Sud¨¢frica mantiene sus heridas abiertas
El expresidente Jacob Zuma, cuyo encarcelamiento desencaden¨® en julio la peor ola de violencia desde el ¡®apartheid¡¯, se sienta en el banquillo este martes por 16 delitos de fraude
Lo que se describe como ¡°calma tensa¡± es una realidad estos d¨ªas en Sud¨¢frica. Los taxistas est¨¢n m¨¢s alerta de lo habitual, algunos conductores habituados a hacer el trayecto Pretoria-Johannesburgo aseguran que se circula con m¨¢s impaciencia y las habituales bromas y el sarcasmo que caracteriza a las tertulias de radio parece haberse contaminado de la incertidumbre con la que muchos sudafricanos se enfrentan al actual periodo posdisturbios. Las heridas permanecen abiertas tres semanas despu¨¦s de que el encarcelamiento del expresidente Jacob Zuma desencadenara ...
Lo que se describe como ¡°calma tensa¡± es una realidad estos d¨ªas en Sud¨¢frica. Los taxistas est¨¢n m¨¢s alerta de lo habitual, algunos conductores habituados a hacer el trayecto Pretoria-Johannesburgo aseguran que se circula con m¨¢s impaciencia y las habituales bromas y el sarcasmo que caracteriza a las tertulias de radio parece haberse contaminado de la incertidumbre con la que muchos sudafricanos se enfrentan al actual periodo posdisturbios. Las heridas permanecen abiertas tres semanas despu¨¦s de que el encarcelamiento del expresidente Jacob Zuma desencadenara la peor ola de violencia en Sud¨¢frica desde el final del apartheid, hace casi tres d¨¦cadas. Solo algunos de los 40.000 negocios afectados han podido reabrir sus puertas y la investigaci¨®n para esclarecer las circunstancias en las que murieron 337 personas a¨²n no ha concluido. El Gobierno ha calculado un coste en da?os materiales que asciende a 50.000 millones de rands (2.994 millones de euros) y ha asegurado que 150.000 puestos de trabajo est¨¢n en peligro.
¡°Se mantiene la calma porque el Ej¨¦rcito est¨¢ en la calle, pero no tenemos la seguridad de que no vuelva el caos¡±, explica un taxista al filo del toque de queda, que en Sud¨¢frica empieza a las diez de la noche, siguiendo el protocolo covid del nivel de alerta tres. ¡°Lo hemos pasado muy mal, la inseguridad, la gente desesperada llev¨¢ndose lo que encontraba. El Gobierno no debe permitir que vuelva a suceder¡±, apunta el guardia de seguridad de una de las estaciones de tren que unen las dos ciudades de la provincia de Gauteng que se vieron m¨¢s afectadas por los disturbios.
La esperada y aclamada restructuraci¨®n del Gobierno tras la crisis de principios de julio se hizo realidad el jueves pasado. El presidente Cyril Ramaphosa lanz¨® un mensaje a la naci¨®n que ha contentado a muy pocos. Los cambios en los titulares de los ministerios apenas son destacables porque se ha limitado a moverlos de sitio, como si se tratara de un juego. Solo salen del Gobierno dos ministros que han dimitido (el de Sanidad y el de Finanzas) y ha nombrado a nuevos titulares para las carteras de Presidencia y Recursos Energ¨¦ticos y Minerales, porque hab¨ªan fallecido. Aparte de los dos dimisionarios, ¨²nicamente cesa a un viceministro al que no le ha asignado un nuevo puesto.
Lo m¨¢s destacado es que, como ya hizo el presidente Thabo Mbeki, Ramaphosa asume bajo su responsabilidad directa la seguridad nacional (que incluye a los servicios secretos), algo que ha sido criticado por los partidos de la oposici¨®n porque supone una mayor ¡°politizaci¨®n¡± de las fuerzas del orden. ¡°El presidente ha decidido que necesita cierto control directo, lo que no presagia nada bueno para la democracia porque hay ciertas instituciones que debes dejarlas y no interferir en su cadena de mando¡±, asegura el analista pol¨ªtico Ralph Mathkega.
Entre las decisiones m¨¢s pol¨¦micas de Ramaphosa, est¨¢ la de no haber destituido a Bheki Cele, ministro de Polic¨ªa, a pesar de la incredulidad que generaron sus explicaciones respecto a la inacci¨®n y lentitud con la que se control¨® la insurrecci¨®n. Y ha nombrado ministro de Finanzas a Enoch Godongwana, exdirector del Banco de Desarrollo de ?frica Meridional, a pesar de que estuvo relacionado con la desaparici¨®n misteriosa de 120 millones de rands (7,1 millones de euros) del fondo de pensiones de los trabajadores del textil. ¡°Con el pa¨ªs arrodillado, necesitamos talento nuevo, no un cambio de posici¨®n en la baraja, con ministros en un interminable juego de las sillas en las que se sientan cuando deja de sonar la m¨²sica¡±, argumenta Narend Singh, l¨ªder del Partido de la Libertad Inkatha.
El germen de los disturbios fue el encarcelamiento el pasado 8 de julio del expresidente Jacob Zuma para cumplir una pena de 15 meses tras rechazar en tres ocasiones presentarse ante la Comisi¨®n Zondo. Esta le juzga por 16 cargos de fraude, corrupci¨®n y crimen organizado. Las protestas se transformaron en pocos d¨ªas en el caos de un pa¨ªs con un grave desequilibrio social y econ¨®mico. Los primeros resultados de la investigaci¨®n apuntan a que colaboradores y simpatizantes de Zuma fueron los instigadores iniciales de algunas de las protestas m¨¢s violentas, como la que se vivi¨® en Phoenix, con 36 muertos.
Tras un mes en prisi¨®n, Zuma deber¨¢ comparecer este martes ante la corte de Pietermaritzburg en un juicio p¨²blico. Un nuevo momento de tensi¨®n que podr¨ªa quedar frustrado porque el viernes pasado, la prisi¨®n de Estcourt, situada a cien kil¨®metros del tribunal, inform¨® de que el exmandatario hab¨ªa sido trasladado a un hospital sin ofrecer m¨¢s detalles. Desde la Fundaci¨®n Zuma se apresuraron a difundir un tuit en el que explicaban que hab¨ªa sido sometido a su rutinario control m¨¦dico anual y a?ad¨ªan: ¡°No hay necesidad para alarmarse, por ahora¡±.
A Zuma, de 79 a?os, se le acusa de haber recibido m¨¢s de 700 sobornos, entre ellos pagos en efectivo de la empresa francesa Thales, durante la d¨¦cada anterior a acceder a la presidencia del pa¨ªs (incluso durante su vicepresidencia) y podr¨ªa ser condenado a 25 a?os de c¨¢rcel.