¡°Parte de los j¨®venes en Chile no tiene conciencia de cu¨¢n f¨¢cil es perder la democracia¡±
La historiadora chilena Sol Serrano analiza en esta entrevista con EL PA?S las razones de las revueltas sociales y los desaf¨ªos de su pa¨ªs, a horas del refer¨¦ndum constitucional
La historiadora chilena Sol Serrano (Santiago de Chile, 1954), Premio Nacional de Historia 2018 ¨Cfue la primera mujer en recibirlo¨C, reflexiona sobre las causas de las revueltas sociales que explotaron en su pa¨ªs en octubre de 2019, el valor de la democracia en la compleja sociedad chilena y la vigencia de la tragedia del golpe de Estado de 1973. ¡°La polarizaci¨®n, el crispamiento y la rabia revivi¨® desde nue...
La historiadora chilena Sol Serrano (Santiago de Chile, 1954), Premio Nacional de Historia 2018 ¨Cfue la primera mujer en recibirlo¨C, reflexiona sobre las causas de las revueltas sociales que explotaron en su pa¨ªs en octubre de 2019, el valor de la democracia en la compleja sociedad chilena y la vigencia de la tragedia del golpe de Estado de 1973. ¡°La polarizaci¨®n, el crispamiento y la rabia revivi¨® desde nuestros alcantarillados¡±, se?ala en esta entrevista realizada a horas del plebiscito que definir¨¢ el futuro de la Constituci¨®n redactada en 1980, en el r¨¦gimen de Augusto Pinochet.
Pregunta: ?Qu¨¦ fue lo que estall¨® en Chile con las revueltas sociales de 2019?
Respuesta. Cada d¨ªa parec¨ªa explotar algo, desde los j¨®venes escolares saltando los torniquetes del metro para evadir el alza de 30 pesos [0,040 d¨®lares]; luego el incendio simult¨¢neo de muchas estaciones en Santiago, la capital; manifestaciones en todo el pa¨ªs; la violencia desatada contra el peque?o comercio y los bienes p¨²blicos; las barras bravas del f¨²tbol mostrando que las calles pod¨ªan ser suyas; un Gobierno sin Gobierno; unas fuerzas p¨²blicas no solo ineficaces, sino que represivas como en los peores tiempos; y en medio del caos aparece la escenograf¨ªa de fondo: un mill¨®n y medio de personas muy diversas, desde colectivos que bailan con imaginativos disfraces hasta familias de tres o cuatro generaciones. La sociedad parec¨ªa un campo minado con tantas diversas explosiones. Unas violentas, otras pac¨ªficas, otras silenciosas.
P. ?Fue la expresi¨®n de un descontento?
R. Un descontento que no admiti¨® sordera y que todos tuvimos que escuchar fuera cual fuera el lugar donde estuvi¨¦ramos. ?C¨®mo escuchar tantas voces ? M¨¢s a¨²n: como todo momento de ruptura, la revuelta iba adquiriendo velozmente su propia din¨¢mica. El sentimiento de crisis ya estaba instalado desde mucho antes. Y aunque hoy varios analistas sostienen que era obvio el estallido, ninguno lo es.
P. ?Es el rechazo a un solo fen¨®meno ¨Ccomo la desigualdad¨C, o las revueltas respondieron a m¨²ltiples causas?
R. Son muchas y es temprano ¨Cal menos para los historiadores¨C para hacer de ellas un todo inteligible. Chile ha sido siempre una sociedad desigual, pero la vivencia de ella es ahora totalmente distinta. Chile arrastra un pasado antiguo de relaciones jer¨¢rquicas que nuestros procesos de modernizaci¨®n han cambiado, pero que vuelven. A ¨²ltima hora, el desarrollo no ha sido lo suficientemente estable como para cambiar m¨¢s a fondo, no solo econ¨®mica y socialmente, sino culturalmente nuestras relaciones.
P. Se habla de la paradoja chilena¡
R. Lo parad¨®jico es que los profundos cambios de las ¨²ltimas d¨¦cadas claramente empoderaron a muchos sectores que ya no requer¨ªan de los gremios, los sindicatos y los partidos para hacer sentir su voz. La ten¨ªan propia por dos generaciones que surgieron por su propio esfuerzo movidos por la promesa de que en ese esfuerzo no hab¨ªa pasaje de vuelta. Pero lo hab¨ªa. No ser¨ªa a ese dram¨¢ticamente pobre de los a?os cincuenta, quiz¨¢s no. El pasaje de vuelta, en el fondo, era que se cerraran las pr¨®ximas estaciones.
P. ?Fue una farsa la promesa de prosperidad de la transici¨®n y los gobiernos de centroizquerda?
R. La promesa no fue ninguna farsa. La pobreza en Chile cay¨® de un 39% en 1990 a un 9% en 2017. En el per¨ªodo, el PIB creci¨® de alrededor de 4.000 d¨®lares a 15.000. Pero el progreso no es lineal. Gener¨® nuevas demandas y nuevas frustraciones. ¡°?Y a m¨ª, qu¨¦?¡±, pueden con justicia preguntarse aquellos que como indican todas las encuestas, sienten que est¨¢n mejor que sus padres, pero menos de lo que esperaban. Es dif¨ªcil la respuesta. M¨¢s clara es que los padres sienten que sus hijos est¨¢n mucho mejor que ellos a su edad. La sociolog¨ªa ha tipificado esto con diversos nombres: el s¨ªndrome del crecimiento medio, los malestares de la modernidad. Esta es una historia con varias caras que en un momento parecen estrangularse entre s¨ª. Porque una es indesmentible: los ¨²ltimos 30 a?os han sido los m¨¢s pr¨®speros y los m¨¢s democr¨¢ticos de toda la historia de Chile. No es una gran comparaci¨®n, pero no es poca.
P. Entre las diferentes rupturas que ha tenido Chile, existe una peculiar, la de 1957, cuando secundarios protestaron en el centro de Santiago por el alza del pasaje de la micro y la ciudad qued¨® arrasada. ?C¨®mo interpreta la semejanza con octubre de 2019?
R. Una vez m¨¢s en la historia de Chile los carros se desacoplan entre expectativas y desarrollo. En 1957 se trataba de la rebeli¨®n de la pobreza urbana y un Estado casi en bancarrota. Hoy es distinto. Es un desacople entre la individuaci¨®n de los hijos y nietos del ¡¯57. Se trata de una generaci¨®n que envejece creyendo que hizo su parte del trato y de una generaci¨®n altamente educada que podr¨¢ no haber encontrado el empleo que cre¨ªa merecer, pero que sabe muy bien que hizo para merecerlo.
P. Aquellas revueltas de 1957, ha dicho usted, fueron premonitorias del quiebre democr¨¢tico de 1973. ?De qu¨¦ podr¨ªa ser premonitoria la crisis de 2019?
R. El ?57 fue premonitoria de una crisis que no logr¨® resolverse. El proyecto desarrollista de la revoluci¨®n en libertad en plena Guerra Fr¨ªa, pretend¨ªa integrar al sistema a los marginados a trav¨¦s de la ampliaci¨®n del mercado con la reforma agraria y la participaci¨®n. Habr¨ªa requerido varias d¨¦cadas para ser exitoso, pero fue enteramente sobrepasado. El reformismo ya no cab¨ªa en los esquemas revolucionarios, pero la revoluci¨®n socialista tampoco cab¨ªa y termin¨® en la tragedia del golpe de Estado de 1973. No aburrir¨¦ a nadie refiri¨¦ndome a los cambios globales que vinieron despu¨¦s. Esta es otra sociedad y otro mundo.
P. ?Vislumbra otro 1973?
R. No avizoro ni de lejos otro 1973 en Chile. Pero estamos en una encrucijada. La crisis de 2019 puede ser premonitoria de un populismo de cualquier signo o de una sociedad que en democracia encuentra los acuerdos para un modelo de desarrollo que asuma los cambios epocales. Me inclino por creer que, a pesar de la polarizaci¨®n actual, la mayor¨ªa de la sociedad esta por ese tipo de cambio.
P. ?C¨®mo entiende la violencia??Qu¨¦ hay detr¨¢s de ella??Es una desvalorizaci¨®n de la democracia?
R. Sin duda. La valorizaci¨®n de la democracia, especialmente despu¨¦s de la horrorosa dictadura que vivimos, ha sido menos profunda de lo que personalmente cre¨ªa que ser¨ªa. Dudo cu¨¢nto cal¨® en ciertos sectores de la derecha y de la izquierda. Parte de la izquierda ha sido ambigua, por decir lo menos, sobre la condena de la violencia. La democracia parece instrumental y no sustantiva. El Partido Comunista ha dado pruebas de ello y ciertos sectores del Frente Amplio. Cuando se acepta un tipo de violencia y no toda forma de violencia es porque no se cree en la democracia sustantiva.
P. La fuerza fundamental detr¨¢s de las revueltas es una evidente fractura generacional¡
R. Parte de los j¨®venes chilenos nacieron en democracia, no tienen miedo y no tienen mayor conciencia de cu¨¢n f¨¢cil es perderla. Es impresionante cu¨¢n denigrada ha sido la democracia en las protestas en Chile. El lema tan elocuente como dram¨¢tico, a mi juicio, ha sido: ¡°No son 30 pesos, son 30 a?os¡±. Por cierto que la democracia representativa vive una crisis, pero denigrarla no parece ser la forma m¨¢s segura de mejorarla.
P. ?Era la violencia la ¨²nica forma de conseguir cambios pol¨ªticos?
R. Es una falacia horrorosa. ?No habr¨ªa sido m¨¢s fuerte si hubiera sido pac¨ªfica? Los movimientos de mujeres han sido mil veces m¨¢s eficaces.
P. ?La gente sali¨® a las calles por una nueva Constituci¨®n?
R. No. La l¨®gica de los acontecimientos adquiri¨® su propia autonom¨ªa. Ante la total ingobernabilidad, una clase pol¨ªtica desprestigiada logr¨® hacer pol¨ªtica, finalmente, y encauzar este fen¨®meno multifac¨¦tico a trav¨¦s de un proceso constituyente que significa transformar en palabras las lacrim¨®genas, los balines, el incendio de museos e iglesias. Puede seguir la violencia, pero cada vez m¨¢s acotada y condenada por todos. Durar¨¢ poco.
P. ?Qu¨¦ hito representa este plebiscito constitucional para Chile?
R. El m¨¢s importante: si antes un plebiscito nos devolvi¨® la democracia, este podr¨ªa devolvernos la pol¨ªtica. La pol¨ªtica en democracia que solo puede sustentarse en la palabra. Ese es el hito: el valor de la palabra ante el silencio y ante el grito.
P. ?Cu¨¢ntas generaciones tendr¨¢n que pasar para desapegar a Chile de la dictadura de Pinochet?
R. Tremenda y dolorosa pregunta. La polarizaci¨®n, el crispamiento y la rabia revivieron desde nuestros alcantarillados como si fuera 1973. Es el ¡¯73 el que est¨¢ profundamente vivo. En las manifestaciones vuelve la misma m¨²sica, las mismas consignas resignificadas. El ¡¯73 es la memoria hist¨®rica de estos j¨®venes que representa la derrota que los poderosos le infligieron a los sin poder. Es un ¨ªcono de la memoria m¨¢s que de la historia.
P. De ganar la opci¨®n de quienes aprueban el cambio a la Constituci¨®n, como parece probable, ?qu¨¦ ciclo hist¨®rico se cierra??Y cu¨¢l se abre?
R. Sabemos el que abre, pero no el que cierra. Abre la posibilidad de una discusi¨®n en que ya nadie es el mismo que antes, no solo por la revuelta social, sino por la pandemia y la crisis econ¨®mica.
P. ?Se tratar¨¢ de una refundaci¨®n de Chile?
R. No, en absoluto. Y no creo que vaya a ser una Constituci¨®n populista o caudillista.
P. ?Traer¨¢ una nueva Constituci¨®n la paz social a Chile??O el pa¨ªs deber¨¢ aprender a convivir con conflicto y violencia?
R. Con conflicto se vive siempre, pero no con violencia. La violencia va a terminar, no con el plebiscito sino por su evidente desgaste. El problema lo veo en c¨®mo lidiar con el crispamiento social y la polarizaci¨®n pol¨ªtica. A veces creo que solo el miedo a perderlo todo nos obligue a defender algo. La democracia y su capacidad de procesar el conflicto para no quedarnos estancados y gastar la energ¨ªa y la creatividad solo en pelearnos. Miro con mucho inter¨¦s la nueva generaci¨®n pol¨ªtica de la derecha y de la izquierda. Miro con optimismo a esa misma generaci¨®n en el empresariado. Y miro con franco entusiasmo la incorporaci¨®n de las mujeres al mundo de la empresa y de la innovaci¨®n. Hay signos de cambio.
P. ?Qu¨¦ camino queda si no es el proceso constituyente?
R. La violencia. Entonces, en alg¨²n punto, alguien se preguntar¨¢: ?qui¨¦n puede terminar con la violencia? Y al igual que los que sostienen que no habr¨ªa cambios sin violencia, los otros dir¨¢n que la violencia termina solo con una violencia mayor. ?Algo m¨¢s que decir?
P. ?Es optimista ante lo que viene?
R. Mucho. Soy optimista de la vuelta de la pol¨ªtica. La pol¨ªtica democr¨¢tica o se sostiene en la palabra o entrega su ¨²nica arma a las armas.