Caos y tensi¨®n entre refugiados y polic¨ªas en Lesbos
Las autoridades griegas alojan en un buque a 500 migrantes y dispersan a cientos que intentan llegar a Atenas
Padres corriendo con maletas y ni?os peque?os de la mano delante de polic¨ªas que avanzaban a gritos con casco y porras. Madres con carritos tratando de averiguar hacia d¨®nde correr mientras se acercaban los agentes. Decenas de personas arremolinadas en los alrededores del acceso al ferri que va a Atenas sin saber ad¨®nde dirigirse ni a qui¨¦n mostrar sus documentos. El rugido de la multitud cada vez que se acercaban los agentes que intentaban dispersarlos y meterlos en autobuses de l¨ªnea hac...
Padres corriendo con maletas y ni?os peque?os de la mano delante de polic¨ªas que avanzaban a gritos con casco y porras. Madres con carritos tratando de averiguar hacia d¨®nde correr mientras se acercaban los agentes. Decenas de personas arremolinadas en los alrededores del acceso al ferri que va a Atenas sin saber ad¨®nde dirigirse ni a qui¨¦n mostrar sus documentos. El rugido de la multitud cada vez que se acercaban los agentes que intentaban dispersarlos y meterlos en autobuses de l¨ªnea hacia el campo de refugiados de Moria. El puerto de Mitilene se ha convertido en la tarde de este mi¨¦rcoles en una ca¨®tica y violenta muestra de la tensi¨®n que vive la isla griega de Lesbos en las ¨²ltimas semanas y, sobre todo, en los ¨²ltimos cuatro d¨ªas, desde que Atenas decidi¨® dejar en suspenso la posibilidad de solicitar asilo a quienes lleguen desde Turqu¨ªa desde el 1 de marzo como respuesta a la actitud de Ankara de abrir paso hacia Europa a los refugiados.
Nilofar, una ni?a afgana de nueve a?os, se ha echado a llorar despu¨¦s de correr con su familia hasta una esquina que parec¨ªa segura. Iba con sus padres y sus dos hermanos, de 12 y cuatro a?os. El peque?o miraba inm¨®vil la escena sentado en uno de los cuatro gigantescos bultos negros que, junto a una bolsa de supermercado llena de ropa, son todo lo que tienen. Los padres, asustados y nerviosos, sin comprender ingl¨¦s o griego, ense?aban los papeles que dicen que tienen autorizaci¨®n para salir de la isla, para abandonar el infierno de Moria, el mayor campo de refugiados de Europa, donde malviven hacinadas unas 20.000 personas.
Esta familia llevaba un a?o y cinco meses all¨ª, haciendo colas de horas para comer, para ir al ba?o, para ducharse. Despert¨¢ndose en medio de la noche por los gritos y agresiones que hay a menudo en el campo. El mi¨¦rcoles, alentados por el ejemplo de algunos que han logrado coger ese barco a Atenas para seguir con su procedimiento de asilo, acudieron al puerto como otras decenas de personas y fueron dispersados por la fuerza, a gritos de la polic¨ªa que empujaba con escudos: ¡°?fuera, fuera!¡±. En medio del tumulto trat¨® de mediar por la familia con los agentes, que iban con escudos y protecciones, la portavoz del BNG en el Parlamento europeo, Ana Miranda, que hab¨ªa acudido a la isla con el eurodiputado de Podemos Miguel Urb¨¢n para pedir un ¡°plan de ayuda humanitaria urgente¡± que pal¨ªe las condiciones extremas del campo de Moria y denunciar los recientes ataques a ONG y refugiados que se han producido en Lesbos por parte de grupos violentos que patrullan por la isla, cuya poblaci¨®n ha protestado en las ¨²ltimas semanas contra la creaci¨®n de campos cerrados de detenci¨®n para refugiados.
La confusi¨®n sobre qui¨¦n pod¨ªa entrar en el puerto a tomar el ferri y qui¨¦n no dur¨® un par de horas. Primero dijeron que no pod¨ªa entrar nadie, luego algunos lo lograron, en una muestra del nerviosismo y arbitrariedad de las autoridades ante la creciente tensi¨®n en las islas del Egeo, la frontera mar¨ªtima con Turqu¨ªa. A ¨²ltima hora, Nilofar y su familia tuvieron que regresar a Moria, preocupados por si otra familia habr¨ªa ocupado su lugar en el barrac¨®n que habitaban.
Poco antes, dentro del puerto, aguardaban cercados por vallas unas 500 personas de distintas nacionalidades. Les esperaba un enorme buque de la Armada griega, donde quedar¨¢n alojados unos d¨ªas para enviarlos a otra zona del pa¨ªs de la que no se ha informado. Son los que han llegado en barcazas a la isla en los ¨²ltimos cuatro d¨ªas, cuando entr¨® en vigor la criticada decisi¨®n del Gobierno griego de suspender durante un mes el derecho a que se registren las peticiones de asilo de quienes llegaran a partir del 1 de marzo. Esa medida forma parte de la pol¨ªtica de mano dura para proteger la frontera exterior de la UE ejecutada por Grecia frente a la vecina Turqu¨ªa, que presiona a Los Veintisiete evitando el control de los flujos migratorios.
La agencia de la ONU para los refugiados, y otras organizaciones internacionales han criticado la decisi¨®n, que carece de ¡°fundamentos jur¨ªdicos¡±, seg¨²n Acnur, ya que ¡°ni la Convenci¨®n sobre el Estatuto de los refugiados de 1951 ni la legislaci¨®n de la UE en materia de refugiados¡± dan bases para ¡°la suspensi¨®n de la recepci¨®n de solicitudes de asilo¡±.
En medio de esa explanada del puerto han dormido decenas de personas al raso estos d¨ªas, privadas de la posibilidad de solicitar asilo. Entre ellos estaba Jonathan, de ocho a?os, un chaval congole?o que, junto a su familia, esperaba a que le dieran algo de comida como al resto. El ni?o es el ¨²nico del grupo que habla algo de ingl¨¦s, y explica que llegaron el domingo. En el grupo hay una mujer embarazada y un beb¨¦. Un polic¨ªa interrumpe la conversaci¨®n. Nadie se puede acercar a hablar con estas personas. Solo se puede tomar fotograf¨ªas desde unos diez metros de distancia, mientras unos operarios con mascarilla les dan comida. Jonathan traduce lo que dice su familia: que no tienen ni idea de ad¨®nde les llevar¨¢n en ese barco militar, pero que ya est¨¢n en Europa y que esperan quedarse.