Los condados en los que se puede decidir la elecci¨®n del nuevo presidente EE UU
Mientras los dem¨®cratas se hacen fuertes en zonas metropolitanas al sur, Trump ha ayudado a los republicanos a penetrar territorios de mediana densidad en el norte y oriente del pa¨ªs
Entre 60.000 y 280.000 votos decidieron la victoria de Trump en 2016, seg¨²n si uno suma las diferencias a su favor en el n¨²mero m¨ªnimo de Estados inesperados que necesitaba (Wisconsin, Pensilvania, Michigan) o todos en los que Clinton no pudo repetir la victoria de Obama (aquellos m¨¢s Ohio, Iowa y Florida). En el condado medio de EE UU habitan unas 100.000 personas: el margen por el que los dem¨®cratas perdieron Florida. La elecci¨®n presidencial se puede contar, dividir y analizar en estas 3.242 unidades que subdividen 48 de los Estados de la Uni¨®n (Alaska y Luisiana cuentan con sus equivalent...
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Entre 60.000 y 280.000 votos decidieron la victoria de Trump en 2016, seg¨²n si uno suma las diferencias a su favor en el n¨²mero m¨ªnimo de Estados inesperados que necesitaba (Wisconsin, Pensilvania, Michigan) o todos en los que Clinton no pudo repetir la victoria de Obama (aquellos m¨¢s Ohio, Iowa y Florida). En el condado medio de EE UU habitan unas 100.000 personas: el margen por el que los dem¨®cratas perdieron Florida. La elecci¨®n presidencial se puede contar, dividir y analizar en estas 3.242 unidades que subdividen 48 de los Estados de la Uni¨®n (Alaska y Luisiana cuentan con sus equivalentes locales). El mapa resultante localiza y a la vez disecciona la victoria republicana de hace cuatro a?os: un corredor en forma de U cerrada alrededor del Lago Michigan, entre el noreste y el Medio Oeste que mezcla granjas (Iowa, Wisconsin) con industrias abandonadas.
Aqu¨ª se ubica la historia que ya conocemos sobre c¨®mo gan¨® Trump entonces: gracias a un peque?o pero decisivo plus de voto entre la clase obrera blanca. La pregunta que todos se hacen, que probablemente ¨¦l mismo se hace ahora mismo, es si puede repetirlo (las encuestas sugieren que no). La geograf¨ªa puntuada de los condados ayuda a entender d¨®nde est¨¢n los flancos d¨¦biles de su intento, pero tambi¨¦n del asalto dem¨®crata.
Los condados que giraron en 2016
En 2016, 219 condados pasar¨ªan a manos republicanas habiendo sido dem¨®cratas con Obama. Much¨ªsimos menos (20) har¨ªan el viaje contrario. El tama?o mediano del electorado en los que se fueron hacia la izquierda era de 200.000, multiplicando el del nuevo condado rojo t¨ªpico (15.000). Pero los republicanos no solo fueron muchos m¨¢s, sino tambi¨¦n estaban localizados estrat¨¦gicamente en Estados en juego. La triple frontera de Iowa, Minnesota y Wisconsin concentr¨® a muchos de ellos: peque?os, sin duda, pero suficientes para voltear 26 votos en el Colegio Electoral que resultar¨ªan cruciales.
Pero fue en Michigan, Pensilvania, Ohio y Florida donde se produjeron cambios en condados m¨¢s densamente poblados. Pinellas, en el ¨¢rea metropolitana de la dem¨®crata Tampa, pondr¨ªa m¨¢s de 230.000 votos urbanos de clase media para Trump. En el norte, Macomb, al nororiente de la otrora potencial industrial Detroit, ver¨ªa el mayor trasvase de votos en condados de tama?o considerable dentro de Estados clave: de los 418.000 votos emitidos, solo un 42% ir¨ªan a manos dem¨®cratas frente a un 52% en 2012. La subida de los republicanos, de seis puntos, implica unos 25.000 sufragios de m¨¢s: el doble del margen por el que ganar¨ªan Michigan, que fue azul en 2008 y 2012.
Esta capacidad de competir en periferias metropolitanas sugiere que el ¨¦xito de Trump no se debi¨® ¨²nicamente a un pu?ado de votos rurales, como a veces se caricaturiza en ciertas instancias. Pero tambi¨¦n deber¨ªa poner en alerta al presidente: seg¨²n las encuestas, los suburbios le estar¨ªan abandonando.
El peque?o grupo de condados que se volvieron azules en 2016 es adem¨¢s indicativo de que este patr¨®n ya estaba en marcha en ciertos Estados por aquel entonces, solo que nadie se fij¨® demasiado porque se produc¨ªa en el sur. Los condados de Cobb, Henry y Gwinett forman parte de La corona periurbana de Atlanta, y la creciente porci¨®n dem¨®crata de su casi mill¨®n de votos podr¨ªa ser suficiente para voltear un Estado que forma parte del nuevo tablero gracias a la combinaci¨®n de voto afroamericano creciente y suburbios en juego.
?Una ola azul en los suburbios del sur?
En este mismo grupo de puntos de ataque dem¨®crata se encuentra Maricopa. En el condado m¨¢s poblado de Arizona la brecha partidista se ha ido cerrando gracias a una combinaci¨®n de voto latino y multirracial con estudios universitarios. En 2016, apenas la mitad de 1,2 millones de votantes lo mantuvieron republicano, pero un triunfo de Biden en su capital (Phoenix) se considera como indicador y llave de que el vuelco en el sur, siempre prometido pero nunca conseguido, podr¨ªa acercarse esta vez.
Algo similar sucede con Tarran, Collin y Denton. Todos ellos condados de mediano tama?o en Texas, todos ellos republicanos en 2016 (y antes) pero con grandes reducciones de margen en la ¨²ltima elecci¨®n, y todos ellos pegados entre s¨ª: son el noroccidente de la corona metropolitana de Dallas, que fue una isla azul en mitad del oc¨¦ano rojo (pero comparativamente menos poblado) que es el norte del segundo Estado m¨¢s grande de la Uni¨®n. Ganar este fort¨ªn conservador se antoja casi imposible, pero algunas encuestas de ¨²ltima hora est¨¢n adelantando el sue?o dem¨®crata de volverlo azul, de nuevo gracias a una alianza urbana multi¨¦tnica.
El nuevo espacio de oportunidad republicana
Pero Biden tiene sus propios frentes debilitados. De nuevo, son los condados medianos del noreste y Medio Oeste los que deber¨ªan preocuparle a juzgar por las enormes p¨¦rdidas sufridas por Clinton en 2016. Los condados se mantuvieron azules, pero por poco. En Florida, Hillsborough (contenedor de Tampa) merece su atenci¨®n: en ¨¦l ha celebrado uno de sus ¨²ltimos y m¨¢s significativos eventos de campa?a. Pero, de nuevo, el juego en Florida est¨¢ m¨¢s distribuido que en, por ejemplo, Pensilvania. La diferencia all¨ª entre su principal ¨¢rea metropolitana (Filadelfia, hoy y ayer abrumadoramente azul) y el interior que llega a tocar con Canad¨¢ (Monroe o Lackawanna). Al menos percibida: el tinte de azul a rojo en el otrora motor econ¨®mico del pa¨ªs, y a¨²n hoy coraz¨®n agrario, se corresponde con un retrato de fin de buenos tiempos que ahora estar¨ªan del lado de ciertas grandes ciudades que se observan cada vez m¨¢s lejanas, aunque algunas (como Milwuakee o Minneapolis) est¨¦n apenas a unas horas en coche, resistiendo, incluso profundizando, la tendencia dem¨®crata que antes defin¨ªa a los Estados que las contienen.
Este contraste entre las oportunidades dem¨®cratas y republicanas condado a condado define la nueva alineaci¨®n territorial de cada uno de los partidos: el sur urbano y crecientemente multicultural se abre a posiciones progresistas, mientras un norte y oriente enrocado en mirarse a un espejo de decadencia se afilia a ideas que prometen la vuelta a un pasado mejor.
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