Un jurado de M¨ªchigan declara culpable a la madre de un adolescente que perpetr¨® una matanza en su instituto
El fallo, sin precedentes, condena a Jennifer Crumbley por homicidio involuntario al considerar que ella y su marido, que le regal¨® el arma al chico de 15 a?os, no hicieron lo suficiente para evitar el asesinato de cuatro alumnos
El regalo de Navidad se adelant¨® aquel a?o. A la ma?ana siguiente del d¨ªa de Acci¨®n de Gracias de 2021, James Crumbley llev¨® a su hijo de 15 a?os a una armer¨ªa para comprarle una nueve mil¨ªmetros semiautom¨¢tica Sig Sauer, a la que Ethan, el muchacho, se refiri¨® en las redes sociales como su ¡°nueva belleza¡±. Cuatro d¨ªas despu¨¦s, el chico introdujo subrepticiamente la pistola en su instituto de Oxford, un suburbio a unos 60 kil¨®metros de Detroit, en el Estado de M¨ªchigan. Se meti¨® en el servicio, la sac¨® de la mochila y al salir del ba?o empez¨® a disparar a todo el que se fue encontrando: mat¨® a cuatro compa?eros del colegio, de entre 14 y 17 a?os, e hiri¨® a otras siete personas, entre ellas, a un profesor. Su madre, Jennifer Crumbley, acaba de ser condenada por un jurado popular compuesto por seis hombres y seis mujeres por el delito de homicidio imprudente. Se trata de una decisi¨®n que sienta un hist¨®rico precedente sobre la responsabilidad de los padres en la conducta de sus hijos en matanzas como aquella.
Hay dos cosas que, por encima del resto, contribuyeron al veredicto de culpabilidad, alcanzado por unanimidad en el segundo d¨ªa de las deliberaciones, tras unas 10 horas de debate: el hecho de que ella llevara a Ethan a probar el arma a un campo de tiro ese fin de semana, y un mensaje que le mand¨® cuando el matrimonio fue requerido por el colegio ante la alarma de un profesor que vio al muchacho el d¨ªa anterior a la tragedia buscando en su m¨®vil informaci¨®n sobre c¨®mo conseguir munici¨®n. Los convocaron por tel¨¦fono, una llamada que dej¨® rastro en el contestador, y por correo electr¨®nico. No contestaron a ninguno de los dos mensajes, pero la madre s¨ª escribi¨® a su hijo el siguiente texto: ¡°LOL [carcajadas]. No estoy enfadada contigo, pero que la pr¨®xima vez no te cojan¡±.
La defensa de Jennifer Crumbley, de 45 a?os, trat¨® durante el juicio, celebrado en Pontiac (M¨ªchigan), de echar las culpas al marido, por no guardar bajo llave el arma; a la escuela, por no avisarla de los problemas del conducta del adolescente; y a su hijo mismo, por apretar el gatillo y asesinar a dos mujeres y dos hombres. ¡°?Puede cada padre realmente ser responsable de todo lo que hacen sus v¨¢stagos, especialmente cuando no es previsible?¡±, se pregunt¨® la abogada Shannon Smith en el argumento final. ¡°Era imprevisible. Nadie esperaba esto. Nadie podr¨ªa haberlo esperado, incluidos los Crumbley¡±. En otra intervenci¨®n, Smith cit¨® la parte de la letra de Bad Blood, de Taylor Swift, cantautora de cuya influencia es casi imposible escapar hoy en Estados Unidos, en la que esta dice que hay ¡°las tiritas no sirven para los agujeros de bala¡±. Seg¨²n su argumentaci¨®n, la fiscal¨ªa pretend¨ªa ¡°resolver problemas que no se pueden solucionar con una tirita; una tirita no servir¨¢ para recuperar esas vidas perdidas¡±. Sobre el regalo de la pistola, la acusada testific¨®: ¡°No le entregamos un arma simplemente dici¨¦ndole: ¡®Aqu¨ª tienes, hijo¡¯. Se la dimos solo para que la usara solo cuando fu¨¦ramos al campo [de tiro] en familia¡±.
Cadena perpetua
La fiscal¨ªa, por su parte, present¨® ante el tribunal la imagen de una madre err¨¢tica, m¨¢s preocupada por su afici¨®n a los caballos y por una relaci¨®n extramatrimonial que por los s¨ªntomas de deterioro de la salud mental de su ¨²nico hijo.
Ethan Crumbley fue acusado de terrorismo, lo que permiti¨® que lo juzgaran como si fuera adulto y acabaran conden¨¢ndolo en diciembre pasado a la pena m¨¢xima: cadena perpetua sin posibilidad de revisi¨®n. Despu¨¦s de conocer lo que hab¨ªa hecho su hijo, el matrimonio se dio a la fuga. Los encontraron a los pocos d¨ªas no muy lejos de casa: en la ciudad de Detroit, mientras estaban en un centro comercial. Aquella ma?ana de s¨¢bado, la pareja fue imputada y escuch¨® los cargos por videoconferencia, de los que se declararon inocentes. El padre ser¨¢ juzgado en marzo por los mismos delitos que ella.
Karen D. McDonald, fiscal del condado de Oakland, se tom¨® la acusaci¨®n al matrimonio como una oportunidad de escarmiento a unos padres que pudieron, seg¨²n ha considerado probado el jurado, evitar que su hijo perpetrara la matanza, como cuando fueron alertados pocas horas antes de los hechos de que lo hab¨ªan sorprendido en la escuela dibujando un arma en un cuaderno, con un texto que dec¨ªa: ¡°Los pensamientos no paran. Ayudadme. Mi vida es in¨²til, el mundo est¨¢ muerto¡±. Los Crumbley acudieron al instituto, pero, seg¨²n la acusaci¨®n, actuaron con negligencia por no obligar entonces al adolescente a ense?arles lo que llevaba en la mochila. Tambi¨¦n, por negarse a llev¨¢rselo consigo a casa y por permitirle que volviera a clase.
En diciembre, McDonald no ocult¨® su frustraci¨®n cuando expuso el caso ante el jurado: ¡°Estoy enfadada como madre, estoy enfadada como fiscal, estoy enfadada como persona que vive en este condado, estoy enfadada¡±, agreg¨®. ¡°[La tragedia] Se podr¨ªa haber prevenido tan f¨¢cilmente...¡±.
Cuando a las 13:22, 32 minutos despu¨¦s de que Ethan saliera armado del ba?o, saltaron las primeras noticias de que hab¨ªa un tirador activo en el instituto de su hijo, la madre le escribi¨® otro mensaje: ¡°Ethan, no lo hagas¡±. James Crumbley corri¨® despu¨¦s a su casa, donde comprob¨® que el arma no estaba en su sitio, un lugar que no ten¨ªa candado. A las 13:37, llam¨® despu¨¦s a la polic¨ªa para advertir de que sospechaba que su hijo pod¨ªa ser el atacante. Cuando esta se present¨® en el instituto y lo redujo, al muchacho a¨²n le quedaban 15 cartuchos.
Aquella matanza provoc¨® que M¨ªchigan promulgase una ley para regular el acceso de los menores a las armas de los padres. La condena a la madre de Ethan por homicidio involuntario cuenta con escasos precedentes. La idea de una matanza en un instituto es una pesadilla recurrente en esta sociedad desde la del instituto Columbine, en 1999, en el que dos amigos mataron a 13 personas e inauguraron una nueva era en los tiroteos masivos en Estados Unidos. Algunos de los que mayor trauma han causado desde entonces sucedieron en centros educativos, desde la de Sandy Hook en 2012 en Newtown (Connecticut; 26 muertos, 20 de ellos menores) hasta la de 2019 en Parkland (Florida; 17 v¨ªctimas mortales) o la de hace un par de a?os Uvalde (Texas, 19 ni?os y dos profesoras). Los asesinatos de Crumbley contaron como el tiroteo escolar m¨¢s mort¨ªfero de su a?o.
Las asociaciones que trabajan por el control de las armas en Estados Unidos han apoyado la idea de perseguir a los padres de Ethan, pero tambi¨¦n se han escuchado voces discordantes: en un art¨ªculo de opini¨®n publicado por The New York Times, Megan K. Stack se preguntaba por el sentido de juzgar a un menor como un adulto para poder condenarlo a la pena m¨¢xima, y al mismo tiempo hacer responsables a los padres de lo que hizo su hijo. ¡°Perseguir a los ni?os como adultos es una de las obscenidades de nuestro sistema judicial. (...) Y hay una contradicci¨®n l¨®gica entre eso y que los padres respondan por la negligencia en su educaci¨®n. O era un ni?o, o no lo era. O eran responsables sus padres de sus acciones, o no. ?Puede el Estado argumentar ambas cosas al mismo tiempo? Los fiscales est¨¢n convencidos¡±.
Seg¨²n ha quedado demostrado este martes, un jurado de Pontiac (M¨ªchigan) tambi¨¦n lo est¨¢.
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