La mecha que incendi¨® Per¨² contra el Gobierno, contada por testigos inc¨®modos
Un grupo de fot¨®grafos que trabaj¨® en Juliaca, escenario de la peor represi¨®n de unas protestas que ya han alcanzado Lima, narra los sucesos y los ataques que los obligaron a huir de la ciudad
¡°Sal de aqu¨ª o te vuelo la cabeza¡± fue el ultim¨¢tum que dice Aldair Mej¨ªa, de 24 a?os, le dio la Polic¨ªa el s¨¢bado 7 de enero, a las afueras del aeropuerto Inca Manco C¨¢pac, en Juliaca. Mej¨ªa, un joven corresponsal de una agencia extranjera, hab¨ªa llegado hac¨ªa unas horas por carretera desde el Cusco, junto a unos colegas para retratar las manifestaciones en la sierra sur del Per¨² que estaban por adentrarse en un camino sin retorno. Se sent¨ªa la tensi¨®n en el ambiente. Bastaba agachar la cabeza para suponer lo que pod¨ªa suceder: manchas rojizas y casquillos de bombas lacrim¨®genas regados en la...
¡°Sal de aqu¨ª o te vuelo la cabeza¡± fue el ultim¨¢tum que dice Aldair Mej¨ªa, de 24 a?os, le dio la Polic¨ªa el s¨¢bado 7 de enero, a las afueras del aeropuerto Inca Manco C¨¢pac, en Juliaca. Mej¨ªa, un joven corresponsal de una agencia extranjera, hab¨ªa llegado hac¨ªa unas horas por carretera desde el Cusco, junto a unos colegas para retratar las manifestaciones en la sierra sur del Per¨² que estaban por adentrarse en un camino sin retorno. Se sent¨ªa la tensi¨®n en el ambiente. Bastaba agachar la cabeza para suponer lo que pod¨ªa suceder: manchas rojizas y casquillos de bombas lacrim¨®genas regados en la pista. La convulsi¨®n social todav¨ªa no le hab¨ªa arrebatado la vida a ning¨²n juliaque?o, pero ya los hospitales comenzaban a llenarse de heridos.
Antes de la advertencia, otros dos agentes policiales al ver a Mej¨ªa con una c¨¢mara colg¨¢ndole del cuello corrieron hacia ¨¦l, y antes de que pudiera decir algo lo tumbaron en el arc¨¦n con un empell¨®n de sus escudos. Desde el suelo, Mej¨ªa repiti¨®: ¡°prensa, prensa¡±, aunque la aclaraci¨®n estuviera de m¨¢s. Les ense?¨® su credencial, pero uno de ellos, en lugar de cesar su hostilidad, intent¨® romperla. ¡°Prensa basura, vete m¨¢s all¨¢¡±, dice que le gritaron. La c¨¢mara de Mej¨ªa, que tiene el pecado de disparar r¨¢fagas de fotos en cuesti¨®n de segundos, era una amenaza letal para lo que se consumar¨ªa en esa misma avenida tan solo unos d¨ªas despu¨¦s.
Juan Mandamiento, de 27 a?os, anduvo cerca de Aldair Mej¨ªa aquel d¨ªa. En realidad, eran cuatro fot¨®grafos que hab¨ªan salido de Lima. Ninguno trabaja en un medio tradicional. Colaboran con publicaciones independientes y, cada tanto, con agencias. Mandamiento aprendi¨® fotograf¨ªa en el fragor de las calles. En noviembre de 2020 capt¨® la agon¨ªa de Brian Pintado, uno de los dos muchachos que murieron en las marchas contra el brev¨ªsimo Gobierno de Manuel Merino, un presidente del Congreso que sucedi¨® a Mart¨ªn Vizcarra y cuya banda presidencial no le dur¨® ni una semana en el pecho.
M¨¢s de dos a?os despu¨¦s, Mandamiento estaba nuevamente en primera l¨ªnea, en medio de los manifestantes y las fuerzas del orden. Y por eso mismo, se sent¨ªa en la obligaci¨®n de dar explicaciones en cada piquete: ¡°somos prensa internacional¡±. La gente desconf¨ªa de los medios de comunicaci¨®n. Y m¨¢s en las regiones, donde solo figuran cuando ocurre alguna desgracia, una fiesta costumbrista o una protesta. Mandamiento dice que despu¨¦s de contarles que no hab¨ªan viajado hasta all¨ª para falsear la realidad, sino m¨¢s bien para visibilizarlos y ponerles rostro, la amabilidad se abri¨® paso. Y que incluso se sintieron m¨¢s seguros con los manifestantes que con los polic¨ªas. Lo supo m¨¢s que nunca cuando un perdig¨®n le roz¨® la cabeza en los exteriores del aeropuerto de Juliaca.
Eran m¨¢s o menos las tres de la tarde, cuando las bombas lacrim¨®genas separaron a Mandamiento y Mej¨ªa. Para ese momento, los agentes ya hab¨ªan detenido a varios manifestantes, y ellos -que solo llevaban casco y m¨¢scara antigas- se hab¨ªan protegido detr¨¢s de muros y paredes. Despu¨¦s de mandar unas fotos por correo a su agencia, Aldair sali¨® de su escondite, dio unos pasos y entonces sinti¨® un impacto en la canilla de la pierna derecha. No sab¨ªa todav¨ªa qu¨¦ hab¨ªa pasado, pero la pierna se le fue adormeciendo y ya luego vio c¨®mo su pantal¨®n beige se te?¨ªa de un rojo oscuro. La gente alrededor suyo entr¨® en desesperaci¨®n: ¡°han herido a la prensa. Le han metido bala¡±. La amenaza se hab¨ªa cumplido.
Aldair Mej¨ªa se convertir¨ªa en noticia por primera vez en sus pocos pero intensos a?os en prensa. Su cara se esparcir¨ªa por las redes, pero sobre todo comenzar¨ªa a recibir muchas llamadas de n¨²meros desconocidos. Pero a¨²n falta un poco para eso. Entonces ten¨ªa un orificio en la pierna y hab¨ªa que parar la sangre. Lo llevaron a un mercado, le hicieron un torniquete con el pasador de su zapatilla y lo condujeron hacia una cl¨ªnica en una moto. Sus compa?eros dejaron de fotografiar el conflicto y fueron tras ¨¦l.
¡°Me impact¨® bastante verlo herido. Nunca esperas lo peor¡±, dice Connie Calder¨®n, de 26 a?os, la ¨²nica mujer del grupo. Lo que sucedi¨® en la cl¨ªnica fue angustiante: al inicio no les permitieron conversar con su amigo, y m¨¢s bien empezaron a llegar militares. Eso los intimid¨®. Despu¨¦s de practicarle algunos ex¨¢menes se determin¨® que Aldair Mej¨ªa ten¨ªa una fractura en la tibia, pero no dijeron qu¨¦ lo hab¨ªa herido. ¡°El m¨¦dico primero dijo que era un objeto no determinado, despu¨¦s dijo que pudo ser una piedra. Cambi¨® la versi¨®n y eso nos pareci¨® turbio¡±, narra Calder¨®n. En ese trance, se dieron cuenta de que lo mejor era irse lo m¨¢s pronto posible de Juliaca. No era un lugar seguro para ellos. Y aunque les recomendaron que Mej¨ªa deb¨ªa permanecer unos dos o tres d¨ªas en la cl¨ªnica, solicitaron su alta y se marcharon en un peque?o auto. Con Mej¨ªa enyesado en el asiento de delante regresaron al Cusco a las seis de la ma?ana despu¨¦s de haber tomado un camino de trocha, en un tramo de la ruta.
¡°Nos quedamos con mucha impotencia por no poder cubrir lo que pas¨® en Juliaca. Pero tuvimos que irnos. Ahora que han pasado los d¨ªas, quiz¨¢ pudo ser una estrategia. Nuestra presencia era inc¨®moda para la Polic¨ªa. No quer¨ªan que estuvi¨¦semos all¨ª¡±, razona Juan Mandamiento. El lunes 9 de enero, apenas dos d¨ªas despu¨¦s del ataque hacia Aldair Mej¨ªa, se desat¨® una masacre en Juliaca, donde fallecieron 17 ciudadanos por impactos de armas de fuego durante las protestas. Un menor de edad se sumar¨ªa a esa fat¨ªdica cuenta tras estar en coma durante tres d¨ªas. Ha sido el topetazo m¨¢s sangriento que ha padecido una sola regi¨®n en este conflicto que se inici¨® el 7 de diciembre con la destituci¨®n de Pedro Castillo por intentar disolver el Congreso y la sucesi¨®n de su primera vicepresidenta, Dina Boluarte.
Aldair Mej¨ªa ha tenido que frenar sus ¨ªmpetus y acostumbrarse a estar con la pierna derecha levantada la mayor parte del d¨ªa, y ayudarse con las muletas cuando es necesario. Le han dado 30 d¨ªas de descanso por la fractura de su tibia, y en lo ¨²nico que piensa es en restablecerse para volver a salir a la calle con su c¨¢mara. Hace poco lo llam¨® un dirigente de Juliaca llorando para preguntarle c¨®mo marcha su recuperaci¨®n y cu¨¢ndo estar¨¢ de vuelta. ¡°Yo les he hecho una promesa. Voy a regresar para seguir registrando la verdad. Tengo un compromiso con ellos¡±, asegura con un tono de voz juguet¨®n que no se condice con el peso de sus palabras. Tiene solo 24 a?os. Estos d¨ªas d¨ªas su gran preocupaci¨®n, adem¨¢s de tomar todos sus antibi¨®ticos, es que sus camaradas de la fotograf¨ªa consigan chalecos antibalas. El peligro est¨¢ all¨¢ afuera, y no se sabe cu¨¢ndo va a acabar.
Sigue toda la informaci¨®n internacional en Facebook y Twitter, o en nuestra newsletter semanal.