Un c¨®ctel extremista y conspirador contra un supuesto nuevo orden mundial
Negacionistas, conspiracionistas, ultraderecha y ciudadanos de a pie se dan la mano en las protestas contra las restricciones del coronavirus en Alemania
Les unen sus enemigos. Son multitudes de personas heterog¨¦neas y cabreadas, que comparten la sensaci¨®n de ser v¨ªctimas de ¨¦lites globales, que utilizan la irrupci¨®n de un nuevo virus como excusa para enriquecerse y recortar las libertades ¡°del pueblo¡±. Miles de personas salen a manifestarse en las ciudades alemanas contra la ¡°dictadura del corona¡± y forman una amalgama ideol¨®gica, que trasciende con creces la divisi¨®n izquierda-derecha. Representan una exigua minor¨ªa, pero hacen un ruido que se escucha ya con preocupaci¨®n dentro de las paredes del Bundestag. Amenazan con convertirse en un movi...
Les unen sus enemigos. Son multitudes de personas heterog¨¦neas y cabreadas, que comparten la sensaci¨®n de ser v¨ªctimas de ¨¦lites globales, que utilizan la irrupci¨®n de un nuevo virus como excusa para enriquecerse y recortar las libertades ¡°del pueblo¡±. Miles de personas salen a manifestarse en las ciudades alemanas contra la ¡°dictadura del corona¡± y forman una amalgama ideol¨®gica, que trasciende con creces la divisi¨®n izquierda-derecha. Representan una exigua minor¨ªa, pero hacen un ruido que se escucha ya con preocupaci¨®n dentro de las paredes del Bundestag. Amenazan con convertirse en un movimiento populista de nuevo cu?o, enfrentado a los partidos tradicionales. La extrema derecha, descolocada por la pandemia, ve en el descontento popular una oportunidad pol¨ªtica, que no piensa desaprovechar.
Georg Gierasch, un ch¨®fer de 43 a?os, que se acaba de quedar en el paro, llega a una de las manifestaciones convocadas en Berl¨ªn con una pancarta a cuestas en la que se lee: Widerstand (resistencia) 2020, el nombre de un nuevo grupo que aglutina parte del descontento, junto a un lema: ¡°Dejadnos ser diferentes, ha llegado el momento¡±. Gierasch explica por qu¨¦ se manifiesta los fines de semana en la plaza Rosa Luxemburgo de Berl¨ªn. ¡°Recortan nuestros derechos y nuestra libertad de movimiento por una gripe. Tampoco tenemos libertad para pensar. Solo se puede pensar lo que dice el Gobierno y eso nos da miedo¡±. De fondo, la polic¨ªa grita en vano por el altavoz: ¡°?Distancia, distancia!¡±.
Gierasch comparte un temor adicional con muchos de los cabreados que estos d¨ªas salen a la calle. ¡°El Gobierno trabaja en una vacuna con Bill Gates y despu¨¦s nos obligar¨¢ a todos a pon¨¦rnosla. Quien no la tenga, estar¨¢ discriminado para todo en su vida laboral, para viajar¡¡±. Gates es para los conspiracionistas el rostro visible del mal, el hombre al que algunos acusan incluso de crear la covid-19 para vender millones de vacunas. Que la vacuna en cuesti¨®n no exista no parece ser un impedimento para que las teor¨ªas conspirativas ganen terreno.
La creciente presencia de mensajes antisemitas es otro de los ingredientes de este c¨®ctel conspirador, que ha hecho sonar la voz de alarma. A algunos manifestantes se les puede ver con una estrella amarilla en la solapa, la insignia con la que los nazis se?alaban a los jud¨ªos, con mensajes impresos como ¡°sin vacunar¡±. ¡°Cualquiera que participe en una manifestaci¨®n contra la restricci¨®n de derechos fundamentales tiene que ser consciente al lado de qui¨¦n lo hace y qu¨¦ tipo de mensajes se propagan all¨ª¡±, ha indicado Josef Schuster, presidente del Consejo Jud¨ªo en Alemania, quien ha advertido contra los intentos de banalizar el Holocausto.
Unos metros m¨¢s all¨¢, una pareja con sus hijos y con aspecto de hippies, que se declaran contrarios a las vacunas coinciden. ¡°Creemos que las medidas son solo una excusa para hacer lo que quieren, para implantar una dictadura sanitaria y un Estado policial en el que las vacunas sean obligatorias¡±, dice ella. ¡°El coronavirus no es m¨¢s peligroso que cualquier otra gripe. Esto es todo un gran teatro¡±, a?ade ¨¦l, que tampoco quiere que su nombre aparezca. Es la tercera vez que participan en la protesta semanal. Han venido a la manifestaci¨®n desde Mecklemburgo-Pomerania Occidental, en el norte del pa¨ªs, cargados con galletas en forma de Constituci¨®n alemana y en las que se puede leer: Art¨ªculo 5, libertad de opini¨®n y art¨ªculo 20, que incluye el derecho a la resistencia frente a los intentos de abolir el orden constitucional. El pr¨®ximo s¨¢bado, explican, no piensan viajar hasta Berl¨ªn, porque en su regi¨®n ya hay gente suficiente como para convocar una protesta local. Junto a militantes de causas m¨¢s o menos estramb¨®ticas, hay simples ciudadanos de a pie, que manifiestan su frustraci¨®n ante la nueva realidad.
Los que salen a la calle son una clara minor¨ªa en un pa¨ªs en el que los ciudadanos han apoyado hasta ahora mayoritariamente la gesti¨®n del Gobierno. Las encuestas empiezan a mostrar sin embargo una cierta fatiga en el apoyo a las restricciones. Y eso, a pesar de que en Alemania no ha habido nada parecido a un estado de alarma y se ha podido salir a la calle en todo momento. El control de la pandemia en Alemania se percibe en muchos pa¨ªses como ejemplar: el sistema de salud no se ha colapsado en ning¨²n momento y el n¨²mero de v¨ªctimas mortales ¨D7.634¡ª es comparativamente mucho menor que en otros del entorno. En parte por eso, la vivencia de una pandemia, que muchos perciben como algo lejano que no tiene que ver ni con ellos ni con sus familias, podr¨ªa acabar convirtiendo a Alemania en v¨ªctima de su propio ¨¦xito.
La extrema derecha, que no acaba de encontrar un rumbo pol¨ªtico en una crisis que ha reforzado a los partidos tradicionales, est¨¢ tambi¨¦n muy presente en las protestas. Pueden ser concentraciones, pero tambi¨¦n paseos en grandes grupos que se multiplican por el pa¨ªs, desafiando las reglas del mantenimiento de la distancia. A veces, como organizadores y otras como simples participantes, sin ocultar su simpat¨ªa por unas protestas que alimenta. Se autoerigen en guardianes de las esencias democr¨¢ticas y el respeto a la voluntad del pueblo, frente a lo que consideran la deriva autoritaria del Gobierno de Angela Merkel. Ejercen, adem¨¢s, de hombro capaz de empatizar con las preocupaciones del ciudadano corriente.
Gunnar Lindemann, diputado de Alternativa para Alemania, (AfD) en el Parlamento regional de Berl¨ªn ha asistido ya tres veces a estas protestas. ¡°Acudo para hablar con la gente. Agradecen mucho que haya un diputado que vaya a escucharles y se lo tome en serio¡±, explica Lindemann por tel¨¦fono. Este pol¨ªtico cree que las medidas para frenar la propagaci¨®n del virus destrozan la econom¨ªa¡± y piensa que ¡°hay que mirar a Suecia¡±, en alusi¨®n al llamado modelo sueco, sin confinamiento y con escuelas y bares abiertos, convertido en la meca de los negacionistas del coronavirus.
AfD no quiere dejar escapar este tren de descontento popular, tras haberse desinflado en las encuestas. La explotaci¨®n de la crisis de los refugiados ha perdido tracci¨®n y la oposici¨®n a las pol¨ªticas clim¨¢ticas no acab¨® de cuajar. La propia Alice Weidel, col¨ªder del grupo parlamentario de AfD, dejaba clara el jueves la l¨ªnea del partido en un comunicado en el que acusaba al Gobierno de querer implantar una ¡°tarjeta de inmunidad, que una vez introducida, tambi¨¦n allanar¨¢ el camino para la discriminaci¨®n arbitraria en muchas otras ¨¢reas¡±. Y a?ad¨ªa: "La crisis del coronavirus no debe ser usada para crear gradualmente un estado de vigilancia¡±.
Populismo de libro
M¨¢s all¨¢ de las motivaciones de cada uno, las protestas alemanas rezuman populismo cl¨¢sico en el fondo y en las formas. Los que salen a la calle profesan un desprecio a las ¨¦lites y en general a todo lo que huela establishment, cient¨ªficos incluidos, y a los medios de comunicaci¨®n tradicionales como cooperadores necesarios para crear un estado de miedo que justifique las medidas.
¡°Es peligroso, porque est¨¢n tratando de implantar una nueva narrativa a trav¨¦s de teor¨ªas de la conspiraci¨®n que dicen que gente como Bill Gates quiere implantar un nuevo orden mundial. La gente pasa m¨¢s tiempo en casa conectado al ordenador y la Red est¨¢ en esta crisis mucho m¨¢s llena de fake news¡±, explica Sandro Witt, investigador de la asociaci¨®n Mobit, especializada en extremismo de derechas.
Los foros de Internet alternativos son la correa de transmisi¨®n de la informaci¨®n falsa. Facebook, Telegram y YouTube son los principales canales en los que se repiten argumentos dirigidos contra el Gobierno alem¨¢n, pero con vocaci¨®n global. La conspiraci¨®n es global y los poderosos, dicen, aplastar¨¢n a¨²n m¨¢s a los de abajo. Resultan muy evidentes cu¨¢les son las fuentes de las que beben al hablar con la gente a pie de calle, porque muchos repiten los argumentos que circulan por la Red casi de forma casi literal.