Starmer, acosado por un esc¨¢ndalo de prebendas: 120.000 euros en trajes, gafas, hoteles y entradas de f¨²tbol
Los conservadores del Reino Unido acusan al primer ministro de hipocres¨ªa, y recuerdan sus acusaciones contra Boris Johnson por ¡°corrupci¨®n y amiguismo¡±
Keir Starmer fue abogado y fiscal antes que pol¨ªtico, y cae a menudo en el error profesional de pensar que todo lo que es legal es defendible. Tanto ¨¦l como sus ministros, sin embargo, llevan varios d¨ªas intentado in¨²tilmente quitarse de encima con respuestas poco convincentes el asunto de los freebies, como ha bautizado la prensa a todos los regalos que obtuvo Starmer de empresarios y donantes amigos del Partido Laborista durante sus a?os como l¨ªder de la oposici¨®n.
Con un valor acumulado de casi 120.000 euros, seg¨²n ha informado este mismo mi¨¦rcoles el diario The Guardian, el primer ministro recibi¨® en forma de trajes, gafas y complementos y entradas para partidos de la Premier League y conciertos m¨¢s que ning¨²n otro pol¨ªtico anterior al frente del partido.
Ninguno de esos regalos es ilegal seg¨²n las Normas de Conducta ?tica de la C¨¢mara de los Comunes. Y Starmer indic¨® claramente todas las donaciones en el Registro de Intereses de los Diputados. La comisi¨®n parlamentaria encargada de vigilar el cumplimiento de las normas ya ha indicado que no investigar¨¢ m¨¢s al primer ministro. Le bastan sus explicaciones. Fueron precisamente sus dudas sobre si deb¨ªa o no incluir en esa declaraci¨®n los vestidos, maquillaje y ayuda de un asistente personal de compras que recibi¨® su mujer, Victoria Starmer, del multimillonario donante al laborismo Waheed Alli, por valor de casi 6.000 euros, las que hicieron sonar las alarmas.
A medida que han ido surgiendo informaciones sobre las prebendas recibidas, muchos miembros del Partido Laborista han comenzado a revolverse inc¨®modos: al menos 40 pases para asistir a los partidos del Arsenal, equipo del que Starmer es hincha devoto; m¨¢s de 4.700 euros en entradas para el concierto de Taylor Swift, y m¨¢s de 800 para el de la banda Coldplay, en Manchester. Y m¨¢s de 14.000 euros en ropa, 3.000 en gafas de dise?o y 23.000 en gastos de acomodaci¨®n recibidos directamente de su amigo Lord Alli, que en su d¨ªa fue nombrado miembro de la C¨¢mara de los Lores por el entonces primer ministro, Tony Blair.
¡°Soy un enorme aficionado del Arsenal, pero no puedo ir a las gradas por una cuesti¨®n de seguridad. Si no acepto los pases de regalo [en palco reservado] no puedo ir a los partidos¡±, explicaba Starmer la semana pasada. ¡°No poder ir nunca m¨¢s a un partido del Arsenal porque se me proh¨ªba aceptar esos pases de hospitalidad me parece un poco excesivo¡±, defend¨ªa, a la vez que dej¨® claro que seguir¨ªa aceptando futuras donaciones.
¡°Acabar con el amiguismo¡±
El nuevo primer ministro lleg¨® a Downing Street enarbolando la bandera del ¡°cambio¡±. Arremeti¨® duramente, desde la bancada de la oposici¨®n, contra Boris Johnson, cuando se supo que el entonces primer ministro conservador hab¨ªa usado miles de euros de un empresario amigo para decorar su apartamento de Downing Street. Asegur¨® entonces que el Gobierno estaba ¡°empantanado en corrupci¨®n, amiguismo y esc¨¢ndalo¡±, y prometi¨® que acabar¨ªa con esas pr¨¢cticas si llegaba al poder.
La dimensi¨®n de todo aquello es muy superior al asunto de los donativos recibidos por Starmer y su mujer, pero ha permitido a los conservadores, sumidos en su propia batalla interna para elegir un nuevo l¨ªder y reci¨¦n castigados duramente en las urnas, aferrarse a la acusaci¨®n que m¨¢s da?o puede hacer a un pol¨ªtico, la de practicar la hipocres¨ªa.
¡°Si tu posici¨®n es admitir que este tipo de cosas ocurren y que hay que contemplarlas con una perspectiva flexible, es defendible. Pero si, como ha hecho Keir Starmer, eres especialmente agresivo en tus cr¨ªticas a los conservadores por su comportamiento, debes estar completamente seguro de estar libre de cualquier reproche¡±, ha se?alado James Cleverly, exministro del Interior y actual contendiente en la disputa por el liderazgo de los tories. ¡°Creo que es leg¨ªtimo criticar su hipocres¨ªa¡±, remataba.
La pol¨¦mica ha surgido en un momento especialmente delicado para el reci¨¦n estrenado Gobierno laborista. Adem¨¢s de anunciar futuros recortes y subidas de impuestos a partir de octubre ¡ªculpan de la decisi¨®n a la herencia dejada por los conservadores¡ª, Starmer y su ministra de Econom¨ªa, Rachel Reeves, han impulsado, contra viento y marea, la decisi¨®n de acabar con la ayuda en la factura de gas y electricidad. Pretenden suprimir los entre 240 y 360 euros, que recib¨ªan casi diez millones de pensionistas, y quieren mantener esa subvenci¨®n solo para el poco m¨¢s de un mill¨®n de personas que se encuentra en situaci¨®n de vulnerabilidad.
Gran parte de las voces laboristas m¨¢s relevantes, incluido el alcalde de M¨¢nchester, Andy Burnham, han criticado una decisi¨®n que tiene un trasfondo redistributivo, pero es inmensamente impopular.
Las asociaciones de pensionistas, como Silver Voices (Voces plateadas), que han conocido las cifras de regalos recibidos por Starmer, han estallado de rabia. ¡°Deber¨ªa pedir perd¨®n a las personas mayores, por utilizarlas para, supuestamente, salvar la econom¨ªa, mientras ¨¦l acepta alegremente regalos que hacen su vida m¨¢s confortable¡±, ha denunciado Dennis Reed, la portavoz de la asociaci¨®n, en iNews.
Los ministros del actual Gobierno que participan en la habitual ronda matinal de entrevistas ¡ªes tradici¨®n en el Reino Unido que se turnen para ser cada d¨ªa la voz que da respuesta a los asuntos m¨¢s candentes¡ª han sufrido a la hora de explicar o justificar los regalos a Starmer. La secretaria de Estado de Fronteras, Angela Eagle, acaba respondiendo a Times Radio, cuando le preguntaban por las gafas del primer ministro, que ella no era responsable de lo que hiciera o dejara de hacer su jefe.
Peor fue la respuesta del ministro de Exteriores, David Lammy, que sugiri¨® una comparaci¨®n que result¨® ser falsa, al indicar que otros gobiernos, como el estadounidense, dispon¨ªan de una partida presupuestaria para que los presidentes y las primeras damas ¡°representaran a su pa¨ªs del mejor modo posible¡±.
La pol¨¦mica, que Starmer no ha logrado acallar hasta el momento, ha servido para recordar a los ciudadanos, que sufren una considerable crisis por el coste de la vida y padecen unos servicios p¨²blicos deficientes, que su primer ministro, con un salario de casi 200.000 euros anuales, est¨¢ dispuesto a que alguien le compre los trajes. El pr¨®ximo fin de semana, el Partido Laborista celebra en Liverpool su primer congreso desde que gan¨® las elecciones, el pasado 4 de julio, y se hizo con el Gobierno. El equipo de Starmer intenta a toda costa que la pol¨¦mica de sus trajes y los de su esposa, junto con las entradas gratuitas, no ensombrezca lo que deb¨ªa ser una celebraci¨®n del ¨¦xito pol¨ªtico.
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