Ucrania batalla por la salud mental de sus ni?os
Angustia, depresi¨®n y estr¨¦s postraum¨¢tico amenazan a m¨¢s de un mill¨®n de menores de edad en contacto diario con la guerra. Iniciativas p¨²blicas y privadas tratan de reconstruir la red de protecci¨®n de la infancia
Hay miradas que anticipan un verbo suelto y ¨¢gil, incluso en los ni?os. Es el caso de Anastasia, de 11 a?os. Acaba de dar las ¨²ltimas pinceladas a un dibujo en una caja de cart¨®n y lo describe as¨ª: ¡°Us¨¦ el verde porque es vida, naturaleza, y el blanco porque es esp¨ªritu y libertad¡±. La menor es alumna del Liceo n.? 15 de Chernihiv, capital de la regi¨®n hom¨®nima, en el norte de Ucrania, a un par de tiros de piedra de la triple frontera que completan Bielorrusia y Rusia. En la definici¨®n de su arte, a vuela pluma, Anastasia irradia una madurez impropia de su edad, pero va m¨¢s all¨¢. Vive en una d...
Hay miradas que anticipan un verbo suelto y ¨¢gil, incluso en los ni?os. Es el caso de Anastasia, de 11 a?os. Acaba de dar las ¨²ltimas pinceladas a un dibujo en una caja de cart¨®n y lo describe as¨ª: ¡°Us¨¦ el verde porque es vida, naturaleza, y el blanco porque es esp¨ªritu y libertad¡±. La menor es alumna del Liceo n.? 15 de Chernihiv, capital de la regi¨®n hom¨®nima, en el norte de Ucrania, a un par de tiros de piedra de la triple frontera que completan Bielorrusia y Rusia. En la definici¨®n de su arte, a vuela pluma, Anastasia irradia una madurez impropia de su edad, pero va m¨¢s all¨¢. Vive en una de las primeras regiones que fueron atacadas por Mosc¨² en la ofensiva iniciada hace dos a?os, en febrero de 2022. A¨²n hoy, Chernihiv es objetivo regular de bombardeos letales rusos. ¡°La guerra es algo que destroza¡±, se expresa la ni?a desde una sala del Palacio de Cultura de la ciudad, ¡°esto me ayuda a descargar la mente porque es dif¨ªcil aguantar¡±. Anastasia, por si hay dudas a tenor de la forma en la que habla, sigue teniendo los 11 a?os de la primera frase. Su infancia, la infancia ucrania, est¨¢ herida y de gravedad. Y eso requiere atenci¨®n.
Junto a ella, una veintena de ni?os de entre 11 y 12 a?os participan en una sesi¨®n de la fundaci¨®n Club Dobrodiiv en este centro social, pedazo de la vieja identidad cultural sovi¨¦tica. El objetivo: ofrecer un espacio seguro para el apoyo socio-emocional a menores en contacto con la guerra. Anastasia lo explica mejor. ¡°Nos sirve para el desarrollo del grupo¡±, prosigue en un relato sencillo, ¡°es una actividad extra que nos permite pasar tiempo juntos¡±. Los menores re¨²nen sus cajas pintadas para formar un ¨¢rbol de cart¨®n sobre el suelo. Ayuda a los alumnos Tetiana Yefimenko, de 36 a?os, ataviada con una bata blanca. ¡°Cada ni?o siente que es parte de Ucrania¡±, explica, ¡°el puzle no se va a completar si falta uno de ellos¡±. Se busca la unidad de los cr¨ªos, pero tambi¨¦n que se expresen y relacionen como ni?os. ¡°Es importante en tiempos de guerra¡±, a?ade Angelina Fedoriy, de 25 a?os, colaboradora del proyecto, ¡°les involucra mucho¡±.
Seg¨²n un informe elaborado el pasado a?o por el Club Dobrodiiv, junto a la organizaci¨®n Plan Internacional, a partir de encuestas a ni?os y j¨®venes de entre 13 y 19 a?os, casi el 40% de estos teme por su vida y su salud, as¨ª como la de sus seres queridos, a causa de la guerra. El 87% de los preguntados manifest¨® haber experimentado los mayores cambios que recuerdan de la mano de la invasi¨®n rusa. Nueve de cada diez, casi todos, afirmaron no obstante su deseo de ser ¨²tiles en la reconstrucci¨®n de Ucrania ¨Dmuchos lo hacen desde el inicio de la contienda a trav¨¦s de voluntariados, una pr¨¢ctica que adem¨¢s sirve de terapia¨D. Dos conclusiones: los menores son v¨ªctimas muy vulnerables del conflicto, pero tambi¨¦n actores fundamentales para la defensa del pa¨ªs.
Una cosa u otra, los ni?os son ni?os y el dibujo sigue canalizando su infancia. Milana, de 12 a?os, menciona como musa de su obra a una banda de m¨²sica surcoreana de nombre Black Pink. Es por eso que, seg¨²n describe ¨Dapartando con su brazo, muy seria, a una amiga que la inoportuna¨D, su obra sobre cart¨®n tiene los colores negro y rosa. ¡°Me lo he pasado bien, no s¨¦ dibujar¡±, admite sin complejo, ¡°y parece que he aprendido algo¡±. Y la guerra, ?qu¨¦? ¡°Esto nos ayuda, se me ha olvidado durante este tiempo¡±. Reconoce que no le gusta hablar de ello y cambia de tema.
Los resultados del estudio del Club Dobrodiiv llevaron a esta fundaci¨®n a abrir espacios en ciudades como Chernihiv, Mikolaiv, en el sur, y Kiev, la capital. Desde octubre, miles de ni?os han participado en sus actividades. Unicef, el fondo de la ONU para la infancia, calcula que alrededor de 1,5 millones de ni?os en Ucrania corren el riesgo de sufrir depresi¨®n, ansiedad, trastorno de estr¨¦s postraum¨¢tico ¨Dun 26%, seg¨²n datos de la ONU¨D y otros problemas de salud mental. Los motivos parecen claros: violencia, desplazamiento de sus hogares y trastornos sociales (educaci¨®n, salud, condiciones de vida¡) que, a la postre, fulminan una de las se?as de identidad de la infancia, sentirse protegidos.
Plan Internacional, que ha trabajado con m¨¢s de 250.000 menores ucranios, advierte del impacto de la guerra en su salud mental: ¡°Muchos presentan una sensibilidad muy alta a los sonidos fuertes, insomnio, miedo a salir de casa por las minas terrestres y los ataques; estr¨¦s y angustia constante por familiares y amigos que se encuentran en el frente y problemas de adaptaci¨®n en los pa¨ªses de acogida¡±. En un informe publicado por esta organizaci¨®n el pasado verano, menores y j¨®venes expresaron la necesidad de contar con servicios gratuitos de apoyo psicosocial.
La ONU colabora ya con el Ministerio de Educaci¨®n y Ciencia ucranio para mejorar la salud mental en las aulas a trav¨¦s de diferentes proyectos, entre los que est¨¢ la formaci¨®n de hasta 15.000 psic¨®logos durante este curso. Hay m¨¢s iniciativas, como el programa How are you, lanzado por Olena Zelenska, mujer del presidente del pa¨ªs, o las l¨ªneas de atenci¨®n de las organizaciones La Strada, Voice of Children y Teenergizer.
Artem, de 12 a?os, anda algo m¨¢s t¨ªmido que sus compa?eros en esta aula del Palacio de Cultura de Chernihiv. En general, ellos andan m¨¢s distra¨ªdos que ellas. En cuanto sienten que su obra est¨¢ finiquitada, cogen el tel¨¦fono m¨®vil para jugar a videojuegos. En la caja de Artem se ve el trazo de algo que parece una cordillera. ¡°Dibujo esto¡±, afirma, ¡°porque me gustar¨ªa ir a la monta?a¡±. Hasta ah¨ª el ni?o; ahora viene el preadolescente de una tierra invadida: ¡°As¨ª queremos m¨¢s a nuestro pa¨ªs; es deseo y amor por la libertad. Ucrania se preocupa por nosotros, para que nos desarrollemos y encontremos una vocaci¨®n¡±.
V¨ªctimas mortales
Artem es timorato, pero admite que a veces habla con sus amigos de la guerra y que, en ocasiones, les da miedo. Tienen motivos. Seg¨²n la ¨²ltima cifra de la Fiscal¨ªa General ucrania, 526 ni?os han muerto debido a la invasi¨®n rusa. A estos hay que sumar m¨¢s de 1.200 heridos. Este ¨®rgano p¨²blico advierte en cada uno de sus mensajes de que es una cifra provisional debido a que no cuenta con informaci¨®n detallada de las v¨ªctimas en territorio ocupado o en disputa. La misi¨®n de Naciones Unidas en Ucrania eleva el n¨²mero de menores muertos a 579, la mayor¨ªa en la franja de edad que va de los 12 a los 17 a?os.
Chernihiv (285.000 habitantes antes de la guerra), con m¨¢s de diez siglos de historia, la ciudad en la que se encuentra este Liceo n.? 15, suma un centenar de menores muertos o heridos desde el 24 de febrero de 2022. La ¨²ltima v¨ªctima mortal se llamaba Sof¨ªa, de seis a?os. Muri¨® el pasado 19 de agosto por el impacto de un misil ruso sobre el teatro Taras Shevchenko, situado en una plaza muy abierta del centro de esta ciudad. Los hay que piensan que el objetivo de aquel ataque fue una peque?a feria de drones que se celebraba aquel d¨ªa, pero que, no obstante, se hab¨ªa manejado con cierta discreci¨®n.
Ataques como aquel de agosto hacen que incluso una sesi¨®n de ayuda a menores se trate con mucha prudencia. Zlata tiene 12 a?os. Ella ya daba clases de dibujo antes de aquel febrero de 2022, pero con la guerra tuvo que parar. Se mud¨® con su familia a Ivano-Frankivsk, en el suroeste del pa¨ªs. Regresaron a Chernihiv el verano pasado. Mientras charla, aparecen a su vera Zhenia, de 11 a?os, y Veronika, de 12. Comparten las tres ni?as que no es normal a su edad vivir algo as¨ª. ¡°Nos afecta mucho a nuestro estado psicol¨®gico¡±, afirma Zlata. Y les atemoriza hasta las l¨¢grimas. ¡°Sobre todo cuando hay explosiones¡±, contin¨²a esta ni?a. Eso parece razonable, aunque no tanto lo que cuenta Veronika, la m¨¢s vivaz de las tres. Vivi¨® en zona ocupada y le duele, seg¨²n explica a sus 12 a?os, que hubiera gente que creyera que all¨ª no pasaba nada. ¡°Pensaban¡±, prosigue, ¡°que aquello no era terrible¡±. Eso tambi¨¦n ha ido cambiando.
Pero como, a fin de cuentas, ni?os son, de todo pueden sacar algo positivo. Zlata agarra a Zhenia antes de marcharse y le dice: ¡°Al menos, gracias a esto nos hemos conocido¡±.
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