Triste Serbia: recuerdos de una antigua alumna del colegio de Belgrado que ha sufrido una matanza
La noticia sobre el asesinato de nueve personas a manos de un menor hace abrir los ojos ante la realidad del pa¨ªs balc¨¢nico, el tercero del mundo con m¨¢s armas de fuego por habitante
Un joven de 14 a?os ha disparado con un arma de fuego en un colegio c¨¦ntrico de Belgrado, capital de Serbia, y ha matado a ocho compa?eros de clase y a un guardia de seguridad. La primera noticia que recibo en la ma?ana del mi¨¦rcoles ha tenido lugar no solo en mi ciudad natal, sino tambi¨¦n en mi antigua escuela.
Creada en la d¨¦cada de 1970 como estatal en convenio con Francia, el colegio Vladislav Ribnikar ha sido emb...
Un joven de 14 a?os ha disparado con un arma de fuego en un colegio c¨¦ntrico de Belgrado, capital de Serbia, y ha matado a ocho compa?eros de clase y a un guardia de seguridad. La primera noticia que recibo en la ma?ana del mi¨¦rcoles ha tenido lugar no solo en mi ciudad natal, sino tambi¨¦n en mi antigua escuela.
Creada en la d¨¦cada de 1970 como estatal en convenio con Francia, el colegio Vladislav Ribnikar ha sido emblem¨¢tico por ofrecer formaci¨®n biling¨¹e ¡ªserbio-francesa¡ª, algo in¨¦dito en un pa¨ªs socialista entonces, donde toda la educaci¨®n era p¨²blica y, por supuesto, gratuita. Dicen que ahora los pol¨ªticos locales y mafiosos la escogen para sus v¨¢stagos. En mis tiempos era la ¨¦lite intelectual que pretend¨ªa una buena formaci¨®n para sus hijos. Recuerdo que entre los padres (y madres) de mis compa?eros hab¨ªa m¨²sicos, actores, arquitectos y otros profesionales de renombre. Tambi¨¦n alumnado de familias obreras, que gracias a esta primera s¨®lida formaci¨®n luego pudieron emprender significativas carreras profesionales.
Cuando empez¨® la guerra en la antigua Yugoslavia, muchos de mis compa?eros de este colegio fueron a parar como traductores, periodistas y otros empleados en los organismos internacionales que se trasladaron a mi antiguo pa¨ªs por la situaci¨®n b¨¦lica. Otros muchos, entre los que yo me cuento, se fueron al extranjero, siempre con el bagaje de haber aprendido diversas lenguas, que creo vale el doble de todo lo dem¨¢s que uno pueda aprender en la vida.
Cuesta imaginar que una de aquellas aulas donde pas¨¢bamos largos d¨ªas escolares se haya podido convertir en escenario de muerte. Veo que el gabinete de historia, donde ha tenido lugar el crimen, sigue estando en la planta baja, como hace m¨¢s de 40 a?os.
La terrible noticia sobre el asesino menor de edad disparando en un colegio del centro de Belgrado hace abrir los ojos ante la triste realidad social y espiritual de un pa¨ªs que tan mal ha llevado, hasta el momento, su transici¨®n democr¨¢tica. En Serbia hay 39,1 armas de fuego por cada 100 habitantes, seg¨²n el Instituto Universitario de Altos Estudios Internacionales de Ginebra. Es, con la de Montenegro, la cifra m¨¢s alta en Europa y la tercera del mundo, solo superada por las de EE UU y Yemen.
Esta abundancia de armas es consecuencia de las guerras que en la d¨¦cada de los noventa protagoniz¨® Serbia, en la que se le vio m¨¢s bien como la parte agresora. Estas huellas siguen visibles. Algo que se nota al leer los comentarios de la fatal noticia: ¡°Quer¨ªais a Occidente y aqu¨ª lo ten¨¦is¡±, ¡°la guerra era poco en comparaci¨®n de lo que ha llegado en este periodo posterior¡±, comentarios en los que se culpa a los estadounidenses o a los rusos. Las tragedias exhiben siempre los prejuicios que incapacitan. Muestran las reticencias a mirarse al espejo y asumir primero la responsabilidad propia, sea individual o colectiva.
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