Cientos de j¨®venes despiden a Ginsburg en Washington: ¡°Esto se va a poner feo¡±
Los espont¨¢neos que se congregan fuera del Tribunal Supremo para homenajear a la juez batallan entre la pena y el miedo
Nadie los convoc¨®, pero llegaron cientos. Horas despu¨¦s de conocerse que la juez del Tribunal Supremo de Estados Unidos Ruth Bader Ginsburg hab¨ªa muerto a los 87 a?os debido a un c¨¢ncer pancre¨¢tico, las afueras del edificio judicial estaban abarrotadas de vecinos de Washington que le fueron a rendir homenaje. Madres con sus hijas, parejas del mismo sexo, blancos, afroamericanos y latinos; unos entonaban Amazing Grace; otros, cantos jud¨ªos. Las personas...
Nadie los convoc¨®, pero llegaron cientos. Horas despu¨¦s de conocerse que la juez del Tribunal Supremo de Estados Unidos Ruth Bader Ginsburg hab¨ªa muerto a los 87 a?os debido a un c¨¢ncer pancre¨¢tico, las afueras del edificio judicial estaban abarrotadas de vecinos de Washington que le fueron a rendir homenaje. Madres con sus hijas, parejas del mismo sexo, blancos, afroamericanos y latinos; unos entonaban Amazing Grace; otros, cantos jud¨ªos. Las personas an¨®nimas por las que la magistrada hab¨ªa luchado desde 1993 en el m¨¢ximo ¨®rgano de justicia llegaban en masa a darle las gracias. Compart¨ªan la pena, pero tambi¨¦n el miedo. Su fallecimiento deja la puerta abierta a que Donald Trump elija al candidato para reemplazarla a menos de 50 d¨ªas de las presidenciales. ¡°En t¨¦rminos pol¨ªticos, esto se va a poner feo las pr¨®ximas semanas¡±, augura Jhonatan Styles, de 34 a?os.
Antes de salir de casa para acercarse al Supremo, Danielle, de 23 a?os, se puso el documental RGB, sobre la historia de la magistrada. ¡°Sent¨ªa que volcarnos de inmediato al nerviosismo de lo que puede ocurrir ahora no le hac¨ªa justicia a su legado. Quise tener un momento para recordar su lucha por las mujeres, las minor¨ªas¡±, sostiene cerca de las escaleras empastadas en ramos de flores, velas encendidas que batallan con el viento para no apagarse y mensajes de agradecimiento. La acompa?a Moni, de la misma edad, quien estuvo familiarizada con el trabajo de la juez desde que estudi¨® en Cornell, la misma universidad de Gingburg. ¡°Su muerte es una bomba para nuestro pa¨ªs porque no sabemos lo que pasar¨¢ en el Supremo ni en la lucha por la justicia en general¡±, lamenta. Las dos amigas forman parte del grueso de asistentes congregados a las espaldas del Capitolio: mujeres j¨®venes.
En Washington, la capital del poder, un servidor p¨²blico puede generar m¨¢s arrastre que una estrella de rock. Son pocos los que lo consiguen, pero una vez que entran a ese club, se genera una especie de culto popular en torno a sus figuras. Ruth Bader Ginsburg, o R.B.G., como tambi¨¦n se la conoce, es una de ellas. Grafitis en los muros con su rostro, jerseys y camisetas con las siglas de su nombre, velas, tazones, y en tiempos de pandemia, hasta mascarillas de la juez. Clio Dintilhac, francesa de 31 a?os que se acerc¨® cerca de la medianoche hasta las escaleras del Supremo, confiesa que tuvo un ¡°shock cultural¡± cuando lleg¨® a vivir a Washington por la popularidad de la magistrada que, bajo su percepci¨®n, se acrecent¨® desde la llegada de Trump al poder. ¡°Algo que ilustra bien cu¨¢nto la quer¨ªa la gente era un p¨®ster colgado en la calle en el que se le¨ªa: ¡®Por favor usa una mascarilla, estamos cerca de donde vive RBG¡±, apunta.
Aunque la juventud dominaba entre los espont¨¢neos que llegaron hasta el m¨¢ximo tribunal ubicado en el coraz¨®n de la capital estadounidense, tambi¨¦n se dejaron ver varias personas mayores. Independientemente de la edad, la incertidumbre por lo que se avecina en el plano pol¨ªtico se repet¨ªa entre los congregados. Rachel Donagan, de 50 a?os, considera que si hasta ahora alguien no encontraba una raz¨®n suficiente para votar en los comicios del 3 de noviembre, la hallara ahora. ¡°Si Trump no logra poner a un juez en lo que queda de mandato, si es reelegido lo confirmar¨¢ en el segundo. Para que eso no suceda, espero que la gente vote¡±, sostiene. Su amiga Kelly Queen est¨¢ ¡°aterrorizada¡± con que el presidente estadounidense postule a alguien ahora y eso desemboque en una ola de violencia callejera.
El proceso para nombrar a un juez del Supremo, un cargo vitalicio, recae en el presidente y debe ser aprobado por el Senado, que actualmente est¨¢ liderado por los republicanos. La vacante que deja Ginsburg permite a Trump elegir a un tercer juez durante su mandato. Si bien los magistrados son apartidistas, s¨ª suelen estar en sinton¨ªa con la ideolog¨ªa del mandatario que los escoge. El ¨®rgano judicial est¨¢ compuesto de nueve miembros y hasta ahora la balanza se inclinaba cinco a cuatro a favor de los conservadores. Trump ya ha nombrado a Neil Gorsuch y Brett Kavanaugh durante su Administraci¨®n, y otro juez le da la oportunidad de consolidar la mayor¨ªa conservadora en el tribunal.
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