El d¨ªa en que Colombia comenz¨® a acariciar la paz
El exministro Rafael Pardo relata en ¡®9 marzo de 1990¡¯ el proceso de desmovilizaci¨®n de la guerrilla del M-19, un hito que cambi¨® la historia del pa¨ªs
La primera acci¨®n del M-19 fue el robo de la espada de Sim¨®n Bol¨ªvar, custodiada en la casa museo dedicada al libertador en el centro de Bogot¨¢. Ocurri¨® el 17 de enero de 1974 y ven¨ªa precedida de una campa?a publicitaria en peri¨®dicos y revistas que asociaba esas siglas a un aparente lanzamiento de la industria farmac¨¦utica. ¡°Falta de energ¨ªa... ?Inactividad? Espere¡±. Una estrategia ins¨®lita para una naciente organizaci¨®n guerrillera. Pero el Movimiento 19 de abril, as¨ª llamado en referencia a las acusac...
La primera acci¨®n del M-19 fue el robo de la espada de Sim¨®n Bol¨ªvar, custodiada en la casa museo dedicada al libertador en el centro de Bogot¨¢. Ocurri¨® el 17 de enero de 1974 y ven¨ªa precedida de una campa?a publicitaria en peri¨®dicos y revistas que asociaba esas siglas a un aparente lanzamiento de la industria farmac¨¦utica. ¡°Falta de energ¨ªa... ?Inactividad? Espere¡±. Una estrategia ins¨®lita para una naciente organizaci¨®n guerrillera. Pero el Movimiento 19 de abril, as¨ª llamado en referencia a las acusaciones de fraude en las elecciones colombianas de 1970, mostr¨® pronto su esencia de grupo consagrado a la lucha armada. Se acaban de cumplir 30 a?os de su desmovilizaci¨®n. Un hito que Rafael Pardo, exministro y responsable de la gesti¨®n del posconflicto en el Gobierno de Juan Manuel Santos, ha reconstruido en el libro 9 de marzo de 1990 (Planeta). Ese fue el d¨ªa en que Colombia comenz¨® a cambiar. El Estado sell¨® la paz con el M-19 y sent¨® un precedente. Esto es, la negociaci¨®n y la reinserci¨®n son posibles.
Pardo ten¨ªa entonces 36 a?os. Gobernaba el liberal Virgilio Barco, que lo nombr¨® consejero para la paz, ¡°uno de los pocos cargos¡±, escribe, ¡°en los que no hay ni manual de funciones, ni textos aplicables¡±. Se trata, en efecto, de hablar con guerrilleros, aunque el prop¨®sito crucial consiste en "crear las condiciones pol¨ªticas para favorecer las posibilidades de paz con la insurgencia¡±. Y as¨ª ocurri¨®. Todo se inici¨® de forma casi casual a principios de 1988 durante una reuni¨®n social en el apartamento de la periodista Pilar Calder¨®n. Se le acerc¨® un joven llamado Carlos Alonso Lucio, uno de los dirigentes de la organizaci¨®n. ¡°Dijo que pertenec¨ªa al M-19 y que ten¨ªa inter¨¦s en intercambiar algunos temas conmigo¡±. Fue a verlo al d¨ªa siguiente, hablaron de la consulta propuesta por el presidente para acometer reformas constitucionales, que era una de las reivindicaciones del grupo, y al cabo de unas semanas volvi¨®. Sin embargo, lo hizo con malas noticias: la c¨²pula del movimiento "hab¨ªa decidido no buscar caminos hacia la paz, sino, por el contrario, profundizar la confrontaci¨®n¡±.
Toda negociaci¨®n est¨¢ hecha de frustraciones, de peque?os avances y frenazos repentinos. Se roza un acuerdo y un d¨ªa todo parece desmoronarse. El libro de Pardo repasa de forma detallada los acontecimientos que desembocaron en el acto de desmovilizaci¨®n, improvisado en una cancha de f¨²tbol del municipio de Caloto (en el oeste del pa¨ªs), la firma de la paz y la conversi¨®n del M-19 en fuerza pol¨ªtica. A diferencia de lo que ocurri¨® con las FARC, fue un proceso relativamente r¨¢pido: 14 meses de desarrollo formal. ¡°El de las FARC se extendi¨® por cuatro a?os, sin contar con la fase secreta que dur¨® dos a?os m¨¢s. El tiempo es un facto clave en los procesos de negociaci¨®n¡±, se?ala el autor.
Aun as¨ª, antes y despu¨¦s del comienzo de las conversaciones se sucedieron las complicaciones. El secuestro de ?lvaro G¨®mez, tres veces candidato presidencial. Las tensiones generadas por el paro nacional del oto?o de 1988, liderado por la Coordinadora Guerrillera Sim¨®n Bol¨ªvar, una plataforma que integraba a los principales grupos guerrilleros, incluidas las FARC. El narcoterrorismo del c¨¢rtel de Medell¨ªn. Adem¨¢s, en el imaginario colectivo segu¨ªan grabadas las im¨¢genes de la toma del Palacio de Justicia de Bogot¨¢, perpetrada en 1985, un asalto que acab¨® en fuego cruzado con las Fuerzas Armadas y la Polic¨ªa y dej¨® casi 100 muertos.
El relato de Pardo recompone las piezas del trasfondo pol¨ªtico y social y abunda en los recuerdos personales, en las im¨¢genes. Como la del esperado encuentro con Carlos Pizarro, comandante general del M-19, en un resguardo ind¨ªgena. La primera conversaci¨®n sentados en el suelo, el co?ac, un ensayo de Gillette Saurat sobre Bol¨ªvar. En definitiva, el valor de la palabra. El autor, que tambi¨¦n fue senador, director del Partido Liberal y el primer civil en ocupar el cargo de ministro de Defensa, ha sido protagonista de la primera l¨ªnea de la pol¨ªtica colombiana durante d¨¦cadas. No solo lider¨® varias negociaciones, sino que luch¨® contra el narco e impuls¨® los planes de sustituci¨®n de cultivos de hoja de coca abandonados por el actual Gobierno. Por eso sus reflexiones son valiosas para entender tambi¨¦n qu¨¦ est¨¢ pasando ahora en en el pa¨ªs, que atraviesa por una compleja implementaci¨®n de los acuerdos con las FARC.
¡°En Colombia ha habido dos enfoques en los procesos de paz. Uno que fue muy claro en el Gobierno Betancur, y ha sido predominante, aunque no exclusivo, en el de Pastrana, y otro que caracteriz¨® a la negociaci¨®n en los Gobiernos de Barco, Gaviria y Santos¡±, escribe Pardo. ¡°La Administraci¨®n Betancur entendi¨® el conflicto como un problema de incompatibilidades hist¨®ricas [...]. Los Gobiernos Barco, Gaviria y Santos aplicaron una concepci¨®n bien distinta, que llamar¨ªan de enfoque realista¡±. Esa es una clave, porque en ese caso se trat¨® de un di¨¢logo con el poder sobre asuntos relacionados con el poder. Sin embargo, la historia del M-19 ya est¨¢ escrita, mientras que la de la reinserci¨®n de los excombatientes de las FARC y el futuro del partido todav¨ªa est¨¢ por escribir.
Pardo dedica el final del libro a unas entrevistas con protagonistas de aquel proceso de paz. Entre ellos, Antonio Navarro, exguerrillero con una dilatada carrera pol¨ªtica. ¡°Varios de los exintegrantes que han tenido ¨¦xito electoral en el M-19 son vigentes treinta a?os despu¨¦s. Son parte de la misma generaci¨®n que los l¨ªderes de las FARC. La diferencia es que mientras unos llevan treinta a?os bregando a hacerse camino en la pol¨ªtica, estos apenas llegan y con una edad avanzada¡±, reflexiona el autor desde las primeras p¨¢ginas. Pero, sobre todo, en un pa¨ªs partido en dos sobre el ¨²ltimo proceso de paz, la reconciliaci¨®n es todav¨ªa una tarea pendiente.