¢n escuchando. Si no nos oyen ahora, nos escuchar¨¢n en las elecciones¡±.
Este jueves, otra mujer compart¨ªa inevitablemente protagonismo con Ford. El nombre de Anita Hill estaba en las camisetas, en las pancartas, en los corazones. Entre estas mismas paredes, testificando contra otro juez hace 28 a?os, Hill perdi¨® estrepitosa y p¨²blicamente su batalla contra el poder masculino. Pero ayud¨® a impulsar un cambio que muchas mujeres no quieren sacrificar. ¡°Yo era muy joven cuando pas¨® lo de Anita, no sab¨ªa lo que suced¨ªa, por eso esto es muy importante para m¨ª¡±, explica Tracey Corder. ¡°Los senadores parecen haberla olvidado, pero nosotros no. Tenemos que parar a Kavanaugh. Este es nuestro momento Anita Hill¡±.
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