Los l¨ªderes pol¨ªticos de Irak buscan un reemplazo del primer ministro tras las protestas
Los principales grupos parlamentarios intentan cerrar la crisis que desde el inicio del mes sacude el pa¨ªs
El destino de Adel Abdelmahdi como primer ministro de Irak est¨¢ en el aire.?El jefe del Estado, Barham Salih, est¨¢ intentado reunir al primer ministro, el presidente del Parlamento y los principales l¨ªderes pol¨ªticos para buscar una salida pol¨ªtica que ponga fin a las protestas que desde principios de mes sacuden el pa¨ªs. De momento, la cita de este mi¨¦rcoles se ha cancelado. Pero tras el rechazo de Abdelmahdi a convocar elecciones anticipadas, su exsocio de Gobierno Muqtada al Sadr busca el apoyo de la segunda fuerza parlamentaria para desalojarle. Est¨¢ por ver que logren una figura de consenso que satisfaga tanto a Ir¨¢n como a los manifestantes.
¡°Dado que usted se niega [a convocar elecciones], cooperar¨¦ con Hadi al Ameri para echarle, cambiar la comisi¨®n electoral y la ley electoral, y buscar un acuerdo para enmendar la Constituci¨®n¡±, espet¨® Al Sadr al primer ministro, haci¨¦ndose eco de las exigencias populares. Al Ameri le respondi¨® que est¨¢ dispuesto a ¡°cooperar en el inter¨¦s de los iraqu¨ªes¡±.
Al Ameri es el l¨ªder de Fatah, el segundo bloque m¨¢s votado en las elecciones del a?o pasado, en las que Sairun, la alianza de Revolucionarios por la Reforma de Al Sadr, qued¨® en primer lugar pero con un n¨²mero insuficiente de esca?os para gobernar solo. La designaci¨®n de Abdelmahdi fue un pacto entre ambos con la supervisi¨®n de Ir¨¢n. Pero el inesperado estallido popular ha pillado a todo el mundo por sorpresa y ha puesto contra las cuerdas tanto al Gobierno como a sus valedores iran¨ªes. Al Sadr, un astuto pol¨ªtico que lidera el ¨²nico movimiento popular genuinamente iraqu¨ª, no tard¨® en dejar el Gabinete. Ahora se ha unido a la protesta en Nayaf, una ciudad a 160 kil¨®metros al sur de Bagdad.
¡°La salida no es tan f¨¢cil¡±, reflexiona un diplom¨¢tico europeo que empieza a dudar de que Abdelmahdi se vaya a ir pronto. ¡°Aunque Al Sadr se ha alineado con los manifestantes pidiendo la dimisi¨®n del primer ministro y nuevas elecciones, eso requiere el acuerdo de los dos bloques ganadores y ni Fatah ni Ir¨¢n quieren ir a las urnas¡±, asegura. Esa alianza tambi¨¦n parece complicada despu¨¦s de los incendios en varias ciudades del sur de decenas de sedes de grupos asociados con Fatah, incluidas de las milicias proiran¨ªes de las Fuerzas de Movilizaci¨®n Popular, que los observadores han atribuido a un ajuste de cuentas entre estos y los sadristas.
Los analistas cruzan apuestas sobre qu¨¦ est¨¢n negociando entre bambalinas los jefes de filas de los principales grupos parlamentarios y sus valedores iran¨ªes. Pero a la espera de una soluci¨®n pol¨ªtica, siguen produci¨¦ndose muertos y entre los manifestantes crece el sentimiento antiiran¨ª, ya que la mayor¨ªa responsabilizan de la represi¨®n a ¡°mercenarios de Ir¨¢n¡± cuando no directamente a ¡°miembros de la Guardia Revolucionaria¡± de ese pa¨ªs.
¡°Si el Gobierno hubiera atendido las demandas en los primeros d¨ªas de octubre, no hubi¨¦ramos llegado a esta situaci¨®n; pero la violenta represi¨®n de los manifestantes agit¨® a¨²n m¨¢s los ¨¢nimos y las reivindicaciones han aumentado¡±, opina el consultor pol¨ªtico Hiwa Osman.
Un mes y tres centenares de muertos despu¨¦s, los congregados en la plaza de Tahrir de Bagdad y en otras ciudades del sur del pa¨ªs se sienten empoderados. Despu¨¦s de superar el s¨¢bado por la noche el ultim¨¢tum para desalojarles por la fuerza, han obviado por segunda noche consecutiva el toque de queda impuesto el lunes en la capital. Adem¨¢s, han convertido la plaza en una fiesta a la que acuden incluso padres con ni?os peque?os y parejas de enamorados. Sienten que est¨¢n haciendo historia.
De reclamar puestos de trabajo y coto a la corrupci¨®n, se pas¨® a pedir el cese del Gobierno y, en esta segunda ronda de protestas que se inici¨® el pasado viernes, se reclama una completa revisi¨®n del sistema implantado en 2003 bajo la ocupaci¨®n estadounidense, al que se responsabiliza de haber alentado el sectarismo. Por eso en las calles se pide ¡°la ca¨ªda del r¨¦gimen¡±, igual que reclamaban egipcios, yemen¨ªes o sirios durante la malograda primavera de 2011. A los iraqu¨ªes EE. UU. les libr¨® de su dictador, pero sienten que ahora tiene cientos de peque?os dictadores en forma de ministros, diputados y otros altos cargos.
El Parlamento, con los elevados sueldos de sus 329 diputados y sus pensiones vitalicias, es uno de los principales objetos de ira. J¨®venes y mayores, educados o no, quieren que se disuelva, un Gobierno de transici¨®n bajo supervisi¨®n de la ONU, una reforma de la Constituci¨®n y una nueva ley electoral para establecer un sistema presidencialista con una C¨¢mara mucho m¨¢s reducida. ¡°Un diputado por cada mill¨®n de habitantes como mucho¡±, propone un manifestante. Pero sobre todo desean acabar con la corrupci¨®n de sus gobernantes y que los beneficios de ser el tercer exportador de petr¨®leo se vean en la educaci¨®n, la sanidad y los servicios b¨¢sicos como el abastecimiento de agua potable y electricidad, que todav¨ªa escasean.
El problema, y la novedad, es que ¡°los manifestantes no tienen l¨ªder¡±, explica por su parte el analista Hisham al Hashemi. Esa es justamente la diferencia con protestas de similar cariz que se han venido sucediendo desde 2011. Pero si en las ocasiones anteriores los dirigentes pol¨ªticos llegaban a arreglos (o eran cooptados por el Gobierno de turno), sin un interlocutor claro eso es inviable. Adem¨¢s, ahora el motor de las protestas son j¨®venes que han explotado hartos de promesas incumplidas.
?Y van a lograr algo? ¡°Esperemos que un cambio, al menos de Gabinete¡±, se?ala Al Hashemi. Tal vez sea ya tarde para que eso satisfaga a los manifestantes. Osman sugiere, por su parte, la necesidad de que un Gobierno de transici¨®n se comprometa a elaborar una nueva ley electoral, luchar contra la corrupci¨®n en serio y convocar nuevos comicios. ¡°Una ligera presi¨®n por parte de la maryaiya [la autoridad religiosa chi¨ª], la ONU y la comunidad internacional puede ayudar¡±, estima descartando a Ir¨¢n. De momento, las medidas anunciadas, tanto por el Gobierno como por el Parlamento, han sido tachadas de ¡°escasas y tard¨ªas¡± por los indignados.
La jugada de Muqtada
El cl¨¦rigo y pol¨ªtico Muqtada al Sadr, hijo y sobrino de dos venerados ayatol¨¢s asesinados por Sadam Husein, ha vuelto a mostrar su habitual astucia. Aunque al final no envi¨® a sus seguidores a la plaza de Tahrir el pasado viernes como hab¨ªa anunciado, ha dejado el Gobierno que ayud¨® a formar y apoyado las protestas desde fuera, intentando salirse de la diana en la que los manifestantes han puesto a todos los grupos pol¨ªticos. ?l, a diferencia de otros l¨ªderes, no tiene ning¨²n cargo p¨²blico, pero su influencia es innegable.
¡°No ha tratado de hacerse con el liderazgo, sino que se ha presentado como protector de la protesta y trata de mantener la presi¨®n sobre el Gobierno para que reforme¡±, confirma el analista Hiwa Osman. ¡°Es consciente de que existe un fuerte sentimiento antiiran¨ª y antipartidos entre los manifestantes, as¨ª que ha animado a la participaci¨®n de sus seguidores a t¨ªtulo personal y no como miembros de su movimiento¡±, a?ade.
¡°Los manifestantes necesitan su apoyo m¨¢s que ¨¦l el de los manifestantes; su n¨²mero apenas equivale a un 3 % de sus seguidores¡±, se?ala por su parte Hisham al Hashemi, quien recuerda que tiene ¡°popularidad, dinero y contactos¡±.
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