Relatos de la peor mazmorra de Nicaragua: ¡°Nos engrillaban para dormir o cuando nos llevaban al ¡®t¨²nel¡¯. All¨ª te esperaban los golpes¡±
Los presos pol¨ªticos expulsados de Nicaragua narran a EL PA?S sus padecimientos en las terribles c¨¢rceles del r¨¦gimen de Ortega, y c¨®mo vivieron su salida por sorpresa del pa¨ªs
¡°Hace 24 horas estaba en el Infiernillo. Y m¨ªrame ahora: en un hotel de Washington¡±, dice al atardecer Kevin Sol¨ªs, uno de los 222 presos pol¨ªticos excarcelados en la madrugada de este jueves y deportados a Estados Unidos por la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
El Infiernillo carga la fama de ser la peor mazmorra de Managua. All¨ª, en esa c¨¢rcel de m¨¢xima seguridad, Sol¨ªs, estudiante de Derecho, pas¨® tres a?os en ...
¡°Hace 24 horas estaba en el Infiernillo. Y m¨ªrame ahora: en un hotel de Washington¡±, dice al atardecer Kevin Sol¨ªs, uno de los 222 presos pol¨ªticos excarcelados en la madrugada de este jueves y deportados a Estados Unidos por la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
El Infiernillo carga la fama de ser la peor mazmorra de Managua. All¨ª, en esa c¨¢rcel de m¨¢xima seguridad, Sol¨ªs, estudiante de Derecho, pas¨® tres a?os en r¨¦gimen de aislamiento, en un ¡°camarote sin luz solar, con la puerta siempre sellada¡±. ¡°Una vez al d¨ªa, los carceleros abr¨ªan los pernos y nos echaban la comida¡±, recuerda en una conversaci¨®n con EL PA?S frente al hotel sin lujos cerca del aeropuerto internacional de Dulles que el Departamento de Estado de EE UU ha convertido en un lugar de acogida urgente para los presos pol¨ªticos.
¡°Nos engrillaban para dormir. Dormir con grilletes es complicado¡±, contin¨²a con voz decidida el muchacho, de 24 a?os (¡±aunque parece que tengo 30 por lo que he sufrido¡±, a?ade). ¡°Nos engrillaban tambi¨¦n cuando ven¨ªa personalmente el director [de la prisi¨®n] a buscarnos. Nos llevaba a un lugar al que le dicen ¡®el t¨²nel¡¯. Un pasillo de unos 30 metros sin ventanas. All¨ª sab¨ªas que te esperaban los golpes. Donde nadie escucha ni mira. Como est¨¢s amarrado, te pegan en el est¨®mago, nunca en la cara, para que las familias no lo noten¡±, recuerda Sol¨ªs. Ten¨ªa derecho a una llamada al mes. Lo peor de todo, dice, era ¡°el aislamiento¡± y, ¡°m¨¢s que las lesiones f¨ªsicas, las psicol¨®gicas¡±.
En la noche del mi¨¦rcoles lo sacaron sin m¨¢s explicaciones junto a otros cinco presos del Infiernillo. Los metieron en unos autobuses. El estudiante explica que muchos cre¨ªan que los llevaban a otra prisi¨®n.
Eso pens¨® tambi¨¦n el pol¨ªtico y empresario Juan Sebasti¨¢n Chamorro, seg¨²n cont¨® a las puertas del hotel de acogida. ¡°Los que conocen Managua saben que la c¨¢rcel Modelo est¨¢ muy cerca del aeropuerto. As¨ª que pens¨¢bamos que ¨ªbamos all¨¢, pero en ese momento los tres buses que transportaban a quienes ven¨ªamos de El Chipote [prisi¨®n en la que Chamorro cumpl¨ªa condena], doblaron hacia la derecha, en la Fuerza A¨¦rea, y ah¨ª nos dimos cuenta de que sal¨ªamos volando del pa¨ªs. No sab¨ªamos a d¨®nde hasta que luego obviamente fuimos informados¡±.
Los 222, cuenta F¨¦lix Maradiaga, uno de los deportados de mayor perfil pol¨ªtico, cuyo v¨ªa crucis comenz¨® cuando decidi¨® presentarse a las elecciones presidenciales contra Ortega, firmaron ¡°un documento en el que en una sola l¨ªnea¡± aceptaban salir del pa¨ªs. En ese papel no hab¨ªa ni palabra de lo que vendr¨ªa despu¨¦s: la decisi¨®n de la Asamblea Nacional, reunida de urgencia, de reformar el art¨ªculo 21 de la Constituci¨®n Pol¨ªtica, que regula la nacionalidad nicarag¨¹ense. A partir de ahora, seg¨²n ese texto, son ap¨¢tridas, por considerarlos ¡°traidores a la patria¡±.
Como Sol¨ªs, Maradiaga se enter¨® de esa desposesi¨®n al llegar al hotel. ¡°Me da lo mismo lo que diga la Asamblea o el Gobierno. A m¨ª nadie me quitar¨¢ ser nicarag¨¹ense¡±, afirma Sol¨ªs, desafiante, que ahora teme por ¡°los que se quedaron all¨¢, como el doctor [abogado] Urbina Lara o [el militar retirado] Jaime Navarrete¡±. ¡°Lo peor es que los van a golpear porque nadie estar¨¢ pendiente ahora de lo que va a pasar a ellos¡±, remata.
Entre los que quedaron atr¨¢s, est¨¢ tambi¨¦n el obispo Rolando ?lvarez, que no quiso abordar el avi¨®n del destierro. Como consecuencia de esa negativa, el religioso m¨¢s cr¨ªtico con el r¨¦gimen de Ortega fue trasladado de la casa en la que cumpl¨ªa arresto domiciliario al penal de La Modelo.
Maradiaga pertenece al grupo de los desterrados a los que esperaba una familia en Estados Unidos. Su esposa, Berta Valle, y la hija de ambos, Alejandra, de nueve a?os, se montaron por la ma?ana en otro avi¨®n, procedente de Florida. La familia se reagrup¨® frente al hotel, tras m¨¢s de tres a?os sin verse, y la peque?a, que ten¨ªa seis a?os la ¨²ltima vez que lo vio, pidi¨® al padre que ¡°nunca m¨¢s¡± se separaran. ¡°Ha sido un d¨ªa de muchas emociones. En el avi¨®n cantamos el himno de Nicaragua¡±, explic¨® Maradiaga. ¡°Es una situaci¨®n agridulce, porque salir en estas condiciones de la naci¨®n que amamos con toda nuestra alma es como cuando a un hijo lo arrancan del vientre de su madre. Se mezcla el sentimiento y la felicidad de poder abrazar a mi esposa y a mi hija con la dura noticia de que probablemente estar¨¦ fuera de Nicaragua por un tiempo¡±.
Sol¨ªs, como su ¡°amigo¡± Denis Antonio Garc¨ªa Jir¨®n, que acudi¨® a abrazarse con ¨¦l, pertenece al grupo de los que no tienen qui¨¦n lo espere en Estados Unidos. En auxilio de esos hombres solos lleg¨® por la tarde Ligia G¨®mez, exsecretaria pol¨ªtica del FSLN hasta aquel 12 de septiembre de 2018 en que tuvo que exiliarse de Nicaragua. Se fue a Washington, donde no ha desistido de alzar la voz contra Ortega, ante el Congreso de Estados Unidos o el Parlamento Europeo. El tel¨¦fono de G¨®mez no paraba de sonar. Algunas de esas llamadas llegaban de Nicaragua, donde los familiares de los deportados pasaron el d¨ªa en busca de respuestas.
El Departamento de Estado garantiza a unos y a otros cobijo en el hotel hasta el domingo. Un alto funcionario de EE UU explica que ¡°durante dos a?os estar¨¢n en un r¨¦gimen especial¡±. ¡°A¨²n es pronto para dar detalles sobre c¨®mo se materializar¨¢ su nueva situaci¨®n, pero la Administraci¨®n de Biden est¨¢ decidida a prestarles ayuda¡±, a?ade el funcionario, que subraya que la decisi¨®n de Nicaragua fue ¡°unilateral¡±. El secretario de Estado, Antony Blinken, consider¨® en un comunicado que el gesto, ¡°producto de la diplomacia¡±, ¡°abre la posibilidad de que contin¨²e el di¨¢logo entre Estados Unidos y Nicaragua¡±.
El avi¨®n aterriz¨® en Dulles, el aeropuerto que da servicio a la capital federal, pasadas las 11:30 hora local (las 17.30 en la Espa?a peninsular). En la terminal de llegadas internacionales, decenas de nicarag¨¹enses los estaban esperando en vano. Nunca salieron por la puerta en la que hac¨ªan guardia. Tras varias horas cumpliendo los tr¨¢mites de inmigraci¨®n, fueron saliendo por grupos rumbo al hotel, donde los trabajadores del Departamento de Estado imped¨ªan la entrada a los periodistas, veto que se relaj¨® despu¨¦s, una vez ca¨ªda la noche.
En el hotel, los reci¨¦n llegados pasaban por un proceso de registro, durante el que les brindaban los servicios de psic¨®logos o traductores. Los familiares y amigos, reunidos en una sala de conferencias, ten¨ªan que cursar la solicitud por cada una de las personas a las que hab¨ªan venido a recibir. Solo cuando aquellos aprobaban la visita, esta se permit¨ªa.
Los pasillos del hotel se convirtieron en un qui¨¦n es qui¨¦n de la resistencia a la dictadura de Ortega. Todos buscaban a la legendaria hero¨ªna del sandinismo, la Comandante Dos de la revoluci¨®n Dora Mar¨ªa T¨¦llez, que se dej¨® ver brevemente antes de retirarse a su habitaci¨®n. Cristiana, deshecha en l¨¢grimas, y Fernando Chamorro se fund¨ªan en un abrazo entre los aplausos de los presentes. Estaban tambi¨¦n, entre muchos otros, Suy¨¦n Barahona, presidenta del Movimiento Renovador Sandinista, Arturo Cruz, antiguo embajador de Ortega en Washington, V¨ªctor Hugo Tinoco, exministro de Asuntos Exteriores, los periodistas Juan Lorenzo Hollmann y Miguel Mora o Franciso Xavier Sacasa, canciller de la presidencia de Arnoldo Alem¨¢n (1997-2002), que llegaba al vest¨ªbulo en una silla de ruedas, y hac¨ªa la se?al de la victoria a los periodistas apostados fuera del per¨ªmetro delimitado por el derecho de propiedad del hotel.
Algunos, como Lesther Alem¨¢n, el bravo estudiante que llam¨® ¡°asesino¡± a Ortega durante una mesa de negociaci¨®n en 2018 en un momento que recogi¨® un v¨ªdeo que se hizo viral, parec¨ªan sobrepasados por la emoci¨®n y las muestras de cari?o y ped¨ªan tiempo antes de atender una entrevista con EL PA?S. Al final de la jornada, Alem¨¢n, como otros de los deportados, fue recolocado en otro hotel cercano al aeropuerto, a la espera de que llegaran sus familiares, residentes en California.
A todos ellos les espera a partir de este viernes una nueva vida como ap¨¢tridas. No la eligieron, pero al menos transcurrir¨¢, lejos de Nicaragua, en libertad.
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