La grieta por la que Yelena y otros centenares de ucranios huyen de las zonas ocupadas por Rusia
Casi 18 meses despu¨¦s del inicio de la guerra, el corredor humanitario entre la ciudad rusa de B¨¦lgorod y Sumi, en el noreste de Ucrania, abre una nueva oportunidad de salida a millones de ciudadanos atrapados
Es su primera vez. Yelena, de 63 a?os, nunca hab¨ªa salido de Krasnodon, en la provincia de Lugansk, desde que llegaran los rusos, no ya con la invasi¨®n a gran escala lanzada en febrero de 2022, sino hace nueve a?os, en la primera ofensiva de ocupaci¨®n de la regi¨®n de Donb¨¢s, en la franja oriental de Ucrania. Hay que afinar mucho el ojo para ver en qu¨¦ lado de la linde est¨¢ la ciudad de donde viene Yelena ¨Dpr...
Es su primera vez. Yelena, de 63 a?os, nunca hab¨ªa salido de Krasnodon, en la provincia de Lugansk, desde que llegaran los rusos, no ya con la invasi¨®n a gran escala lanzada en febrero de 2022, sino hace nueve a?os, en la primera ofensiva de ocupaci¨®n de la regi¨®n de Donb¨¢s, en la franja oriental de Ucrania. Hay que afinar mucho el ojo para ver en qu¨¦ lado de la linde est¨¢ la ciudad de donde viene Yelena ¨Dprefiere preservar su apellido¨D. Viaja sola y est¨¢ agotada. Pero no es solo lo f¨ªsico, sino, sobre todo, el hartazgo. ¡°Estoy muy cansada de esta situaci¨®n y quiero estar con mis hijos¡±, cuenta, ¡°ya me est¨¢n esperando, he hablado hoy con ellos¡±. Yelena se emociona porque le queda muy poquito para verlos. Est¨¢ en un centro de asistencia de la localidad ucrania de Krasnopillia, junto al paso fronterizo de Pokrovka, en el noreste del pa¨ªs. Acaba de cruzar desde territorio ruso. Yelena es uno de los cerca de 150 ciudadanos ucranios que a diario y desde el pasado d¨ªa 5 han utilizado el ¨²nico punto de la frontera entre Rusia y Ucrania abierto en la actualidad. Un corredor humanitario por el que poder escapar de las zonas ocupadas hacia territorio libre.
Para entender este viaje hay que recorrer la geograf¨ªa de Ucrania. La operaci¨®n militar lanzada por Mosc¨² en 2014 logr¨® el control ruso sobre un tercio de la regi¨®n de Donb¨¢s, en el este del pa¨ªs, junto a la frontera rusa, adem¨¢s de la anexi¨®n ilegal de Crimea ¨Den este caso sin pegar pr¨¢cticamente un tiro¨D. La invasi¨®n iniciada hace ahora casi 18 meses ampli¨® este territorio ocupado hacia el suroeste, formando una suerte de medialuna de tierra en la que millones de ciudadanos quedaban encerrados entre el frente de guerra, por un lado, y la linde con el invasor ruso, por otro. Es decir, ante la imposibilidad de cruzar los combates, la ¨²nica forma de regresar al oeste ucranio era atravesar la frontera rusa, continuar hacia el norte, a la vecina Bielorrusia, y, desde aqu¨ª, sirva de ejemplo, a los b¨¢lticos y Polonia, para entrar de nuevo en la Ucrania occidental. Una odisea.
El pasado d¨ªa 9, Irina Vereschuk, ministra para la Reintegraci¨®n de los Territorios Temporalmente Ocupados, inform¨® de que los ciudadanos que quisieran regresar a territorio controlado por Kiev podr¨ªan hacerlo a trav¨¦s del corredor humanitario entre las ciudades de Kolotilivka, del lado ruso, y Pokrovka, del ucranio. En una entrevista con prensa local, Vereschuk afirm¨®: ¡°?Es posible y necesario salir por este corredor!¡±. La tambi¨¦n vice primer ministra comunic¨® adem¨¢s que hay un segundo corredor activo, aunque, en este caso, entre la provincia ucrania de Volinia y la frontera de Bielorrusia.
Seis d¨ªas despu¨¦s de estas declaraciones, a las ocho de la ma?ana, Yelena empezaba su viaje. Habla con los ojos muy abiertos. Quiere contar c¨®mo ha llegado hasta ah¨ª, de qu¨¦ manera. ¡°Todos estos a?os¡±, afirma, ¡°he tenido que estar mintiendo, ya desde 2014¡å. Poco despu¨¦s de que los uniformados rusos aparecieran en Lugansk aquel a?o, su hija se march¨® hacia J¨¢rkov. M¨¢s tarde lo har¨ªa su otro hijo. Ella se mantuvo en casa hasta que dijo basta. El pasado d¨ªa 15, Yelena cruz¨® desde Krasnodon (renombrada en 2016 como Sorokine) a la provincia rusa de B¨¦lgorod. Le llev¨® doce horas alcanzar Kolotilivka, en ruta hacia el norte, en paralelo a la linde entre los dos pa¨ªses. Le esperaba el trago m¨¢s dif¨ªcil, el proceso de filtraci¨®n ruso, esto es, dos horas de interrogatorio antes de dejarle ir hacia el control fronterizo ucranio, a dos kil¨®metros de distancia a pie. ¡°Fue muy duro¡±, se?ala con agobio, ¡°me preguntaban si apoyaba a Rusia, su operaci¨®n especial; tuve que mentir y decirles que s¨ª para que me dejaran pasar¡±. La experiencia de otros ciudadanos, a tenor de su relato, no fue tan peliaguda.
Seg¨²n el Gobierno ucranio, entre 150 y 200 personas han cruzado a diario desde el 5 de agosto por el paso Kolotilivka-Pokrovka. Ese d¨ªa fue, en realidad, el primero tras la reapertura de este corredor humanitario que las autoridades rusas hab¨ªan cerrado dos semanas antes. Los detalles de c¨®mo y cu¨¢ndo se abri¨® por primera vez este paso, por qu¨¦ fue clausurado el 22 de julio y ahora reabierto, son escasos. Y esto en gran medida porque Kiev mantiene que no hay comunicaci¨®n con Mosc¨² y que poco m¨¢s se puede decir. Katerina Arisoi, de 36 a?os, responsable de Pluriton, la organizaci¨®n que puso en marcha en Krasnopillia el centro de asistencia, asegura que el corredor funciona desde hace meses, pero que se conoc¨ªa poco; que depende de que los rusos abran o no y que, ahora, parece que la informaci¨®n fluye hacia los territorios ocupados. ¡°La gente viene m¨¢s porque sabe que aqu¨ª hay asistencia¡±, apunta Arisoi.
Varios microbuses llegan a este centro desde el paso de Pokrovka, sellado con especial celo por las autoridades por motivos de seguridad. Las instalaciones de Krasnopillia, en la provincia de Sumi, no est¨¢n cerradas; la presencia de los cuerpos del orden es distendida, pero en el interior hay control. El acceso es restringido en la planta utilizada por el ej¨¦rcito, la polic¨ªa y el Servicio de Seguridad de Ucrania (unidad especial de inteligencia) para realizar su propio proceso de filtraci¨®n. Se cierra la puerta ante la mirada cotilla, aunque al tiempo se vuelve a abrir. Los reci¨¦n llegados esperan sentados alrededor de una habitaci¨®n con los papeles del registro en la mano. Arriba, los que han acabado pueden ir a almorzar. Serhi Bondarenko, septuagenario, no ha podido aguantar y se ha ido al comedor antes de finalizar este tr¨¢mite. No le importa hablar con la prensa mientras come. Alcanza a decir que es de Donetsk antes de que le corten, porque mientras no haya terminado el interrogatorio no se recomienda hablar con un reportero.
Anatoli Oleinik, de 65 a?os, tambi¨¦n tiene hambre, pero ya termin¨® con la filtraci¨®n y puede charlar. Su periplo comenz¨® en la peque?a localidad de Oljovatka, en la provincia de Donetsk, en el coraz¨®n de esa medialuna controlada por tropas rusas. Dice que en su municipio, todo iba bien all¨¢ por el a?o 2015, pero ahora ya no. Su viaje por la frontera rusa le ha costado 22.000 rublos, unos 215 euros. No viaja solo, lo hace con su mujer, Galina, de 66 a?os. Ella es m¨¢s t¨ªmida, no quiere fotos, pero finalmente accede con una sonrisa y mucha fatiga a que su marido pose. Los dos se van a reunir en J¨¢rkov con su hija.
Proceso de filtraci¨®n
Quiz¨¢ tuviera raz¨®n Katerina Arisoi al decir que al fin se han enterado en los territorios ocupados de que los que quieran huir pueden hacerlo a trav¨¦s del corredor de Kolotilivka-Pokrovka. Si Anatoli y Galina comenzaron su ruta porque entre los paisanos recibieron la informaci¨®n de que se pod¨ªa cruzar, algo parecido cuenta Nicolai, de 68 a?os, natural de Yenakievo, a escasos 20 kil¨®metros de Oljovatka. ¡°Nos reunimos unos cuantos vecinos¡±, dice este hombre mientras camina hacia el comedor, ¡°y nos vinimos¡±. Habla de un viaje muy largo, que le ha dejado ¡°exhausto¡±. ¡°Llegamos en autob¨²s a la frontera rusa y luego tuvimos que recorrer los dos kil¨®metros a pie¡±, prosigue. En su caso, el interrogatorio en el puesto de control de B¨¦lgorod, del lado invasor, fue r¨¢pido. Corta la charla porque el hambre aprieta.
En el centro de asistencia de Krasnopillia, el proceso de filtraci¨®n no parece largo. Puede llevar entre dos y cuatro horas, aunque los hay que dicen que alguno se alarg¨® el d¨ªa entero. El teniente Danilo ¨Dprefiere reservarse el apellido¨D, de 23 a?os, cuenta lo que hacen: ¡°Registramos el d¨ªa en el que entran, su nombre, apellido, n¨²mero de pasaporte, de d¨®nde vienen, hacia d¨®nde se dirigen¡¡±. Luego cruzan estos datos con una base de acceso exclusivo para las fuerzas de seguridad. Puede ser que haya alg¨²n familiar que les est¨¦ buscando y lo sepan a trav¨¦s de este archivo. Al margen del registro, este mecanismo prev¨¦ garantizar que el ciudadano que entra desde territorio enemigo no suponga una amenaza para el pa¨ªs. Si as¨ª fuera, pasar¨ªa ya a ser competencia de una investigaci¨®n policial.
Con ayuda de Dios
Este militar asegura, eso s¨ª, que si bien el corredor Kolotilivka-Pokrovka, tambi¨¦n usado para el intercambio de presos y la entrega de soldados muertos, permite la entrada de ciudadanos ucranios a territorio gobernado por Kiev, hacerlo al rev¨¦s, es decir, el cruce hacia Rusia, no est¨¢ permitido. Si es as¨ª, alguien se lo tendr¨ªa que decir entonces a Lidia Litvinenko, de 70 a?os, por lo siguiente: esta mujer, cristiana practicante y devota ¨Dreitera en varias ocasiones su creencia en Jesucristo y su agradecimiento a Dios por lo que tiene¨D, reside en la ciudad de Donetsk. ¡°Una ciudad que amo¡±, relata mientras sorbe un t¨¦, ¡°donde no ha habido ni misiles, ni disparos¡±. Tiene una hija que vive en Kiev desde 2014, adem¨¢s de una nieta que emigr¨® a Francia. Hacia la capital ucrania se dirige ahora Litvinenko por algo tan sencillo como celebrar con la familia su 71 cumplea?os. Luego, reconoce sin pizca de asombro, regresar¨¢ a su casa.
¨D?Volver¨¢ a Donetsk, ocupada por los rusos?
¨DS¨ª, es mi ciudad y Dios me ayuda.
Quiz¨¢ Litvinenko necesite algo m¨¢s que el auxilio divino para ese nuevo viaje.
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