Un trotamundos en la guerra de Ucrania: ¡°Aunque los rusos bombardeen, puede que me quede en Odesa¡±
Ibrahim Mohamed, estadounidense de origen egipcio, es el ¨²nico extranjero que queda en un albergue junto a la catedral atacada por Rusia este domingo. All¨ª, los mochileros dejaron paso con la guerra a los refugiados locales
¡°Soy un vagabundo¡±. As¨ª, en espa?ol, se presenta Ibrahim Mohamed, de 71 a?os, tras haber extendido su mano enjuta al reportero. Es un asceta de tez morena y con todo el tiempo del mundo para conversar. Una rara avis en una Odesa estos d¨ªas sacudida a bombazos de Rusia y donde cuesta toparse con un extranjero que no sea trabajador humanitario, militar o periodista. Mohamed lleva dando volteretas casi medio siglo, desde 1977. Ni s...
¡°Soy un vagabundo¡±. As¨ª, en espa?ol, se presenta Ibrahim Mohamed, de 71 a?os, tras haber extendido su mano enjuta al reportero. Es un asceta de tez morena y con todo el tiempo del mundo para conversar. Una rara avis en una Odesa estos d¨ªas sacudida a bombazos de Rusia y donde cuesta toparse con un extranjero que no sea trabajador humanitario, militar o periodista. Mohamed lleva dando volteretas casi medio siglo, desde 1977. Ni siquiera los ¨²ltimos ataques a la ciudad a orillas del mar Negro donde habita, cinco en una semana, le han hecho variar sus planes.
¡°Tengo pagada la renta hasta el 31 de agosto¡±, afirm¨® en la madrugada de este domingo en un mensaje a este diario, poco despu¨¦s de que varios misiles impactaran cerca del albergue donde vive en el casco hist¨®rico. La vida de este hombre, estadounidense de origen egipcio, es un constante viaje sin rumbo fijo al ritmo del placer que dice que le da disfrutar de la libertad y la felicidad lejos del dinero. Naci¨® en Alejandr¨ªa (Egipto) y se considera nubio de Asu¨¢n. ¡°Quiero conocer Canarias y hacer el Camino de Santiago¡±, aseguraba el 13 de julio mientras rememoraba sus visitas a Espa?a ofreciendo detalles, como los de Sevilla, que denotan una memoria a prueba de a?os y kil¨®metros. Pero, ?qu¨¦ pinta ¨¦l en la Ucrania de la guerra?
El Dream Hostel era un santuario de mochileros a orillas del mar Negro cuando Rusia comenz¨® la gran invasi¨®n de Ucrania en febrero de 2022. Alejado de los lujos que otros hoteles ofrecen en Odesa, sus literas, pasillos con banderines de colores, las zonas comunes y el acceso angosto a trav¨¦s de un patio de vecinos hac¨ªan de este el lugar perfecto para los trotamundos que se mueven sin prisa y sin excesivo presupuesto. Es el caso de Mohamed. Era un dreamer (so?ador) m¨¢s entre los que se hospedaban en el hostal cuando la guerra sacudi¨® Odesa, pero decidi¨® quedarse.
¡°Aquella madrugada del 24 de febrero mi compa?ero del Dream Hostel de Dnipr¨® me llam¨® para decirme que la invasi¨®n hab¨ªa comenzado. A las siete de la ma?ana, ya no quedaba ninguno de los ocho empleados aqu¨ª. Se hab¨ªan ido todos y estaba yo solo al frente¡±, se?ala sin aspavientos Giorgi Bloshchitsia, el propietario del establecimiento, apoyado en el mostrador de la recepci¨®n. Por aquellos d¨ªas, se hospedaban viajeros de larga estancia procedentes de Jap¨®n, Estados Unidos, Australia¡ ¡°Calculo que eran unos 20 los extranjeros que se encontraban aqu¨ª al comenzar la invasi¨®n. De ellos, 17 se fueron en la primera semana¡±, a?ade el responsable. Finalmente, solo se qued¨® Ibrahim Mohamed.
¡°Esto es una locura¡±, lamenta este hombre, que recientemente se ha cortado las rastas que le colgaban desde la cabeza y la barba hasta debajo de la cintura. ¡°No puedo ver a los ni?os correr para ponerse a salvo de las bombas, ?qu¨¦ se puede hacer? Este mundo es horrible, con tanta gente mat¨¢ndose¡±.
El encuentro con Ibrahim Mohamed tuvo lugar pocos d¨ªas antes de que Rusia empezara a bombardear Odesa. Es la excepci¨®n entre ucranios huidos de otras zonas de guerra y alojados desde que empez¨® a colaborar con el albergue el Norwegian Refugee Council (NRC), una ONG con amplia experiencia por todo el mundo en situaciones de crisis. Mohamed explica que su vida es un permanente viaje ¡°sin prisas y con largas paradas¡±. As¨ª es como lleg¨® a Ucrania en 2016 y c¨®mo la invasi¨®n rusa le pill¨® en este mismo pa¨ªs. Recalca que entre las decenas de pa¨ªses que ha visitado ¨D¡°el n¨²mero no es importante¡±¨D no est¨¢ Rusia.
Sus ingresos se limitan a una pensi¨®n que le llega del Gobierno de Estados Unidos. ¡°Aqu¨ª con un pu?ado de d¨®lares sobrevivo¡±, reconoce. En el hostal paga 2.800 grivnas al mes (algo menos de 70 euros) por tener plaza en una litera. ¡°Cocino ah¨ª arriba. Siempre como algo sencillo¡±, a?ade se?alando las plantas superiores del establecimiento para remarcar su modo de vida casi ermita?o.
Las literas de aquellos mochileros llevan ahora meses ocupadas por ucranios desplazados dentro de su propio pa¨ªs por la guerra. Unos 7.000 han pasado en estos 17 meses. ¡°Ahora damos cobijo a 80 personas. Muchos son refugiados temporales procedentes de regiones como Jers¨®n o Mikolaiv (pr¨®ximas a Odesa) a ra¨ªz de las liberaciones de esos territorios¡±, explica Bloshchitsia. La mayor ocupaci¨®n se produjo cuando las tropas locales avanzaron hacia Jers¨®n en la contraofensiva del pasado noviembre y expulsaron a los invasores hacia la orilla izquierda del r¨ªo Dni¨¦per. ¡°Llegamos a tener hasta 100 personas a la vez con algunos durmiendo en los pasillos¡±, a?ade.
La norma general es que sean personas en tr¨¢nsito que est¨¢n rehaciendo su vida lejos de sus ciudades de origen. Suelen estar en el hostal en torno a un mes, comenta el responsable, hasta que logran encontrar una vivienda de alquiler, un trabajo o recuperar sus papeles para tratar de normalizar su vida ante la Administraci¨®n.
Giorgi Bloshchitsia lamenta que las autoridades les dejaran solos tras su promesa de ayudarles a gestionar el hostal en los primeros meses de la invasi¨®n. Asegura que les prometieron una colaboraci¨®n que nunca lleg¨®. ¡°Cero¡±, subraya. ¡°Los tres primeros meses lo gestionamos nosotros solos, con mi mujer, mi madre y un empleado¡±, comenta. La situaci¨®n no empez¨® a normalizarse hasta que entr¨® en juego el NRC.
El NCR mantiene un dispositivo con cuatro centros de tr¨¢nsito para desplazados internos en Odesa, tres de ellos corresponden a los tres Dream Hostel de la franquicia que posee Bloshchitsia. La capacidad es de 200 personas y hasta 250 en caso de emergencia. Proporcionan alojamiento de hasta un mes en casos excepcionales. El NRC suministra una comida caliente por persona diariamente y asesoramiento jur¨ªdico y psicol¨®gico gratuito, explica Dimitri Zviadadze, responsable de la zona sur de Ucrania del NRC.
El responsable del hostal muestra lo ¨²nico que acabaron recibiendo de las autoridades: un diploma en agradecimiento a los propietarios y el personal del albergue por alejar a los desplazados que firma Tetiana Markova, la que entonces era responsable de Cultura y Turismo del Ayuntamiento de Odesa. Bloshchitsia y su esposa, Veronika, no pueden evitar una carcajada cuando ¨¦l, con cierta sorna, lo coloca de nuevo sobre el mostrador de la recepci¨®n como si se tratase de un tesoro.
?Y qu¨¦ es de Ibrahim Mohamed? Al trotamundos no le importar¨ªa cambiar de destino, pero entiende que su capacidad econ¨®mica le impide instalarse en lugares que vayan m¨¢s all¨¢ de su humilde presupuesto. Repite varias veces que le encantar¨ªa regresar a Espa?a, en donde no recala desde hace m¨¢s de una d¨¦cada, aunque ¨¦l no entiende el viaje como un desplazamiento de fin de semana al ritmo de los turistas apresurados.
En un mensaje, tras ser preguntado si los ¨²ltimos bombardeos rusos sobre Odesa hab¨ªan cambiado sus planes, simplemente dijo que no tiene claro qu¨¦ hacer a partir del 31 de agosto. Poco antes, el ej¨¦rcito invasor hab¨ªa golpeado con fuerza y no lejos del Dream Hostel la catedral ortodoxa y una decena de edificios del centro de la ciudad, que se encuentra desde febrero en la lista de la Unesco de patrimonio que hay que proteger. ¡°Me gustar¨ªa ir a las Islas Canarias, M¨²nich, Estados Unidos, Egipto¡ Pero puede que me siga quedando en Odesa¡±, aventura. Aunque en alg¨²n momento se declara ¡°cansado y ya de retirada¡±, no parecen ser las bombas y la guerra del presidente ruso, Vlad¨ªmir Putin, las que marcan su itinerario.
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