La ¡®revoluci¨®n¡¯ de los repartidores de comida de Brasil
Un trabajador de entrega a domicilio abandera un movimiento que llama a la huelga contra la precariedad y en defensa de la democracia
Paulo Lima siempre so?¨® con ser rapero. Compone y canta desde que ten¨ªa 12 a?os. Con su m¨²sica y rimas quer¨ªa ayudar a su comunidad, en el barrio de Jardim, en las afueras de S?o Paulo, pero su vida tom¨® otro rumbo. Hoy forma parte de los casi cuatro millones de j¨®venes que se suben a una moto o una bicicleta para hacer repartos de comida a domicilio, en el c¨ªrculo de la econom¨ªa informal de Brasil. Muchos trabajan a trav¨¦s de aplicaciones como Rappi o iFood, sin ning¨²n derecho laboral. Con el est¨®mago vac¨ªo, cruzan la ciudad para entregar comida a las familias de clase media.
Lima, m¨¢s...
Paulo Lima siempre so?¨® con ser rapero. Compone y canta desde que ten¨ªa 12 a?os. Con su m¨²sica y rimas quer¨ªa ayudar a su comunidad, en el barrio de Jardim, en las afueras de S?o Paulo, pero su vida tom¨® otro rumbo. Hoy forma parte de los casi cuatro millones de j¨®venes que se suben a una moto o una bicicleta para hacer repartos de comida a domicilio, en el c¨ªrculo de la econom¨ªa informal de Brasil. Muchos trabajan a trav¨¦s de aplicaciones como Rappi o iFood, sin ning¨²n derecho laboral. Con el est¨®mago vac¨ªo, cruzan la ciudad para entregar comida a las familias de clase media.
Lima, m¨¢s conocido como Galo, est¨¢ inmerso en ese contraste, que ha subrayado a¨²n m¨¢s la pandemia. La falta de protecci¨®n de los repartidores ha acabado por convertirlo en un activista y l¨ªder por sus derechos. Trabajadores como ¨¦l se consideran esenciales, libres para desplazarse (con mascarilla) durante el confinamiento. Pero cobran poco y corren riesgos: el de contraer el virus y los que conlleva tener un trabajo informal. Cualquier accidente en la calle es responsabilidad suya. Muchos creyeron en el sue?o del ¡°emprendimiento¡± que vend¨ªa el liberalismo radical del Gobierno de Jair Bolsonaro. En realidad, cayeron en la uberizaci¨®n del trabajo, sin contratos ni garant¨ªas. ¡°La revoluci¨®n industrial destruy¨® empleos; la uberizaci¨®n destruye derechos¡±, advierte Galo, de 31 a?os. ¡°La idea de estas aplicaciones es concretar la propuesta fascista que Bolsonaro utiliz¨® para ganar las elecciones: m¨¢s empleos, menos derechos. Hay un batall¨®n de repartidores en las calles, todos sin derechos¡±, sostiene.
Lima se ha convertido en una de las voces m¨¢s representativas de Brasil en 2020 al crear y liderar en plena pandemia el Movimiento de Repartidores Antifascistas. El grupo re¨²ne a los trabajadores informales de las aplicaciones y tiene representantes en varios Estados. El movimiento ha salido a la calle para protestar en defensa de la democracia y reclamar derechos b¨¢sicos. ¡°?Hambre!¡± es el grito que han elegido para el 1 de julio, d¨ªa en que est¨¢ prevista una huelga del colectivo. Una alerta para las empresas detr¨¢s de las apps y para la clase media, que no los ve. Desde la semana pasada, las motos y bicicletas de los repartidores circulan por S?o Paulo con una pegatina que anima a la huelga, convocada por subgrupos que surgieron durante las protestas antigubernamentales del ¨²ltimo mes.
Para Lima, la gota que colm¨® el vaso lleg¨® el 21 de marzo, el d¨ªa de su cumplea?os. Se le pinch¨® una rueda de la motocicleta y no pudo completar una entrega. Entonces, la aplicaci¨®n para la que prestaba servicio lo bloque¨®. ¡°Fue cuando pens¨¦: ¡®Ya basta, t¨ªo, voy a denunciarlos¡¯. No te explican por qu¨¦ te bloquean. Te dicen que te leas el contrato y que no tienen que explicarte nada¡±, incide. Entonces comenz¨® a hacer repartos por su cuenta a los clientes que tienen su tel¨¦fono.
M¨¢s de 550.000 firmas
Dice que no tiene miedo de contagiarse de covid-19, pero s¨ª de meter el virus en su casa, donde vive con sus padres, su esposa, su hija de tres a?os, su suegra y un cu?ado. En marzo, Galo lanz¨® una petici¨®n, que ya suma m¨¢s de 550.000 firmas, para obligar a las empresas a ofrecer a los repartidores desayuno, almuerzo y cena, adem¨¢s de un kit de higiene. Fue la semilla del Movimiento de Repartidores Antifascistas. Poco a poco gan¨® apoyo y fortaleci¨® el grupo, que ha reunido datos hasta calcular que la media que se cobra en esta actividad de riesgo asciende a 963 reales (unos 157 euros) al mes, trabajando 12 horas al d¨ªa.
El 7 de junio, junto a una docena de compa?eros, Galo particip¨® en una protesta antirracista y contra el fascismo en la plaza del Largo da Batata y pronunci¨® un breve discurso contra el trabajo precario que se hizo viral en las redes sociales. Desde entonces no ha dejado de participar en debates virtuales y de dar entrevistas. Se ha convertido en un l¨ªder social. Critica al Gobierno de Bolsonaro, al que acusa de autoritarismo por querer ¡°silenciar¡± los movimientos sociales y apoyar las manifestaciones que exigen el cierre del Tribunal Supremo y la intervenci¨®n del Ej¨¦rcito.
Galo se form¨® pol¨ªticamente conversando con sus compa?eros de hip hop y leyendo libros sobre Malcolm X, Martin Luther King o el Che. Se define como un ¡°pol¨ªtico callejero¡±. Incluso le han propuesto presentarse a las municipales de S?o Paulo, pero lo ha rechazado. ¡°Un pol¨ªtico callejero puede cambiar mucho m¨¢s que un pol¨ªtico de tintero, principalmente porque el pu?o cerrado dice lo que la pluma tiene que escribir. Cerrar el pu?o en la calle es la pol¨ªtica m¨¢s importante del mundo¡±, destaca.
Sue?a con tener una casa c¨®moda, con un hermoso jard¨ªn donde pueda ver a su hija correr. La m¨²sica tambi¨¦n es su refugio. Todav¨ªa compone y canta. ¡°El amor de mi vida es el rap¡±, afirma.