Jo?o de Deus: de m¨¦dico espiritual de los famosos a depredador sexual
El curandero que un d¨ªa lleg¨® a atender a figuras de la talla de Bill Clinton est¨¢ en prisi¨®n preventiva despu¨¦s de que varias mujeres relatasen abusos sexuales en sus terapias
Abadi?nia, una peque?a ciudad en el coraz¨®n de Brasil, vive hace semanas una situaci¨®n de agobio y perplejidad. Su habitante m¨¢s ilustre, el curandero y sanador espiritual Jo?o de Deus, pas¨® del cielo al infierno despu¨¦s de haber cautivado durante a?os a miles de personas por todo el mundo con su fama de curandero milagroso. Hasta el 7 de diciembre, cuando Jo?o fue detenido. Seg¨²n los testimonios, el curandero eleg¨ªa a algunas mujeres que buscaban su ayuda, dec¨ªa que ellas necesitaban de una audiencia particular y entonces, en una sala reservada, abusaba de ellas. Jo?o de Deus est¨¢ acusado hasta por su propia hija de haberla violado cuando ella era peque?a.
Con poco m¨¢s de 17.000 habitantes, Abadi?nia, en el c¨¦ntrico Estado de Goi¨¢s, tiene mucho de cualquiera de las miles de ciudades olvidadas en el interior de Brasil. Los escasos comercios se reparten en el borde de la autopista que divide el municipio en dos. Pero desde hace d¨¦cadas la ciudad es tambi¨¦n un famoso centro internacional de peregrinaje desde que se instal¨® all¨ª Jo?o Teixeira de Faria, m¨¢s conocido como Jo?o de Deus (Cachoeira de Goi¨¢s, 1942). Cada a?o miles de brasile?os y extranjeros acuden a la ciudad para visitarle, lo que convirti¨® el turismo religioso en la principal actividad econ¨®mica de la regi¨®n. Todo cambi¨® radicalmente la semana pasada, cuando surgieron las primeras denuncias que apuntaban a que Jo?o de Deus, en realidad, se val¨ªa de la confianza de sus fieles para abusar sexualmente de mujeres.
Un breve recorrido por la avenida Frontal, donde se encuentra el rancho Dom In¨¢cio de Loyola, el domicilio en el que Jo?o de Deus recib¨ªa a sus fieles, refleja la influencia del curandero en el municipio. Todo parece depender econ¨®micamente de los peregrinos. A pocos metros de la autopista, en la que casi no se ven negocios, hay una calle con varios hoteles para los turistas que pasan largas temporadas haciendo sus tratamientos espirituales, tiendas esot¨¦ricas en las que se venden piedras e inciensos y restaurantes para recibir a los visitantes.
El poder curativo que se le atribuye y el trabajo de fil¨¢ntropo que Jo?o de Deus desarrolla en Abadi?nia ¡ªconstruy¨® un comedor comunitario en el centro de la ciudad¡ª hizo que muchos le venerasen como un santo, en un pa¨ªs con una fuerte tradici¨®n espiritista y de sincretismo religioso. En la d¨¦cada de 1970 Jo?o de Deus eligi¨® la peque?a Abadi?nia para instalarse en la casa Dom In¨¢cio de Loyola, que lleva el nombre del espa?ol fundador de la orden jesuita en el siglo XVI. Loyola es tambi¨¦n el religioso cuyo esp¨ªritu Jo?o de Deus afirma recibir, que, seg¨²n creen sus seguidores, le da sus poderes de sanador.
Su fama rebas¨® las fronteras de Brasil y el m¨¦dium pas¨® a reunir a seguidores que viajaban miles de kil¨®metros para entrevistarse con ¨¦l. Su notoriedad internacional tuvo un punto ¨¢lgido en 2012, cuando la presentadora norteamericana Oprah Winfrey viaj¨® a Abadi?nia para entrevistarlo para un programa televisivo. Naomi Campbell, Shirley McLaine y otros famosos ya estuvieron con el.
Elevado patrimonio
M¨¢s all¨¢ de las acusaciones de abusos, las investigaciones han destapado detalles de la vida del m¨¦dium que eran poco conocidos o se ignoraban por completo. Su detenci¨®n, por ejemplo, fue ordenada despu¨¦s de que las autoridades fueran informadas de que el curandero habr¨ªa intentado retirar 35 millones de reales (unos 8,9 millones de d¨®lares) de una cuenta bancaria en una entidad de la ciudad. Su defensa rechaza que haya intentado sacar esta cantidad, pero s¨ª ha confirmado que tiene ese dinero depositado en el banco. Las pesquisas han desvelado, adem¨¢s, que Jo?o de Deus es due?o de haciendas, de varios inmuebles en la regi¨®n y de un avi¨®n. Asimismo, en el registro de una de sus residencias en Abadi?nia la polic¨ªa encontr¨® 400.000 reales (114.000 d¨®lares) en efectivo y cinco pistolas.
Las reacciones a las denuncias son de lo m¨¢s diversas. Para muchos de sus seguidores, entre ellos personas que declaran haber sido curadas de enfermedades por el sanador, les resulta dif¨ªcil creer en las acusaciones. Es el caso de Ren¨¦ Everton, ciudadana sudafricana, que en su tercera visita a Abadi?nia dec¨ªa que le resultaba "muy dif¨ªcil opinar negativamente" sobre el caso. "Creo que hay que separar el Jo?o de Deus como persona y el Jo?o de Deus cuando est¨¢ pose¨ªdo por un esp¨ªritu", dice. "Es muy triste para todos nosotros. Me resulta muy dif¨ªcil formarme una opini¨®n sobre la persona que es. Si amas a una persona, si la respetas y la admiras, resulta muy dif¨ªcil opinar negativamente", afirmaba. Elena Kokovska, ucrania residente en Estados Unidos, aseguraba que sent¨ªa compasi¨®n por las mujeres que han relatado haber sido v¨ªctimas del curandero, pero ped¨ªa que Jo?o de Deus sea perdonado. "Yo escuch¨¦ muchos casos de personas que han sido curadas por ¨¦l. Este hombre ha tra¨ªdo muchas bendiciones para el mundo", justificaba.
Entre las personas que viven en Abadi?nia est¨¢n los que tambi¨¦n defienden al sanador espiritual y los que le acusan de ser un estafador que se beneficiaba de la fe de los for¨¢neos. Sin embargo, todos se preguntan lo mismo: ?qu¨¦ va a pasar ahora con la ciudad? En las tiendas de productos esot¨¦ricos, en los restaurantes y hoteles, todos demuestran preocupaci¨®n con la reducci¨®n del n¨²mero de peregrinos y los empleos que se perder¨¢n con esto. "Todo en esta ciudad depend¨ªa de la casa Dom In¨¢cio", lamenta un vecino.
El centro sigue abierto y algunas personas, principalmente extranjeros, a¨²n acuden para meditar y realizar consultas a los asistentes de Jo?o de Deus, pero sin el m¨¦dium nada ser¨¢ lo mismo en la ciudad. "El golpe en Abadi?nia es muy fuerte. Muy fuerte y vino de repente, nadie esperaba por esto. Ahora nos toca pedir fuerzas a Dios y luchar para superar esto", lamenta su alcalde, Jos¨¦ Diniz.
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