Un ¨²ltimo debate (sin ganador) que favorece a Biden
En una elecci¨®n con apenas un 2%-3% de indecisos, cada d¨ªa que pasa sin sorpresas que beneficien a Trump otorga un poco m¨¢s de margen de seguridad al candidato dem¨®crata
Las encuestas publicadas tras el ¨²ltimo debate antes de las elecciones presidenciales coinciden en que, para algo m¨¢s de la mitad de los votantes que lo vieron, Joe Biden fue superior a Donald Trump. Tambi¨¦n muestran el mismo porcentaje en los que ven al presidente como ganador: cuatro de cada diez.
Solo restan doce d¨ªas para que la peque?a fracci¨®n de votantes indecisos tomen una decisi¨®n en una contienda en la que millones de pers...
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Las encuestas publicadas tras el ¨²ltimo debate antes de las elecciones presidenciales coinciden en que, para algo m¨¢s de la mitad de los votantes que lo vieron, Joe Biden fue superior a Donald Trump. Tambi¨¦n muestran el mismo porcentaje en los que ven al presidente como ganador: cuatro de cada diez.
Solo restan doce d¨ªas para que la peque?a fracci¨®n de votantes indecisos tomen una decisi¨®n en una contienda en la que millones de personas ya han depositado su papeleta; as¨ª, como marcan los c¨¢nones defensivos en la pol¨ªtica como en el deporte, en los ¨²ltimos noventa minutos que los dos candidatos compartieron en un mismo espacio, ambos se han mantenido pegados a su discurso, su estrategia de base, y a la prudencia. Incluso Trump, inusualmente mesurado tras un primer encuentro en el que su desboque quiz¨¢s le pas¨® factura. Lo que est¨¢ menos claro es que eso vaya a ser suficiente para recorrer el espacio que al parecer le separa del l¨ªder actual de la carrera: Joe Biden. Que los sondeos posdebate hayan producido resultados similares a las encuestas de aprobaci¨®n y desaprobaci¨®n del presidente sugiere que, efectivamente, quiz¨¢s no baste para atraer a esos pocos pero decisivos votantes a¨²n indecisos, o indetectados por las encuestas, que necesitar¨ªa para volver ganar. Lo que reflejan los datos que tenemos no es pues tanto la valoraci¨®n del debate, sino una decisi¨®n en gran medida ya tomada. Por eso, mientras se parezcan a las que ya exist¨ªan antes, los cambios parecen menos probables.
El candidato dem¨®crata lleva la delantera en una campa?a que se agota y la inercia no hace sino consolidar su dominio. Seg¨²n los pron¨®sticos agregados por este peri¨®dico, en siete de cada ocho mundos el aspirante vencer¨¢ la elecci¨®n. Hace un mes y medio esa probabilidad estaba mucho m¨¢s dividida. Pero cada d¨ªa sin sorpresas es un d¨ªa ganado para Biden: se cierra la ventana de oportunidad para una sorpresa, un vuelco que favorezca a Trump.
Sin embargo, los datos indican que las dos semanas entre el debate anterior y el ¨²ltimo s¨ª han movido el equilibrio, y parece que no solo por inercia: Biden ha ampliado su ventaja en las encuestas hasta diez puntos. No est¨¢ claro hasta qu¨¦ punto fue el encuentro anterior el que movi¨® las cifras o si se trat¨® de la infecci¨®n del presidente y la manera en que se manej¨® lo que fue un evento de supercontagio en toda regla durante la nominaci¨®n de la jueza Amy Coney Barrett para la Corte Suprema. Pero los diez primeros d¨ªas de octubre le dieron un plus de ventaja a Biden en un momento clave: justo antes de emprender la recta final.
Porque, ?qui¨¦n es el p¨²blico de estos debates, de la campa?a en general, a estas alturas? Apenas entre un 2 y un 3% del electorado se declara indeciso desde septiembre: aproximadamente, el margen equivalente al que se ha movido durante las dos ¨²ltimas semanas en todas las elecciones desde la que gan¨® Clinton para revalidar su presidencia en 1996.
En 2012 se produjo, eso s¨ª, un vuelco: Obama adelant¨® a Mitt Romney hacia el final, despu¨¦s del segundo y tercer debate, aunque hubo consenso en que el republicano hab¨ªa resultado vencedor del primero. Cabe a?adir que esto es una valoraci¨®n sobre el cambio en las encuestas, no en el resultado final. A¨²n as¨ª, asumiendo un sesgo constante durante cada una de las campa?as, sirve como aproximaci¨®n de c¨®mo se ha ido empeque?eciendo el tama?o de la poblaci¨®n susceptible de persuasi¨®n.
La polarizaci¨®n, que ha alcanzado su m¨¢ximo en esta elecci¨®n, explica buena parte de este proceso. Pero tambi¨¦n el hecho de que los debates ya no son lo que sol¨ªan ser: no son islas de informaci¨®n en oc¨¦anos de silencio fragmentado. El acceso a un flujo constante de noticias, a declaraciones de primera mano de cualquier candidato gracias a medios y redes sociales, hace que quede muy poca gente que no haya alcanzado un punto de saturaci¨®n de informaci¨®n.
Ahora bien, en un proceso electoral que se decide en realidad Estado a Estado, el cambio de apenas unos miles de votos puede ser decisivo. Biden podr¨ªa perfectamente tener una ventaja de 2, 3, 4 puntos porcentuales en el voto nacional agregado, pero perder por culpa de un pu?ado de apoyos en ciertos Estados clave, apretados. Ya le pas¨® a Clinton en 2016, y a su compa?ero de partido Al Gore en 2000. En realidad, podr¨ªa decirse que el verdadero p¨²blico del ¨²ltimo debate, incluso de toda la campa?a hasta ahora (y lo que de ella queda, sobre todo) son votantes persuasibles en estos Estados en juego.
La indecisi¨®n sobre si votar o no es tan frecuente, sino m¨¢s, que la indecisi¨®n entre partidos. La participaci¨®n es variable, y por ello resulta muy dif¨ªcil calibrar cu¨¢ntas personas conforman estos segmentos cruciales para los candidatos. Pero podemos aproximar las cifras de manera grosera si consideramos el margen medio en las encuestas justo antes del debate. Si aplicamos este porcentaje al n¨²mero m¨¢ximo de electores potenciales en cada uno de los Estados con encuestas m¨¢s apretadas, tendremos una idea del techo de indecisos. Uno inalcanzable, pues incluso en los lugares con alta participaci¨®n apenas se superan niveles del 50%, 60% o 65%. Para una cifra m¨¢s realista, se puede aplicar dicho margen a la cantidad de gente que vot¨® en 2016. El resultado: entre 1,5 y 3 millones de votantes en un pa¨ªs donde m¨¢s de 200 millones est¨¢n llamados a las urnas.
En definitiva, hemos visto un ¨²ltimo debate parejo, del que nos sorprende el contraste en tono (particularmente del presidente) con el anterior, pero que por eso mismo exige un esfuerzo adicional por parte de los votantes para extraer informaci¨®n que ayude a los indecisos. ¡°Una discusi¨®n civilizada¡±, como dijo uno de los ciudadanos que formaban parte del panel posdebate de la televisi¨®n publica estadounidense, que no fue capaz de consensuar un vencedor claro. El contraste entre este encuentro y el anterior, pues, refleja una paradoja central en la democracia polarizada que es hoy los Estados Unidos: cuando casi todo el mundo tiene una opini¨®n formada, la falta de ruido, que deber¨ªa ayudar a formar criterios, reduce la potencia de la se?al.
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